Estas son cuestiones extremadamente complejas, que deben ser analizadas en profundidad, muy seriamente y con un trabajo concienzudo de recopilación de información que permita recoger las experiencias realizadas.
Tuvimos un acercamiento a la temática, cuando participamos en la Comisión Honoraria que dirigía el Parque Tecnológico, instalado en el antiguo predio del frigorífico Egfsa.
En el Parque Industrial y Tecnológico del Cerro (PTI) funcionaron varias pequeñas cooperativas de las cuales seis tuvieron que cerrar sus puertas.
Hubo un denominador común : falta de mercado. Sin lugar a dudas, a pesar de lo difícil que pueda ser producir, más difícil aún es vender.
Cualquier empresa, no importa cómo se gestione, si por propiedad individual (capitalista) o por propiedad colectiva (que también puede funcionar con criterios capitalistas), debe manejarse en el mercado capitalista de nuestra sociedad uruguaya capitalista dependiente. Esto quiere decir que debe tener capacidad competitiva, el precio de sus productos debe equipararse al de los demás del mercado.
Las empresas con grandes capitales tienen varias ventajas que les permiten mejorar su competitividad. No las conocemos todas, pero conocemos algunas. Por ejemplo el rendimiento de cada trabajador para producir “plusvalor”, es decir producir para generar su salario y otros gastos más; la ganancia patronal, está pautada por la amenaza del despido, si no rinde, va para afuera. También la posibilidad de comprar insumos en grandes cantidades permite obtener precios más ventajosos. Esto va asociado a la producción en gran escala, y por supuesto al poder utilizar las tecnologías más apropiadas.
Las experiencias de empresas recuperadas y aún de cooperativas que conocimos, por supuesto, eran muy modestas, salvo la cooperativa de Niboplast que contaba con un parque de máquinas inyectoras, algo anticuadas, pero muy potentes.
Tenemos pues, que en primer lugar, hay que buscar y lograr un mercado potencial. Esto es así porque nadie logra tener un mercado “cautivo”, ni aún los capitalistas más sagaces.
Luego viene la organización y puesta en marcha de la empresa. Descontando la posesión de local, maquinaria, etc., estas cooperativas también adolecieron de falta de capital “de giro”, es decir capital para insumos y para organizar las ventas. No sabemos si esa carencia de capital de giro se debía a una real imposibilidad de generarlo o a una deficiente organización de la empresa. En algún caso parece haber sido así. Esto último no deja de tener su fundamento : el trabajador, en general, tiene su oficio que le permite hacer cosas o fabricar productos, pero los trabajadores no tienen la experiencia organizativa de una empresa. Hay que reconocer que los empresarios la tienen.
Pero, además, y eso lo pudimos constatar, como no tienen la presión del patrón, no les resulta fácil tener la autodisciplina para cumplir a cabalidad con sus tareas. En el caso de Niboplast se dio el absurdo de que el turno de los trabajadores contratados (unos 8 o 10, en su turno), rendía más que el de los cooperativistas.
Algunos temas a tener en cuenta
Para el caso concreto de nuestra realidad, apuntamos algunas cuestiones que nos parecen que deben ser encaradas. Hay que aprovechar las posibilidades que puedan presentar ciertos organismos del Estado; posibilidades que, en caso de no existir, un gobierno progresista debería crearlas :
1. Fondo de riesgo (que ya existe), Fondes.
2. Organismo, tal vez del Ministerio de Relaciones Exteriores, especializado en la búsqueda de nichos comerciales.
3. Técnicos especializados para estudiar viabilidad de proyectos (también está en la creación del Fondes).
4. Cursos de UTU sobre cooperativas y gestión de empresas.
5. Organismo social o partidario para hacer seguimiento de los emprendimientos tanto en lo técnico como en lo conceptual sobre métodos de trabajo y actitud personal de los integrantes de los emprendimientos.
No necesariamente debe rechazarse el aporte de los inversores privados, pero deben de estudiarse muy bien las condiciones porque ha ocurrido que, al final, los trabajadores terminan siendo fasoneros del inversor. Es importantísimo no entregar la comercialización al inversor.
Lo que va dicho no es sino un tratamiento a grosso modo del tema.
La transición
Si pretendemos construir una “vía de transición” hacia una nueva sociedad a partir de la presente, habrá que debatir y analizar en profundidad, meter mucha cabeza y creatividad. Este problema de la “vía”, no ha sido resuelto en ninguna parte y, en todos lados, en los cuales está planteado, algunos le llaman construcción del socialismo. Se está en el plano experimental.
Hay preguntas que hay que plantearse para intentar contestarlas: ¿ Será posible construir esa “vía”, que en realidad es una sociedad en proceso de transición, con los valores y modos de producción de la sociedad presente ?
Si es correcta la ley de correspondencia descubierta por Carlos Marx, según la cual a cierto modo de producción, a la larga se corresponde una superestructura jurídica, política, cultural, social, etc., por ejemplo a la superestructura aristocrática se correspondió un modo de producción feudal, ¿ Cuál sería la infraestructura productiva de una sociedad de transición ?
Los emprendimientos cooperativos y de empresas recuperadas podrían ser un campo de experimentación para un modo de producción de carácter colectivo con fundamentos no capitalistas.
Pero habría que acompañarlos con equipos de apoyo, no para dirigirlos desde fuera, sino para aportarles sugerencias producto de un análisis, llamémosle científico, que los trabajadores librados a sus solos esfuerzos no pueden hacer.
Esta tarea exigiría un cambio bastante importante en el modo de pensar de los operadores políticos de izquierda. Habrá que volcar menos recursos a los procesos institucionales para vertirlos en la preparación de estos experimentos. ¿Será posible convencer de la necesidad de esa experiencia social?
Por: Julio Marenales