En este mes de reflexión sobre la vida y en el marco de una propuesta integral sobre convivencia y la seguridad que ha realizado el poder ejecutivo considero oportuno el siguiente análisis.
El Dr. en Sociología Luis Eduardo Morás expresa en un articulo en el Semanario Brecha del 22/6/2012: “Nadie que estudie científicamente el tema de la violencia y la seguridad podrá discutir con datos sólidos y fundamentados la verdad de varios de los argumentos que se presentan en la fundamentación del paquete de medidas propuestas por el gobierno.
En resumen, cuatro puntos centrales a destacar: los efectos de los procesos de fractura social y marginalidad cultural no son reversibles en el corto plazo por más generosos que resulten los mecanismos de transferencia monetaria; el deterioro de la convivencia en la vida cotidiana y en los espacios públicos, y la instalación de la violencia como mecanismo de sociabilidad, no pueden ser resueltos desde una lógica de intervención policial; los medios de comunicación juegan un rol trascendente en la construcción del problema de la inseguridad, pero más aun en el abanico de respuestas represivas que emergen como evidentes para la opinión pública; el lenguaje de la mano dura resulta inoperante para ubicar respuestas efectivas al problema de la seguridad, y en particular en el campo de las drogas el discurso bélico ha fracasado rotundamente agravando todos los problemas.”
Sin duda, estamos ante una emergencia, la violencia en la sociedad, que ha calado hondo y con fuerza; que se explicita de variadas maneras en nuestras vidas y como bien lo expresa el documento presentado por el gabinete de seguridad.
Entre estos fenómenos se destacan: la violencia en espectáculos deportivos, la violencia en los espacios públicos, la violencia contra las personas, la violencia entre jóvenes, la violencia intrafamiliar, la violencia que ha ocurrido en el sistema de salud y por último pero no menos importante la violencia que se expresa en el aumento sostenido de los siniestros de tránsito, especialmente aquellos en los que intervienen los ciclomotores así como las nuevas formas de circulación.
En Uruguay, cada uno de nosotros tiene tres veces y media mas probabilidades de participar en un sinestro de tránsito que en una rapiña. Es mas, cada uno de nosotros tiene tres veces mas probabilidades de fallecer a causa de un siniestro de tránsito que por un hecho de violencia contra las personas. El promedio anual de fallecidos por delitos de violencia hacia las personas en los últimos años a la fecha se mantiene en la misma proporción, casi 200 personas por año, mientras que las personas fallecidas a causa de siniestros ocurridos en el transito en las primeras 24 horas llegan casi a las 600 personas, y si consideramos los treinta días después de ocurrido el siniestro la cifra asciende a casi 800 personas, es decir lo cuadriplica. Presentamos una de las cifras mas altos de fallecidos en siniestros de tránsito, 17 personas cada 100.000 habitantes.
Cada día muere 1.57 uruguayos, es decir cada 16 horas muere una persona. 8 de cada diez fallecidos son hombres. Es la primera causa de muerte entre los jóvenes y el 50 % de las víctimas tiene entre 14 a 29 años. Efectivamente, es de suma gravedad el problema.
Del total de vehículos que participaron en los siniestros de transito las motocicletas representa algo más del 43%, confirmando la relevancia que estos vehículos han alcanzado como principales protagonistas en la siniestralidad.
Si a esta problemática le sumamos los problemas demográficos, baja tasa de natalidad, envejecimiento progresivo de la población, etc., torna mucho mas grave el problema, somos un país viejo que no se reproduce, casi decrece y se da el lujo de que su juventud se mate a consecuencia del poco valor que le otorgamos a nuestra vida.
Sin embargo la crónica roja en los medios de comunicación desde el 2006 a la fecha se ha duplicado la cantidad de segundos emitidos, con el poder expansivo y multiplicador que estos generan y poco se dedica a la problemática de la seguridad vial.
Pero este no es un problema por fuera de los otros problemas de convivencia ciudadana, su base es la misma que las diferentes situaciones de violencia que la sociedad presenta. Un sistema donde el “ser pasa por el tener” y el bienestar individual pasa a ser el eje central de la vida. La felicidad impuesta por el mercado, es parte de la causa de este problema.
El aumento sostenido del parque automotor, la venta de autos 0km fue de 51.443 en total, un 20,5 % de incremento en comparación con el el año anterior y llevamos mas de tres años de aumento sostenido de la cifra de 0Km vendidos, más de 120.000 motos nuevas por año.
Autos más caros, con más consumo, con más tecnología, más gasto de energía, más accidentes. La pregunta es si la humanidad soporta este ritmo de crecimiento del parque automotor. No darían las calles si todos los integrantes del mundo tuvieran un auto, el consumo, la contaminación, es estancamiento, así como el crecimiento de los siniestros de tránsitos, esto a todas luces parece no ser el camino correcto a seguir como sociedad en este tema.
En lo relativo a seguridad vial se pueden hacer cosas y se están haciendo, desde una visión de la complejidad, se busca atacar el problema integralmente, generar un sistema que unifique criterios de fiscalización, que apueste desde lo educativo y con la gente a mejorar nuestra convivencia y mejoras las normas. En un país como el nuestro es viable, y más con las tecnologías disponibles, el sistema único de patente y la implementación del permiso nacional por puntos van en esa línea. Sistemas educativos y controles en la renovación para que los que conduzcan sepan conducir; otras de las cosas que se implementara, políticas activas de difusión de normas y hábitos para convivir en las calles, avenidas y rutas. Así como educar desde escuelas, y liceos buscando generar valores de cooperación, de conocimiento y convivencia en toda la sociedad.
Los procesos de fractura social y marginalidad cultural no son reversibles en el corto plazo y estos también tienen expresiones concretas en el transito. Pero a estos y otros problemas de convivencia, de seguridad debemos enfrentarlos, no con mano dura, sino con firmes convicciones políticas que marcan el rumbo.
“Es en el vacío de la política que los grupos económicos, los medios de comunicación da masa y los resquicios oligárquicos del pasado reciente enquistados en los nichos clientelisticas del estado, todos travestidos en agentes de la modernidad basada en la ideología neoliberal, pasan a definir la agenda publica y a actuar como poderes facticos de gran influencia en la resolución de los problemas nacionales” (Guimaraes y Vega 1996).
Por: Daniel Caggiani