“Los anuncios de un posible acuerdo electoral para ganar la Intendencia Municipal de Montevideo, alertó a la izquierda sobre los intentos de acumulación de la derecha uruguaya. Como si alguna vez hubiere cedido en el esfuerzo. Preocupa la exclusiva reacción de la izquierda ante el fenómeno electoral, subestimando la capacidad de la reacción que obligó al ballotage, recuperó intendencias perdidas y alcanzó las firmas para bajar la edad de imputabilidad”.
El Uruguay de “nosotros”
A pesar de las contradicciones entre un modelo de desarrollo capitalista concentrador y otro concentrador especulativo, que siempre tensionaron la interna de los partidos tradicionales –PPTTs- (Batllismo- Riverismo; Fernández Crespo- Herrerismo), la hegemonía política del bloque de poder estaba consolidada.
Las organizaciones de izquierda, anarquistas con arraigo en el movimiento obrero (debilitado por las políticas progresistas del Batllismo), el PS desde 1910, el PCU más adelante, tenían una presencia casi testimonial, a pesar del tímido avance en el espectro electoral uruguayo.
No obstante, hacia los años 50, las políticas del Macartismo en EEUU y la Tercera Vía de Herrera, que al igual que Perón lo hicieron admirar al eje Nazi Fascista (el deslumbre del joven Luis Alberto Lacalle por Franco tal vez se explique en ese fenómeno), las crisis económicas, sociales y políticas, profundizaron la reacción epidérmica ante el movimiento obrero y progresista.
La idea del “nosotros” pregonado por toda la derecha política caló hondo en el campo de las ideas; lo que no se dirimía entre los partidos tradicionales, era foráneo, extranjero, subversivo.
La irrupción del Frente Amplio y el desprendimiento de los sectores progresistas de los PPTTs, los movimientos insurgentes en todo el continente, más la instalación de la Doctrina de la Seguridad Nacional y la Guerra Fría generaron el escenario necesario para esa cultura de “nosotros”. Comunista pasó a ser un epíteto descalificativo para todo aquello que se planteara un pensamiento alternativo. Hasta Luisito Batlle, el de la chapa 15, fue acusado de foráneo en el acuerdo denunciado por Nardone como el CO-CO (Colorado-Comunista).
Mirada desde la óptica de las fuerzas revolucionarias la pelea de la derecha parecía solo darse para no perder sus intereses y situación de privilegio, pero la idea del “nosotros” se profundizó en los sectores populares, bajo la hegemonía cultural de la derecha.
Los medios de comunicación escritos primero, El Día y el País con el monopolio sobre el sector, las radios y la irrupción de la TV ( convendría releer “El Poder Económico en el Uruguay” de J.M. Rodríguez para entender la relación empresarial entre los dueños de empresas uruguayas y los medios de comunicación) influenciados por la “cultura de masas norteamericanas”, realizaron y realizan su trabajo hegemónico en el campo de las ideas, bajo el pomposo nombre de opinión pública.
La dictadura cívico – militar vino a profundizar el concepto del “nosotros” en la reelaboración de la “orientalidad”. Una imagen chovinista, nacionalista de Artigas, enfervorizado en la victoria de las FFAA sobre la sedición y también, hay que decirlo, sobre la huelga general, lanzó una maquinaria de construcción de un imaginario colectivo de un nuevo Uruguay.
Sin embargo, las contradicciones en el bloque de poder, el escaso margen para sostener una institucionalidad que le había sido funcional a sus intereses y los embates del movimiento popular los hizo ilegalizar primero y restablecer después a los PPTTs como voceros legítimos del mundo político.
La derecha también acumuló y acumula sectores sociales, aunque la naturaleza de ellos sean, en su mayoría, organizaciones empresariales o patronales.
La Asociación Rural del Uruguay, la Federación Rural, las Cámaras Empresariales, los Clubes de Leones y Rotarios, buena parte del funcionariado público, cargos de confianza fueron fuerzas sociales que a veces se sintieron representadas y otras no por los políticos o los militares, sobre todo aplaudiendo o criticando la capacidad de respuesta del Ejecutivo de turno sobre el avance del movimiento popular.
El Desplazamiento de la Gestión
El crecimiento electoral de las fuerzas progresistas con viento a favor por la incapacidad de los actores políticos, de la reacción de aggiornamiento y de las imparables crisis económicas debilitaron a ojos de la gente la capacidad de conducción de los PPTTs.
Cierto es que el encuentro de Santa Fe, que sustituyó la Doctrina de la Seguridad Nacional por los conflictos de baja intensidad en lo militar y el Neoliberalismo en lo político y económico, fue interpretado indistintamente por la derecha criolla.
Muchos omitieron que la política de Derechos Humanos y Civiles había ganado un nuevo espacio en la opinión pública y que esos derechos inherentes a una democracia representativa, también cuadraba en los conflictos de baja intensidad. Tal vez uno del que olfateó con mayor lucidez fue Jorge Batlle con la creación de la CO.MI.PAZ pero quedó empantanado en la brutal crisis económica.
Así, la derecha fue desplazada de sus responsabilidades de gestión representativa, sin que esto implique una derrota aplastante. (Recordar los escasos márgenes de victoria electoral más allá de lo estricto del porcentaje requerido para ganar sin ballotage).
Por otro lado, las políticas de globalización, también desplazaron a algunos integrantes de centros gravitantes de decisión económicos. Es en el campo de la producción pecuaria donde este fenómeno se ve con mayor claridad y donde encontramos a viejos terratenientes y señores latifundistas como socios minoritarios de empresas multinacionales.
Comprender la filosofía que sustenta la derecha, su concepción del mundo, no solo vinculada a la distribución de la riqueza y del ingreso, es vital, no sólo para combatirla adecuadamente, sino para comprender por qué aun, las mejores voluntades social demócratas, se estrellan contra la racionalidad reaccionaria que se convierte en pendón de sociedades fragmentadas.
Por: Ricardo Pose