Se oye hablar de la extranjerización de la tierra, proceso de transnacionalización con ciertas características nuevas, que amerita detenerse en él.
Se trata de un proceso de transnacionalización que le da características distintas a la clase dominante, y por tanto a la producción, a su estructura productiva y social, y a la lucha de clases en general.
Algunos numeritos
Hoy se vuelve a hablar de estancamiento ganadero. Mientras el sector agropecuario creció un 4,1% entre 2005 y 2011; la cría de animales bajó un 9,4% en igual período, creciendo la agricultura y producción de madera en un 32% y 38% respectivamente, según datos del BCU. La cría de animales que era casi el 70% de la producción agropecuaria a la salida de la crisis, en el 2011, no llegaba a alcanzar el 50%, inusual en la historia de este país. Retrocede la ganadería ante el avance de la agricultura. La forestación, luego de avanzar en la década de los noventa y primeros años del milenio, crece en términos absolutos (38%), con poco cambio en términos relativos. La Soja y el trigo prácticamente se triplican en esos años y el arroz se incrementa aunque mucho menos. La soja llega a ser aproximadamente el 20% de la producción agropecuaria, cuando en el 2005 era solo el 7%.
La población ocupada en el sector en términos cuantitativos totales no muestra mayores cambios hasta el 2010. Ocurren en ella cambios cualitativos y en su estructura interna. Lo primero vinculado al blanqueo de los primeros años de gobierno frenteamplista (formalización del trabajo) y proceso de sindicalización de la misma. Lo segundo, debido al mismo cambio en términos de producciones que trae consigo empleos específicos diferentes. Hacia el 2011 decrecen los ocupados en el agro, al parecer por mejores oportunidades remunerativas brindadas por el sector de la construcción. La productividad (producción en relación a la cantidad de trabajadores) se mantiene hacia el 2007-2010, incrementándose hacia el 2011.
Lo que sin dudas se incrementa es el rendimiento (cantidad de producción por hectárea). El rendimiento por hectárea en los años señalados del arroz ascendió en un 27%, el de la soja un 4% (que había aumentado un 23% hacia el 2009/2010 cayendo luego hacia el 2010/2011), un 8% el trigo (con similar evolución que la soja), manteniéndose la cebada.
Las ganancias
Los precios de la hectárea promedio se multiplicaron por 4 entre el 2005 y 2010 sobrevaluando el patrimonio. Es que los precios internacionales de estos productos han evolucionado de manera sorprendente y ante la demanda de varios países emergentes (China, India, Rusia), que podrán enlentecer su desarrollo, pero parece difícil pensar en un retroceso, sobretodo en el caso de China, lo que nos plantea una situación de poco cambio por el momento. Así es como ante crecientes exportaciones, la agricultura incrementa su peso en el total de las mismas, pasando de un 15,3% en el 2009 a un 22,6 acumulada a junio 2012.
Concretamente, este comportamiento en los precios de los productos por encima del encarecimiento de los insumos, ha hecho incrementar las ganancias del agro y ha sido la base para los cambios productivos y en la propiedad ya mencionados: el capital va a donde encuentra crecientes ganancias, es la ley económica fundamental del capitalismo, o sea la obtención de masas cada vez mayores de plusvalía. Lo expuesto, con o sin innovación tecnológica, aunque en relación al sector no se descarta la importancia de la misma, citando por ejemplo, la trazabilidad en la ganadería (en retroceso), considerándose la soja como un cultivo extensivo cuya cadena de valor resulta bastante menor.
Por otra parte, si el IRAE en la actividad agropecuaria es pagado sobre la renta neta (o sea, renta bruta menos costos), entonces su evolución indirectamente puede indicarnos el devenir de tal renta o cuota de ganancia en el sector. Recordando antes de la reforma tributaria se puede observar el IRA, tenemos que en el 2005 fue de U$S1,2 millones y en el 2011 la cifra alcanzó los U$S13,4 millones.
El nuevo patrón: Centralización y concentración
En la primera década del siglo XXI, los patrones con nacionalidad uruguaya vendieron más tierra que la que compraron por casi 2 millones de hectáreas, los argentinos se mantuvieron, los brasileros también perdieron, y los grandes ganadores no fueron personas físicas. Tal es así que según datos de DIEA las personas físicas han perdido en la década 1,9 millones de hectáreas, mientras que las sociedades anónimas y otras han comprado por encima de lo vendido la misma cantidad.
Es este un proceso sustantivamente distinto, donde la propiedad pasa de grandes a más grandes. Se caracteriza más por la centralización del capital, que por la concentración misma, aunque lógicamente una y otra van juntas. He ahí al nuevo “patroncito” o poder económico: Las sociedades ahora nominativas, que no son otra cosa que monopolios capitalistas, trasnacionales, estas formas de capital se están apropiando de nuestro principal recurso productivo, proceso en avance en los últimos años. La pregunta entonces sería: ¿estamos en camino, aunque sea de largo plazo, de la liberación nacional y el socialismo? ¿rompemos o recreamos lazos de dependencia?
¿Qué hacer?
Durante el gobierno frenteamplista, se ha afrontado esta problemática. El solo hecho de hacerlo (aunque sea tímidamente), obligó a afrontar multiplicidad de contradicciones sociales, con los “patroncitos” y sus representantes directos (Blancos y Colorados), e incluso a la interna del frente mismo. Así pasó con la ley de ordenamiento territorial, con la misma reforma tributaria, luego la nominación en la propiedad de la tierra y finalmente el ICIR.
Ante este nuevo poder económico se requiere acumular fuerzas, por ello mismo este tema será central en el debate para seguir avanzando en el programa estratégico de la izquierda.
Por: Cultelli – Tajam