Este es el segundo de una serie de artículos vinculados al desarrollo histórico de los soportes tecnológicos relacionados a los medios de difusión masiva y su papel en la sociedad.
Si revisamos las páginas de espectáculos, tanto aquellas que aparecen en los diarios montevideanos como a las que se accede por Internet, nos encontramos con un detalle sorprendente. El teatro, el cine, hasta la TV por cable tienen cabida entre los avisos que informan al potencial espectador de las opciones que le ofrece la cartelera. Sin embargo, no hay información acerca de la abundante programación radial.
Lo primero que nos preguntamos, es la razón de esa aparente discriminación; y entonces caemos en la cuenta de que las emisiones radiales no son básicamente una forma de entretenimiento para aquellos que elaboran las columnas de espectáculos. Lo notable es que lleguen a esa conclusión a pesar de que más del ochenta por ciento de las emisiones radiales en nuestro país están ocupadas por espacios musicales o de entretenimientos.
Es que la radio, desde que fue concebida como un experimento exitoso de laboratorio, mostró para qué había llegado a este mundo: la radio era el medio de comunicación que los “tiempos modernos” requerían.
Siempre fiel a su cometido, agregó diversiones y entretenimientos, para transformarse en presencia indispensable, para saberse bienvenida en todas las casas. Pero en esencia, la radio fue siempre sinónimo de información; y como una cosa trae la otra –la información que manejamos nos perfila- también la radio fue siempre formadora de opinión.
Radio – información, radio – formación
Dicen que siempre hemos sido un pueblo muy politizado. Es decir que la política ocupa un lugar preferencial entre los temas que gustamos discutir y opinar.
Será por esa razón que la primera emisión de Radio Paradizábal, el 12 de noviembre de 1922, consistió en una alocución de José Batlle y Ordóñez a favor del candidato de su partido, el Ingeniero José Serrato. Lúcidamente, el locutor anunció: “Más veloz que el rayo, tan rápido como la luz, el batllismo quiere llegar a todas partes, devorando kilómetros en todas las direcciones.”
Y Don Pepe, que también se percató del potencial propagandístico de la nueva herramienta, lo remarcó en su discurso: «Correligionarios de todas las ciudades de la República…Recibid todos, en este mismo instante, el augurio feliz de la próxima victoria electoral que mi voz os lleva, salvando las distancias en alas del progreso, con la velocidad del pensamiento.» Luego, el Himno Nacional, La Marsellesa y el Himno a Garibaldi completaron la primera emisión no experimental que se llevó a cabo en el país.
Había sido una verdadera apuesta a la tecnología por parte de Sebastián Paradizábal, que invirtió en la importación de los equipos transmisores, y en quinientos receptores completos con antena, teléfonos e instrucciones. “Aproveche usted la alegría e instrucción que gratuitamente le brinda el aire y que por $12.00, la Casa Paradizábal vende» (El Día, 13.11.1922).
Radio – tribuna política
Si alguien comprendió en toda su dimensión el poder de la radio como agente formador de opinión, ese alguien fue Benito Nardone. Chico-Tazo “salió al aire” por Radio Rural todas las mañanas desde 1940 a 1958. Un año después su prédica constante dio frutos: trasformó a su fuerza política, la Liga Federal de Acción Ruralista, en el diferencial de votos que permitió al Partido Nacional ganar las elecciones luego de casi un siglo de predominio colorado; y lo llevó a él mismo, a ocupar el cargo de Presidente del Consejo Nacional de Gobierno (1960).
A las once y media, cuando el trabajador rural volvía de sus tareas matinales, desde el receptor acomodado en medio del hogar, se oía la música del Pericón Nacional y la charla de alguien que había adoptado su misma forma de expresarse. Chico-Tazo había asimilado la conducta y el lenguaje del habitante rural, a pesar de su origen montevideano. Del servicio a la comunidad -información de mercados, avisos urgentes que no podían llegar por otra vía – se pasaba gradualmente a la formación de la conciencia gremial y luego a la política. Si bien su propaganda política incluyó recursos tradicionales como los “mitines” partidarios a los que denominó “cabildos abiertos”, CX4 Radio Rural fue la herramienta fundamental para atraer las voluntades de grandes sectores de la población rural.
Radio – Libertad
La radio expresión de las vivencias ciudadanas, la radio informadora de la crónica del día, aquella que podía unir a la comunidad en alegrías y en dolores, sufrió el mismo tajo brutal que pretendió cortarnos la lengua a todos. Pero como todos nosotros fue, mientras pudo, expresión de resistencia.
¿Quién no recuerda a Rubén Castillo desde Radio Sarandí, repitiendo a Lorca, el 9 de Julio de 1973? “A las cinco de la tarde…ya luchan la paloma y el leopardo, a las cinco de la tarde” Quien quería entender, entendía…y se fue a 18 de Julio, “a las cinco de la tarde”.
¿Quién no recuerda a Germán Araújo desde CX30, describiendo con la emoción que sentíamos todos, la salida de los últimos compañeros presos en el penal de Libertad?
La radio sobrevivió, como nosotros, a los tiempos obscuros; y como nosotros salió llena de heridas; pero volvió a recrear el vínculo con su audiencia, y a jerarquizar la importancia de informar y saberse informado.
El football y la “Vuelta Ciclista”; el radioteatro y “Cerro Mocho”
Hasta ahora nos hemos dedicado a recordar algunos sucesos que muestran a la radio como evidente formadora de la opinión pública. Pero en sus noventa años de historia en el medio local, la radio cumplió con el rol imprescindible de difundir nuestra cultura en todas sus manifestaciones. Las nuevas formas musicales y los nuevos creadores tuvieron -y tienen- su espacio, por la generosidad, la audacia o la visión de los conductores de programas como el paradigmático Discodromo. El teatro nacional y universal, la comedia costumbrista y el deporte con su carga de emoción, y de reafirmación casi mística, también deben ser recordados. Para asomarnos a esta otra cara de la radio es que, estimado auditorio, les invitamos a seguir ocupándonos de esta compañera entrañable que sigue viva, más allá de cualquier competencia.
Por: Magela Fein