Los Primeros Acuerdos.
Realizadas las elecciones de noviembre de 1984 bajo gobierno Cívico Militar, el abanico de fuerzas de derecha, con la anuencia militar, se encolumnó tras la consigna de un proceso de Transición en Paz.
Justamente el “Cambio en Paz” fue el caballito de batalla de quien finalmente resultara triunfador, el Dr. Julio María Sanguinetti que logró mantener detrás de si el espectro que abarcaba el Partido Colorado, desde la UCB con Jorge Pacheco Areco aún vivo, hasta la centro izquierdista Corriente Batllista Independiente.
Los blancos estaban más complicados. Los sectores más reaccionarios, representados por la Dra. Cristina Maeso que se enfrentó incluso al regreso del propio Wilson Ferreira Aldunate, y con la proscripción de la candidatura de este, quedó disperso y con personajes gravitantes de la Dictadura (Dr. Aparicio Méndez, Demichelli, etc.). Los esfuerzos de Zumaran, Juan Raúl Ferreira y el propio Wilson, por generar un polo progresista en ancas de ACF, no lograba ocupar o al menos debilitar el espacio claramente de izquierda que lideraba el Frente Amplio.
La consigna de “Cambio en Paz” no era antojadiza. La Derecha debía enfrentar por un lado la reinstalación de las Instituciones Democráticas, cumpliendo con lo pactado en el Club Naval de no desequilibrar la interna militar, y de allí el preponderante papel del General Medina, encausar el avance del Movimiento Popular, disgregado ahora por la reciente contienda electoral y administrar la crisis económica que heredaba de la Dictadura.
Sanguinetti fue hábil en contemplar en la Integración del Ejecutivo a miembros de los Partidos Tradicionales e incluso, cedió a la esmirriada Unión Cívica la cartera de Defensa y otorgó lugares de Directorio en algunos entes a integrantes del FA.
La Ley de Amnistía para los Presos Políticos y la Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, fueron tal vez los hechos políticos más importantes que obligaron a un alineamiento urgente de la Derecha; en esas medidas consolidaba “El Cambio en Paz”, fundamentada en la “Teoría de los Dos Demonios”.
El tema de los Derechos Humanos se instaló en la agenda rápidamente y pasaron a un casi segundo plano la confrontación del reverdecido movimiento sindical y las organizaciones sociales en plena batalla aun por restablecer los derechos perdidos y la recuperación del pauperizado Salario Real.
El primer revolcón fue perder en la siguiente elección al restablecimiento constitucional la capital del País.
El Triunfo de Luis Alberto Lacalle traía aparejado un nuevo escenario; seguían perdiendo terreno las fuerzas de centro de los Partidos Tradicionales y Montevideo quedaba bajo gestión de la Izquierda.
El concepto de Coalición, el compartir responsabilidades en el ejecutivo y los acuerdos para aprobar leyes en el parlamento, fue un nuevo ensayo político de quienes, intentan desde entonces imponer el concepto de dos Familias Ideológicas en el país, pero sin las condiciones para expresarse bajo un acuerdo electoral. De hecho la reforma constitucional que impuso el ballotage y eliminó la ley de lemas, buscaba por un lado “contener “ el avance electoral de la Izquierda y no encorsetar a las clásicas divisas electoralmente.
Las teorías del neo-liberalismo ya venían causando furor por América Latina. La privatización de Empresas Públicas, el ingreso de la Inversión Forestal y el concepto de Reducción del Estado fueron los pilares básicos de un propuesta económica, que alineó por resistencia al movimiento popular y se vio salpicada por los escandalosos casos de corrupción.
Pero a la Derecha le quedaba paño; seguía contando con una Balanza Comercial aun favorable y aunque la redistribución del ingreso seguía rigiéndose por la estricta concentración capitalista, ya se habían alejados los efectos catastróficos de la “tablita” que el primer gobierno heredó de la Dictadura. El episodio del Filtro empañó el final del gobierno Blanco, pero pillos y gorilas se le escapan a cualquiera, sobre todo por Derecha.
A pesar del avance electoral de la izquierda uruguaya en el medio del desconcierto internacional por el reciente desplome de la Europa del Este, la Derecha logró pegar un par de corcovos adustos más. Los sectores más reaccionarios del Partido Nacional se fueron a Bodega con la Gestión de Lacalle, Pacheco había fallecido y la Extrema Derecha Colorada, a pesar de ser folclórica, con Daniel García Pintos a la cabeza, posicionaba nuevamente a la figura de la Derecha Racional.
Sanguinetti por segunda vez y Batlle después, articulando los posibles gobiernos de Coalición a pesar de las contradicciones internas, fueron los brazos ejecutores de la Derecha una vez más.
Podríamos decir entonces que las ideas fuerza que rigen como fuerza centrífuga a la Derecha son:
a) La definición de Dos Familias ideológicas, una la del Frente Amplio y otra la de los Partidos Tradicionales o Fundacionales. Esta definición apunta a generar un espacio donde el centro del electorado se pueda sentir contemplado porque definirse de Derecha ya no paga. Lo de Fundacional es un concepto remozado de aquel “Nosotros” que analizábamos en el artículo anterior. Hoy ya no pueden decir que la izquierda opera para un mundo que no existe. Antes, en el mundo bipolar de la Guerra Fría, la podían acusar de ser “agentes de Moscú”.
b) La Teoría de los Dos Demonios, tratando de ubicarse los protagonistas como defensores de las Instituciones democráticas, exponiendo causal del enfrentamiento armado a miembros fanáticos de un bando y del otro. Cierto es que buena parte de los integrantes de los Partidos Tradicionales fueron piezas claves en la salida democrática, y responsables al mismo tiempo de cobijar en sus filas a quienes operaban para la Doctrina de la Seguridad Nacional.
c) La necesidad de su presencia en el tejido social, ya no solamente en las cámaras empresariales, patronales y terratenientes sino también en las organizaciones sindicales y sociales, y aun, ocupando los espacios institucionales de participación popular generado por las administraciones de izquierda.
Por: Ricardo Pose