La disposición suficiente de infraestructuras adecuadas y de sus servicios asociados, resulta vital para sustentar cualquier estrategia de desarrollo económico y social que pretenda ser exitosa y sostenible en el tiempo.
Es factor principal para viabilizar la integración dentro del territorio de cada país y a nivel subregional y regional y para que ésta, alcance a todos los niveles y se desarrolle en todas sus dimensiones.
Por sus propias características, la infraestructura y los servicios de transporte, energía y telecomunicaciones relacionados, son herramientas para la cohesión del territorio, para tener accesibilidad y conectividad, para facilitar la movilidad y las actividades logísticas. Resultan indispensables para dar viabilidad a las más diversas actividades productivas y para facilitar el desarrollo social integrando y permitiendo a sus habitantes conectarse y moverse en su entorno y fuera de él. Son en definitiva, factores preponderantes y siempre presentes a la hora de plantearse objetivos de cambiar las condiciones y calidad de vida de las personas.
Es ampliamente aceptado y presente en todo análisis técnico sectorial, las dificultades que a mediano o largo plazo se enfrentarán si hay insuficiencia de infraestructura, básicamente de transporte y energía. Pero resulta necesario destacar que aun reconociendo el valor que tienen, por sí mismas las infraestructuras no traen desarrollo, equidad, inclusión social, disminución de asimetrías. Es más, podrían muchas veces ayudar a producir más desigualdad y ser vehículos de profundización de problemas endémicos o incluso generar nuevos, según se las utilice.
Por ello, para que su gigantesco potencial pueda ser canalizado hacia el logro de objetivos cuyo fin es mejorar en lo económico-social en sentido amplio, tienen que ser parte de una estrategia general y ser parte de las políticas públicas sociales y económicas que se impulsan en el marco de una visión integral y sostenible. Ello vale tanto al nivel nacional o de cada uno de los países aisladamente y tiene mucho más significación, cuando se trata de pensar en infraestructuras integradas en lo regional.
En nuestra Sudamérica, tenemos resultados positivos en muchísimos aspectos, amplia disposición de recursos naturales, biodiversidad, convivencia multiétnica y multicultural, logros deportivos, crecimiento económico sostenido en los últimos años, etc. Pero también tenemos el triste récord de ser la región más desigual del mundo. Y seguramente uno de los aspectos que contribuye a que esta situación permanezca, es la endémica insuficiencia y en muchos casos ausencia, de infraestructuras apropiadas.
Todo proceso de integración regional, que se plantee trascender la mera visión mercantilista necesita el sustento de una visión política integral consensuada, que permita la convergencia de las políticas de los países hacia los objetivos que se plantean para el conjunto. Esta visión común es lo que desde la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), aprovechando un más favorable escenario regional en lo político e ideológico, se está tratando de construir. El trabajo que se plantea desde Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), no escapa a esta lógica y representa un enorme desafío para desplegar acciones hoy y planificar los próximos decenios.
Desde la segunda década de este siglo, el proyecto de integración suramericana presenta una gran vitalidad y tiene como objetivo la “conformación, de manera participativa y consensual, de un espacio de integración y unión en el ámbito cultural, social, económico y político entre sus pueblos, con vista a eliminar la desigualdad socioeconómica, alcanzar la inclusión social y la participación ciudadana, así como fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía y la independencia de los Estados” (Tratado Constitutivo de UNASUR).
La prioridad para la integración de la infraestructura tiene como fundamento el proceso político de coordinación entre los países suramericanos. La creación de UNASUR, en mayo del año 2008, con la firma de su Tratado Constitutivo, representa un nuevo marco para el proceso de integración. En agosto de 2009, en la III Reunión Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno en Quito, se creó el COSIPLAN, uno de los nueve Consejos en áreas temáticas específicas que tiene UNASUR. Por medio de la Decisión que creó el COSIPLAN, el Comité de Dirección Ejecutiva de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), fue remplazado por el referido Consejo, siendo reconocidos los resultados alcanzados en el ámbito de IIRSA; al mismo tiempo, se reiteró la decisión de «profundizar y perfeccionar los avances logrados en la identificación, evaluación e implementación de proyectos de integración en el marco del proceso de planeamiento de escala regional que realizan los países de América del Sur»
El COSIPLAN debe aprovechar el importante respaldo político con el que nació, mantenerlo para impulsar con éxito las actividades y proyectos, para facilitar el desarrollo económico y social sustentable de América del Sur. De este modo, se renueva el mandato de prioridad de la integración física, reforzándose la legitimidad de los esfuerzos de integración de la infraestructura regional, al incluir el tema en la agenda común de UNASUR.
Varias definiciones trascendentes ya se han tomado, fruto del trabajo de los últimos dos años, lo cual ha sido plasmado en el Plan de Acción Estratégico 2012-2022 (PAE).
El concepto de los Ejes de Integración y Desarrollo (EID), fue ampliado para privilegiar el desarrollo sustentable y actuar en la reducción de las asimetrías existentes en la región. La revisión de la cartera de proyectos y la conformación de una Agenda de Proyectos Prioritarios de Integración (API), se realizó considerando que los proyectos de infraestructura a incluir por los países deben contribuir al desarrollo endógeno regional y a la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones en las áreas de influencia de los emprendimientos.
La API, incluye 31 proyectos estructurados que a diferencia de proyectos aislados, busca consolidar redes de alcance regional con el objetivo de generar sinergias positivas y solucionar las diferencias e insuficiencias de la infraestructura existente. Se han incluido aquellos proyectos considerados estratégicos y de mayor impacto para la integración regional, pudiendo involucrar a un único país, ser binacionales o multinacionales. Los proyectos incluidos en la API, permiten confirmar que los países suramericanos han incorporado fuertemente la necesidad de disponer de todos los modos de transporte, priorizando los más eficientes y sustentables. Además de los proyectos viales, aparecen en la API varios proyectos de rehabilitación e interconexión ferroviaria y desarrollo de hidrovías para impulsar el transporte fluvial. Acompañando este cambio de enfoque, nuestro país en consenso con los demás involucrados (Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia), ha incluido en la API los proyectos: Mejoramiento de la Navegabilidad de los Ríos de la Cuenca del Plata (ríos Paraguay-Paraná y Uruguay), Interconexión Ferroviaria Paraguay-Argentina-Uruguay, Rehabilitación del ramal ferroviario Chamberlain-Fray Bentos, Circunvalación de Nueva Palmira y Sistema de Accesos Terrestres al Puerto, Nuevo Puente Internacional Jaguarao-Río Branco, Transporte Multimodal en Sistema Laguna Merín y Lagoa dos Patos y Corredor Ferroviario Montevideo-Cacequí. Esto resulta consistente y es consecuencia del cambio en las políticas que impulsa nuestro gobierno, sobre propiciar el desarrollo de un sistema de transporte integral e integrado por todos los modos disponibles.
El COSIPLAN tiene un desafío trascendente en esta década en que deberá además de revisar y aplicar las metodologías de planeamiento territorial; profundizar y perfeccionar las redes de infraestructura entre los países; lograr mayor difusión, en las sociedades de los países suramericanos, de los trabajos relacionados con la integración de la infraestructura; perfeccionar el papel del Consejo respecto de la ejecución de proyectos; avanzar en los procesos sectoriales y en la implementación de los proyectos prioritarios.
Evidentemente estamos frente a una nueva oportunidad para avanzar más rápido en mejorar la disponibilidad e integración de infraestructuras y servicios asociados y potenciar su rol como instrumentos para alcanzar el mayor desarrollo socio-económico en la región. Y ello porque transitamos un período de mayor convergencia en la visión estratégica y en las políticas que impulsan los países a nivel interno, que encajan perfectamente en el ámbito regional y sustentan la visión común.
Por: Pablo Genta