El Estado es la forma colectiva que se ha dado en nuestra sociedad y puede tener diferentes formas. Según como se organice, esa organización va determinando su esencia. ¿Es lo mismo un Estado liberal, un Estado autoritario, uno de bienestar, uno policial represor, o un estado social y popular?.
No, claramente no son lo mismo y las diferencias radican en las formas, pero antes que nada a quién responden y representan, a quién da servicio la institución Estado. ¿A una parte?, ¿a una clase?, ¿a un poder? ¿a todos ellos?.
Un Estado debería estar siempre al servicio de las mayorías. Esto es lo que por lo menos se debería esperar de un Estado basado en la democracia republicana, aunque por lo general este es un concepto muy difundido en lo conceptual, pero muy poco usado.
Estos Estados tienen gobiernos que son quienes dirigen a nuestro colectivo, en este caso “Uruguay”. Democráticamente los diferentes colectivos políticos que se entienden capaz y que creen entender por dónde debería estar la conducción de un país en los próximos 5 años, discuten programas e ideas. Y en las elecciones, a partir del mandato popular como lo establece “un estatuto” como lo es la constitución, la gente elige cual es el colectivo que representará y pondrá sus ideas y acciones en pro de TODA la sociedad, de quien los voto y de quien no.
Esto no difiere mucho de la organización de un gremio que tiene un par de listas o sectores. Que luego de ver cuál llevará la mayoría dirige para todo el gremio y no solo para su lista.
Pues bien, el tema es que el Presidente representa por cinco años dos cosas: por un lado su programa y el de su fuerza política, pero también a todos los colectivos dentro de la sociedad.
Pero no todo es tan lineal y fácil. Las diferentes fuerzas e intereses trabajan en la sociedad para que el Estado represente sus privilegios. Pues en realidad el desarrollo de la sociedad capitalista ha generado otros poderes que están avocados a defender los intereses de unos pocos sobre la opresión de la gran mayoría. Por tanto, en realidad, en estos “Estados” otras fuerzas son las que gobiernan mas allá de los gobiernos. Y esas fuerzas no lo hacen tras un bien social.
Hay otros “poderes” que sin ser elegidos en las urnas determinan el andar o inciden en el andar de nuestros países. Con lo sucedido en Paraguay da para que esto se explique solo.
Así las fuerzas represivas, los medios de comunicación, el poder financiero, entre otros, están avocados a construir su mundo con sus intereses. A reconstruir sus privilegios, que por lo menos sienten que empiezan a estar en entredicho en parte de Latinoamérica, a raíz de sus propios fracasos antes que nada.
En Uruguay el Estado defiende la concepción de consumo desmedido, de lucro, y es fiel defensor del status-quo aún cuando el gobierno de turno no esté de acuerdo. En fin, estos “poderes” son herramientas de incidencia social que representan a la Derecha o mejor dicho, son la Derecha en nuestro país. Esas fuerzas controlan a los Estados hoy.
La diferencia entre la Izquierda y la Derecha es bien fácil: una quiere el bien social, la otra el bien individual. No hay que ser un lector avispado para saber cuál es cuál.
Sin embargo el pueblo tiene sus herramientas o las ha tenido. Los desposeídos, los que no manejan los bancos, ni los capitales, ni los medios o el aparato represivo, y que hasta hace solo 7 años no incidían ni en el gobierno. Se valieron en su momento de por ejemplo: los plebiscitos y refendums para no privatizar las empresas públicas, o las ocupaciones del 96 y 97 en los liceos para detener la reforma educativa de Rama, o las peleas de los trabajadores por recuperar sus puestos de trabajo y así salir a recuperar empresas donde el capital había desistido. Así, en Uruguay, estos, han podido incidir y cuidar o imponer ciertas medidas populares por encima de los intereses de la Derecha.
Pues bien, estos logros de izquierda se dieron a partir de la participación y organización, estos avances se dieron porque la correlación de fuerzas se equilibró por segundos o sobre un tema especifico se acumuló logrando inclinar la balanza. A través de la organización popular se incidió en la sociedad para que ésta defienda los intereses de la mayoría y para que haya condiciones de de crecer como sociedad hacia algo más justo y popular.
¿A qué viene este análisis? Pues bien, desde que somos gobierno hemos tenido un alejamiento como fuerza política de la organización popular. Muchas veces le exigimos a los compañeros del gobierno “más izquierda” sin ver cómo es la correlación de fuerzas existente. A veces exigimos cosas sin ver cómo va actuar o actúa la Derecha. Como decía al principio: se gobierna para todos, y en ese “todos” articulan y presionan todos los poderes e intereses.
Al llegar la izquierda al gobierno, un poco por herencia del Estado Batllista, que nos hizo creer que un buen gobierno basado en un Estado de “bienestar” iba a resolver nuestros problemas, muchos compañeros dejaron o achicaron su militancia. Como que “ya esta, ahora sos gobierno, dirigente, resolveme la vida”. Pero eso no sucede así.
Para peor, como izquierda conocimos otro problema, los compañeros que articulaban las fuerzas de izquierda ayer, gobiernan y no pueden estar para dirigir la fuerza política hoy, y nosotros no hemos logrado estar a la altura de la circunstancia y nuestras organizaciones de izquierda se fueron desarmando, quedando sin organización, sin participación, ni formación, ni debate, desmembrando así la red de autodefensa de masas que puede salvarte en una avanzada frontal de los intereses antipopulares.
En realidad una sociedad para todos no se hace entre pocos: o te apoyás en la participación o cualquier proceso popular está confinado a perecer o a transformarse en un gobierno de pocos. De esto también desgraciadamente la historia tiene muchos casos ilustrativos.
Esto hace todo más fácil para la Derecha. Pues para gobernar más hacia la izquierda no alcanza solo con tener gobernantes de Izquierda, sino que la sociedad organizada quiera y empuje políticas de Izquierda y le diga al gobierno “vamos, que contra los otros poderes estamos nosotros”.
Debemos debatir, exponer las ideas de Izquierda para que sean discutidas, escuchadas, hay que darle pelea al avance de la mentalidad conservadora. Estas “avanzadas” preparan el espacio para un retroceso que como pueblo no podemos darnos el lujo de dejar que pase.
Como Izquierda deberíamos poder decir “gobierno, avanzá tranquilo que acá está el pueblo que te apoya y exige estas medias de Izquierda, como la Ley de Medios, las ampliaciones de derecho, las plazas de convivencia, etc. Y que pongas la mano en la reserva del Estado si es necesario para repartir más tierra a colonos. Construí, como lo permite el FONDES o el decreto de televisión digital que deja en la zona metropolitana seis canales disponibles para televisión comunitaria”. Pero ¡ojo! seremos las organizaciones políticas y sociales las encargadas de que estos proyectos realmente sirvan para un avance de Izquierda en nuestra sociedad.
Si el Frente y la Izquierda en general no se ordena y moviliza, si no vemos que el enemigo hoy es la derecha, si no tenemos en cuenta lo que pasó en Chile, en Honduras, lo que pasa en Paraguay y lo que puede pasar en Bolivia, si creemos que el enemigo está dentro nuestro, si nos paralizamos en busca de espacios de poder pensando que eternamente seremos gobierno, no solo seremos ingenuos sino que bruto favor le haremos a la Derecha, estaremos desarmados y no lograremos incidir en la suerte de la gente.
Porque en estos días se demuestra lo que tanto ha dicho el Pepe: a un gobierno de Izquierda, si fracasa, lo sigue un tremendo gobierno de Derecha.
Estamos a tiempo de reorganizarnos, de visualizar desde fuera del gobierno nuestro rol de acumulación estratégica e histórica como fuerza política.
Un país más justo y solidario se hace todo los días, en las coherencias y búsqueda de coherencia de nuestras acciones, organizando y siendo solidarios con el otro y con uno, aceptando las diferencias y buscando los acuerdos, criticando pero, antes que nada, proponiendo y escuchando, en fin, aportando a la construcción de un país socialista.
No esperemos a perder el gobierno para reorganizar al FA, a sus sectores y a todo el movimiento social. Estamos a tiempo. No esperemos de los dirigentes lo que debe salir de cada uno de nosotros, pues como dice Calle 13, “si quieres cambio verdadero, pues camina distinto”.
Por: Piero Sabini