Una integración militante
Para explicar cabalmente el modelo de integración que anhelamos y por el que trabajamos a diario, debemos empezar por recordar lo desintegrado que estábamos como países y como región, hasta hace pocos años. Sufrimos un quiebre estructural: la desintegración política, económica, social y hasta cultural.
Las consecuencias de las políticas neoliberales arrasaron con todo en otros países de la región y dejaron fuertes secuelas aquí también en la depresión del empleo, la industria y los niveles de pobreza e indigencia. La devaluación brasileña de fines de los `90 y la crisis financiera argentina de comienzos de los 2000 también nos golpearon duramente. Nos golpearon las crisis internacionales desde el 2008, empezando por Lehman Brothers y siguiendo, por las crisis que atraviesan los países europeos que en estos días nos pone a prueba también, como países y como región.
Entender de dónde venimos y lo que tuvimos que superar es vital para vislumbrar el horizonte de integración que tenemos por delante y hacia el cual avanzamos.
Para nuestra fuerza política la integración es un concepto mucho más complejo y ambicioso que una palabra que suena bien en los discursos. Se trata de un anhelo de larga data y un proceso en movimiento, con metas a corto, mediano y largo plazo. Nuestros esfuerzos y estrategias están comprometidas sin retorno alguno en la construcción colectiva de esa integración en sus distintos aspectos y niveles de profundidad.
Porque integración es comunión de intereses, pero también es reconocernos en la diversidad, es igualdad en el intercambio; es alianza política de principios y valores: la democracia, la libertad, la soberanía, el desarrollo de los pueblos y la protección de sus derechos.
La construcción de este paradigma de Integración que defendemos requiere no solamente de nuestra visión y capacidad, sino de un compromiso militante diario y sostenido. Es parte de nuestro ideario personal y lo llevamos incorporado en el mandato y el impulso de la fuerza política.
Nuestro primer compromiso: “EL MERCOSUR”
Uruguay tiene vínculos económicos y comerciales con el MERCOSUR que son fuertes e insoslayables: nuestros principales mercados, los principales inversores y las principales exportaciones de productos y servicios del Uruguay están en este “alero”, como lo ha llamado el presidente Mujica.
Si no existiera el MERCOSUR con sus instancias de intercambio y toma de decisiones, el destino del Uruguay sería mucho más complejo en el contexto crítico en el que vivimos.El MERCOSUR ayuda a resolver los problemas, no los profundiza.
Por más ruido que algunos hagan usando el megáfono mediático, me obstino en recordar que los problemas no surgen del MERCOSUR en sí. Los problemas que hoy tenemos surgen primordialmente de una colosal crisis económica de dimensiones todavía no mensurables y de carácter global.
Lo que persigue el MERCOSUR es encontrar soluciones económicas y políticas en favor del equilibrio y la estabilidad y, sobre todo, para el progreso de sus pueblos.
Aun cuando para ello el MERCOSUR tenga que reconvertirse, revisar su biografía, reescribirla, reinventarla y… ¡ponerse de pie!
En el MERCOSUR nos llamamos países hermanos. Y así es. Somos hijos de similares vínculos sociales, históricos, culturales y familiares que enlazan nuestras naciones. Y como hermanos que somos tenemos toda la compleja carga hereditaria y la dinámica de crecimiento y diferencias de madurez y tamaños que tiene la relación entre hermanos. Las diferencias existen y también algunos malos hábitos “de crianza”.
Cuando los países de dimensiones como la nuestra criticamos al MERCOSUR tal como está, cuando decimos que hay cosas para cambiar, nuestra idea es la de transformarlo para fortalecerlo.
Tenemos la misión de fortalecer la institucionalidad del MERCOSUR
Así lo expresó el presidente Mujica:»…nuestra lucha y nuestro mensaje tiene que estar en relación a cuidar la relación económica con ese MERCOSUR lleno de defectos. Estamos para no disimular esos defectos, pero menos estamos para «comernos la pastilla” de que el mundo es abierto, nos está esperando de brazos abiertos, y que tenemos mercados por todas partes».
No hay que tener miedo de decirlo en voz alta y clara porque lo que nos compromete y lo que hasta aquí nos trajo es el cambio.
No podemos resignarnos a la mera queja y a que «el MERCOSUR se vacíe de contenidos». La resignación no está ni estuvo nunca en nuestra naturaleza política. Nuestro compromiso es trabajar para que su letra no sea letra muerta en ninguno de sus párrafos; que sus espacios de negociación estén vivos y su agenda sea dinámica, propositiva y el factor fundamental para resolver estos temas que se plantean hoy.
Muchos hablan -con mayor intensidad en los últimos meses- de los problemas y los obstáculos que tenemos. Los temas pendientes con los vecinos más grandes, los temas comerciales, los retos que son parte de un proceso en marcha. Cuando aparecen las soluciones -que son puntuales, firmes y muchas veces con el beneplácito expreso de la oposición- desaparecen de las noticias de las tapas de los diarios. Lo asumimos como parte de las reglas con las que nos toca jugar.
El trabajo que hace el gobierno para asegurar los mercados regionales y para asegurar flujos económicos y comerciales con Brasil, con Argentina y con una segunda línea de países en la región es fundamental en esta búsqueda de soluciones.
Nuestro compromiso es con la gente no con los números pero no nos asusta hacer un balance cuantitativo:
A nivel nacional, en este contexto tan desfavorable y al cierre del año anterior, podemos destacar: un aumento del 8% de la producción industrial, el mantenimiento de la proyección anual del 4%, un récord en la baja del desempleo, el logro de haber reducido la pobreza un 25% desde 2005, el haber bajado la indigencia al mínimo histórico del 0,3% de los hogares, el haber batido récord en exportaciones y en inversión extranjera.
Tres de los cuatro principales mercados para Uruguay son socios del MERCOSUR.
Brasil, país con el que Uruguay pasó de tener un déficit comercial estructural a instalarse en una balanza equilibrada y en pleno crecimiento con nuevas perspectivas y un nuevo paradigma bilateral en cuanto a la libre circulación de bienes y servicios, infraestructura e integración energética.
Argentina ha adoptado diversas medidas proteccionistas durante el último año. No obstante, Uruguay ha mantenido mejor que otros países de la región sus niveles de exportación y relacionamiento comercial. Argentina es hoy el segundo socio comercial de Uruguay en exportaciones de bienes y servicios sumados ambos.
Seguimos construyendo integración
En cuanto a Venezuela, consideramos de suma importancia su ingreso al bloque. Desde hace años este país ha priorizado el comercio con el MERCOSUR y su mercado ha revitalizado exportaciones de bienes con valor agregado llegando a constituirse en el cuarto mercado para nuestras exportaciones. El ingreso de Venezuela aporta elementos dinamizadores y de equilibrio en un acuerdo signado por las asimetrías. Es una clara oportunidad de ampliación del mercado y de incorporar una pieza clave que brindara agilidad, velocidad y eficiencia a todo el bloque.
Se ha firmado además la solicitud de ingreso para integrarnos como observadores en la Alianza del Pacífico; tender este puente con la comunidad andina es un primer paso estratégico en este nuevo enfoque de la integración.
Estos son resultados de índole colectiva, fruto de políticas coherentes y definidas; firmes pero con buenos reflejos para el cambio; orientadas a no cometer errores nuevos y a no repetir los del pasado. Políticas empeñadas en salir de la lista de fracasos estereotipados en nuestro país, como seguir las recetas de la OMC a ultranza, el ALCA, el fallido MERCOSUR de los `90.
Políticas maduras que han aprendido que un espacio comercial preferencial no se hace a expensas de la pérdida de sectores enteros del país productivo -en particular de sus industrias- donde los grandes popes no tuvieron la creatividad para crear mecanismos o sistemas de alerta temprana sobre los problemas que acarrea la desregulación de los mercados. (Basta con recordar que, con el relanzamiento del MERCOSUR a comienzos de los años 2000, llegamos a tener niveles de desempleo récord, vaciamiento bancario, inversión 0 y PBI negativo).
Construyendo en la diversidad
Debemos también generar las condiciones de integración a partir de la diferencia y la diversidad. No podemos pensar solamente en trabajar la integración con aquellos países que nos son más afines ideológicamente o a nivel de gobierno.
Hay que generar relaciones con todos. Es a partir de ahí donde se van a generar condiciones genuinas de integración que van a durar, a persistir en el tiempo y a convertirse en plataforma de ambiciones aun mayores.
Los logros que hoy podemos enumerar, no son fruto de la casualidad ni obra de la providencia: trabajando juntos públicos y privados, han sido un ejemplo paradigmático y no es casualidad que Uruguay cuente hoy con más de 150 mercados abiertos para sus productos en el mundo.
Pero no nos vamos a quedar sólo con estos logros, que no son pocos, pero no están aun a la altura de la idea de Integración que tenemos ni de nuestras ambiciones de desarrollo, progreso y bienestar para nuestra gente.
“A redoblar”
Tenemos que ser creativos y tener soluciones nuevas para problemas nuevos, porque el mundo no es el mismo a partir de la crisis financiera de fines del 2008, 2009. Pero ello no impide proclamar que nuestros ideales sí son los mismos: trabajo, educación y equidad para la gente.
Tenemos instrumentos que todavía no son suficientes, la agenda externa del MERCOSUR camina lentamente. Las negociaciones MERCOSUR-UE se relanzaron por sexta vez. Definitivamente es necesario que las mismas concluyan positivamente cuanto antes.
Esperamos que Estados Unidos pueda ser un mercado clave para el Uruguay en rubros estratégicos. Para ello, son los Estados Unidos quienes deben volver a mirar a América Latina como prioritaria, como región y fundamentalmente, por sobre lo que priorizó en la década pasada y comienzos de esta: la lucha contra “el eje del mal”, la seguridad y el Oriente Medio.
A veces hay debate sobre algunas decisiones y orientaciones. Es pertinente recordar que hay decisiones que se toman en defensa de los intereses de un país de tres millones y medio de personas. Un país que no puede producir todo lo que consume ni consumir todo lo que produce.
Creciendo con dignidad y compromiso democrático
A la hora de tomar decisiones debemos tener presente que toda política de inserción internacional debe procurar corregir las asimetrías desfavorables, ser herramienta de equidad y de un progreso económico que no sea el negocio de unos pocos sino que se vuelque en trabajo, calificación y mejora real de la calidad de vida en todas sus dimensiones.
Debemos continuar trabajando institucionalmente las instancias del MERCOSUR, UNASUR y CELAC. Todos los temas regionales deben tener un enfoque regional primero, y buscar soluciones regionales antes que individuales.No existe la democracia sin Estado de derecho y no existe Estado de derecho sin el pleno respeto de los derechos de los ciudadanos.
Ya no es posible hablar de integración sin la preservación de los valores fundamentales compartidos por los Estados que integran estos procesos. Todas las formas de integración regional se basan en valores esenciales. La democracia, pilar de integración, es uno de ellos. El respeto por la soberanía de nuestros pueblos, la democracia y la libertad no son negociables. No hay -no debería haber- ni medias tintas ni dobles bibliotecas al respecto.
Todos estos elementos, hacen a la política exterior del país y al concepto de integración que tenemos. En defenderlos y trabajar a diario con actitud militante, con humildad pero con convicción, constancia y cierto grado de osadía, nos va la vida.
30 de agosto de 2012
Por: Luis Almagro