Mariana Rodriguez Espinosa |
El 14 de julio se dio a conocer por parte de la Rectoría de la Universidad de la Integración Latinoamericana – UNILA, el hecho de que la institución estaba incluida en un artículo de proyecto de ley, que en resumen, extinguiría la universidad. Ubicada en la ciudad de Foz do Iguaçu -Paraná, Brasil- triple frontera con Argentina y Paraguay, la Universidad se desarrolla en un escenario social de múltiples aspectos culturales, geográficos y políticos, aportando así, una particularidad a los desafíos educativos, tanto por la convivencia como por la expansión formativa.
Las autoridades de la UNILA divulgaron su preocupación con el propósito de alertar a la comunidad sobre el asunto, y afirmar que conciben que la “emenda aditiva n. 55 à MP 785/2017” presentada por el diputado Sérgio Souza del PMDB-PR, fue realizada de forma arbitraria, ilegítima e inconstitucional.
Arbitraria porque no consultaron a las partes involucradas en el asunto. Ilegítima e inconstitucional porque va en contra de la autonomía universitaria protegida y asegurada por la constitución federal de 1988, por la ley de directrices y bases de la educación nacional, y como si fuera poco, ataca la ley de fundación de la propia universidad que afirma que no podrá ser modificada por proyectos de ley de ese tipo.
Esta jugada es una más de las tantas que en el último año el parlamento brasileño y el gobierno de Temer, vienen realizando en función de achicar el estado y aumentar las desigualdades sociales. Con ello, no quieren simplemente derribar la UNILA, sino que también acabar con todo lo que ella significa tanto para Brasil, como para la región, frenar y disipar el beneficio del encuentro para la una educación de integración latinoamericana.
Hasta hace pocos años atrás en la sociedad brasileña la mayoría de los alumnos que ocupaban los bancos de las universidades federales, venían de liceos privados donde eran entrenados para una óptima prueba de ingreso, requisito obligatorio para entrar en las universidades públicas del vecino país. Es difícil para los estudiantes de clases menos privilegiadas concluir la educación secundaria y poder prepararse para la pruebas de ingreso.
De modo que, los estudiantes de más bajos recursos no obtenían buenos resultados en dichas pruebas, y aquellos que conseguían terminar los estudios secundarios optaban por una universidad privada, donde existe un mercado que con una u otra excepción dista mucho de las universidades públicas en lo que refiere a calidad educativa y producción de conocimiento. Ese hecho que aporta a la cadena de desigualdades sociales, fue amenizado en la UNILA ya que en su propuesta los y las estudiantes de educación pública brasileña eran privilegiados, sin duda, una razón que indigna a los favorecidos de siempre.
En este sentido, desde que el Partidos de los Trabajadores – PT, entró al gobierno se fueron construyendo nuevas políticas que generaron posibilidades para alumnos de baja renda, tanto por crear un sistema de prueba integrado (ENEM) como por el hecho de crear políticas de cuotas de ingreso, para afro americanos e indígenas, así como becas para estudiantes de bajos recursos.
Desde la historia de los estados-nación latinoamericanos nos han contado, desde Bolívar a Artigas, la utopía de la integración regional, la patria grande. El giro a la izquierda de los gobiernos en la región, permitió nuevos espacios de dialogo y construcciones para las políticas públicas de desarrollo social. Entre las nuevas medidas y en pro de crear mejores canales de comunicación entre nuestras naciones, desde Brasil nació la Universidad de la Integración Latinoamericana – UNILA, un proyecto para pensar, vivir y crear Latinoamérica.
No es la primera vez que la UNILA es el blanco de impropias palabras, ha sido instigada en varias oportunidades por ofrecer diversidad de becas y oportunidades a sus estudiantes nacionales y extranjeros. Siendo que es atacado el carácter internacional de UNILA, ya que la nueva propuesta sería convertir la universidad en una más del estado de Paraná.
Desde lo geográfico, observamos que dicho estado de Paraná donde se encuentra la Universidad, es un estado con ciertas características, por un lado, posee grandes extensiones de tierra volcadas al agro negocio, por otro, es un lugar de fuertes elites conservadoras. El hecho de que dicha universidad tenga entre sus carreras una titulada de “Desarrollo rural y seguridad alimenticia” nos hace pensar que no es de agrado para los terratenientes locales.
En un país que cada vez más muestra la hilacha de cuanto sus elites son capaces de involucrarse en tratados que las perpetúe en el poder, amarradas a un pensamiento a corto plazo y que poco se importa en absoluto por la res pública, menos aún con el bienestar de las poblaciones. Dentro de esas poblaciones vulnerables se encuentran varios grupos nativos de indígenas, cuales son perseguidos activamente, al igual que persiguen a los profesionales que de algún u otro modo se acercan a ellos. En este punto, destacamos que la UNILA cuenta con una carrera de Antropología que administra distintos grupos de investigación que trabajan cuestiones específicas de las poblaciones indígenas.
Aunque el proyecto de la universidad nació sobre el mandato del ex presidente Lula da Silva, la UNILA es mucho más que un cumplido programático. Es una institución de enseñanza superior que cuenta con una amplia población de docentes, funcionarios y discentes de distintos países que se preocupan y ocupan por el pensar y recrear los saberes particulares de la región. Este encuentro genera pluralidades que apuntan a los debates y construcciones de nuevos saberes, pensar Latinoamérica desde y para Latinoamérica, con un marcado propósito interdisciplinar.
La UNILA tiene la particularidad internacional, hecho que molesta a los propulsores de la ley que quiere extinguirla que afirman que la universidad no es aprovechada por la región. En este sentido vale destacar que por un lado, el 68% de sus discentes son brasileños y dentro de ello el 52% son del estado de Paraná. Y por otro, resaltar el gran aporte que se realiza en la comunidad a través de diversas formas, entre ellas los proyectos de extensión, hasta la fecha se han realizado unos 96 proyectos y se han brindado 34 cursos para la población local, entre esos cursos, se desarrolla uno llamado de “cursinho vestibular” cual prepara a los alumnos que están terminando el liceo para la realizar la prueba de ingreso en las universidades.
Desde el conocimiento público de este hecho, se han movilizado distintos grupos políticos y sociales en apoyo a la Universidad, también se han organizado los ex-alumnos que están diseminados por diferentes países y dando continuidad sus carreras académicas. Así como se han manifestado docentes y técnicos. Y en poco más de diez días se han juntado más de 15.000 firmas.
Cerrar sus puertas es una gran pérdida tanto para Brasil como para la región, la UNILA es el proyecto más innovador en carácter de integración y educación regional, es la aventura y el coraje de reunir jóvenes de todo el continente con el propósito de generar nuevas epistemologías que se adecuen a nuestras distintas realidades. Dando la posibilidad de mucho más que un título universitario, quien pasa por la UNILA no olvida el poder enriquecedor de integrarse socialmente al continente entero, y por lo visto este hecho incomoda muchísimo a las autoridades brasileñas de turno.
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