Entrevista a José Villamil, encargado de la división patentes de la DNPI (Dirección Nacional de la Propiedad Industrial), dependencia del Ministerio de Industria Energía y Minería encargada de los temas de propiedad industrial, marcas y patentes. Desde el año 2005 integra el Consejo de Derechos de Autor, del Ministerio de Educación y Cultura.
¿Qué son las patentes, para qué sirven?
Las patentes, para decirlo en forma sencilla, son una especie de monopolio que el Estado concede a aquellos inventores, aquellos generadores de invenciones, de nuevas tecnologías, por un tiempo determinado que son veinte años. Esa especie de monopolio consiste en un derecho de prohibir que otros produzcan, comercialicen, los productos patentados o usen los procedimientos patentados. Las patentes protegen dos tipos de inventos: los productos nuevos y los procedimientos nuevos. En síntesis eso es una patente.
En el caso de las especies vegetales y de las semillas ¿Qué es lo que se patenta, los genes, un procedimiento, una modificación genética?
Hasta el año 1994 la mayoría de las leyes latinoamericanas y algunas de los países desarrollados, no protegían por patentes ni los productos farmacéuticos ni los productos biotecnológicos. En ese año se aprueba la Organización Mundial del Comercio y entre los tratados de carácter comercial se incluye uno que tiene que ver con propiedad intelectual que se llaman los ADPIC (Acuerdo de Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio). Ese tratado que está inserto en el paquete OMC, para decirlo de alguna forma, obliga a los países a elevar sus estándares de protección y a ampliar el campo de la protección. En consecuencia, la mayoría de los países en desarrollo que no patentaban el producto farmacéutico ni el producto biotecnológico, se vieron obligados por ese acuerdo a ampliar el campo de protección.
Ese acuerdo tiene mucha fuerza porque es un paquete que incluye el acceso de nuestros productos a los demás mercados, baja las barreras arancelarias permitiéndonos el acceso. Allí había una necesidad de aprobar ese tratado para, a su vez, nosotros beneficiarnos de los tratados referentes al comercio de bienes y barreras.
Además, ese paquete o OMC tiene toda una serie de mecanismos que lleva a que los países que no cumplan con sus disposiciones puedan ser sancionados. El acuerdo ADPIC tenía cláusulas de transición que obligaban a los países a adaptar su legislación a las disposiciones del tratado, en los hechos a ampliar nuestro campo de protección. Ahí ingresa el patentamiento de los productos farmacéuticos y de los productos biotecnológicos. Sin embargo, el acuerdo si bien establece obligaciones, tiene márgenes de maniobra para los Estados, lo que llaman las «flexibilidades». Es decir, los Estados tiene márgenes de maniobra para adaptar su legislación de acuerdo a sus estrategias de desarrollo y de acuerdo a su política.
Nosotros adaptamos nuestra legislación en materia de patentes en el año 99, cuando se aprueba la ley 17.164. Además de lo farmacéutico, en materia de lo biotecnológico, lo que la ley dispone, de acuerdo con lo que obligan los ADPICs, a patentar son los productos biotecnológicos modificados por el hombre, donde haya intervención del hombre en el producto natural. Nuestra ley sigue excluyendo la protección de los productos naturales, es decir, de las plantas, de los microorganismos que están en la naturaleza, esos no son patentables. Todo lo que está en la naturaleza como tal no es patentable porque, siguiendo los viejos principios, no son un invento, son un descubrimiento.
El invento por definición implica una combinación entre lo que está en la naturaleza y la intervención humana, una máquina es eso, usar las leyes de la naturaleza con una intervención de la fuerza humana que la aprovecha. Los microorganismos, y a eso nos referimos fundamentalmente, que existen en la naturaleza no son patentables de acuerdo a la normativa uruguaya. Hay otras normativas, y ahí están los márgenes de flexibilidad, como la normativa europea y estadounidense que dicen que el microorganismo como está en la naturaleza no se patenta pero una vez que se aisló de la naturaleza si se protege por patentes aislado, porque dicen que el procedimiento para aislarlo y lograr que el microorganismo sobreviva con sus funcionalidades básicas por fuera de su ambiente natural, eso se considera una invención y que esa intervención del hombre convierte a ese microorganismo natural o existente de la misma forma que estaba en la naturaleza puesto que hubo una intervención. Nosotros en principio, y esa es la interpretación que le estamos dando a nuestra ley, creemos que si el microorganismo es el mismo que existe en la naturaleza no se protege porque es un descubrimiento. Allí vemos un lindo ejemplo de lo que son los márgenes de maniobra y las flexibilidades.
Un transgénico tiene notoriamente intervención de la mano del hombre, es una construcción del hombre, donde ya no es más un organismo natural sino que hay una modificación por la mano del hombre, hablando en términos sencillos y tradicionales, del microorganismo natural y esos microorganismos genéticamente modificados sí son patentables. Entonces, cuando yo tengo un gen, es decir un ADN que no es el natural de la planta sino que se le insertaron secuencias de ADN que modifican sus funcionalidades o se le insertaron genes de otros organismos a los efectos de cambiar sus propiedades, como por ejemplo volverlos resistentes en el caso de las famosas patentes de Monsanto, volver el vegetal resistente a un pesticida; ese microorganismo genéticamente modificado es patentable. Las plantas no se patentan, lo que se patenta es el microorganismo que forma parte de la planta. La planta, de acuerdo a las posibilidades que brinda el acuerdo ADPIC, las variedades vegetales, los cultivares, se protegen por otra forma de protección que es similar a la de las patentes pero que tiene sus peculiaridades para adaptarse justamente a la producción de una planta que es una cosa muy distinta a un objeto industrial y que es a través de la «Unión para la Protección de las Obtenciones Vegetales» (UPOV). Nosotros tenemos una ley de variedades vegetales y un organismo que es el registro de variedades vegetales que es el Instituto Nacional de Semillas el INASE que es un organismo distinto que nosotros, y eso sucede en todos los países. Las variedades vegetales son protegidas por las leyes de protección de variedades de vegetales, nosotros y un montón de países en el marco de ese convenio internacional que es la UPOC (Unión Para la Protección de las Variedades Vegetales, más o menos la traducción de la sigla) se protegen por ese otro mecanismo.
Así que tenemos el microorganismo genéticamente modificado protegido por patentes y la variedad vegetal protegida por el INASE a través de la ley de protecciones de variedades de vegetales. Cuando hablo del organismo genéticamente modificado me refiero al código genético modificado. Hay allí un gen que se le introduce de otro organismo que es resistente y entonces la planta se vuelve resistente.
¿Lo que se puede patentar es el uso que se le da a ese otro gen?
No, se patenta todo el ADN nuevo, el ADN mezclado digamos, que tiene el gen introducido más el natural, eso es una construcción. Si la naturaleza lo diera, de golpe lo pueden encontrar por la forma en que se producen variedades vegetales en forma natural, por cruza, o por injertos, que es como se producen los cultivares, el trabajo que hace el INIA. El INIA genera cultivares que no son transgénicos por los mecanismos naturales tradicionales, va cruzando, va viendo, va seleccionando.
¿Las plantas híbridas si serían del otro organismo?
Si son una organismo vegetal que sea estable, uniforme, etc. y constituye una variedad vegetal se protege como tal en el INASE por el registro. En este caso no hay biotecnología, ya que esta nueva variedad fue hallada por un método natural. En otras palabras lo que se patenta no es la planta, es la variedad desarrollada.
En Uruguay en algún momento se permitió el ingreso de especies transgénicas ¿No implica ceder parte de la soberanía a una empresa transnacional?
La pregunta yo no te la puedo contestar en esos términos, pero lo que te puedo decir es lo siguiente. Además de la patente que protege la invención, la patente le da al titular el derecho de impedir que otros lo usen pero no le da el derecho de comercializar. Es decir, yo puedo tener una patente sobre un producto transgénico, como por un farmacéutico, como por un alimenticio, pero todavía no lo puedo comercializar. Si fuera un producto farmacéutico tengo que requerir la autorización de comercialización por parte del Ministerio de Salud Pública, si fuera un producto alimenticio tengo que ir a Bromatología para que me autoricen la comercialización, y si es un transgénico tengo que hacer un largo procedimiento, para que lo puedan como dicen liberar, para que se pueda comercializar. Son dos procedimientos distintos; una cosa es la protección de la invención y otra cosa es el uso comercial de ese organismo genéticamente modificado. El tema es en que momento el país acepta el uso de ese transgénico. Son procesos muy largos, que han sido muy discutidos y la polémica se da más allí que en el tema de la patente. Es decir que yo tengo la patente pero puede ser que hasta que no me aprueben la liberación del microorganismo yo no lo pueda usar en el Uruguay, lo mismo que un farmacéutico, si no se demuestra que el producto es seguro, es eficaz, etc. no se puede usar.
Sobre el tema de los transgénicos ha habido mucha polémica sobre si son convenientes o no, pero el hecho es que en el Uruguay, por el empuje del mercado y la competencia interna y externa, ha hecho que el paquete de transgénicos se esté utilizando desde ya hace bastante tiempo y de a poco se van cada vez autorizando más, liberando más el uso de más variedades de soja, maíz, etc. y hoy por ejemplo toda la soja plantada es transgénica, como en Argentina.
A la hora de hacer la definición política sobre permitir o no el uso de transgénicos, juegan mucho las presiones del mercado y el condicionamiento del sistema productivo mundial por las grandes compañías que son las que manejan esos paquetes tecnológicos, como el caso de Monsanto. Esta problemática afecta a todos los países, y Uruguay no es la excepción.
¿Cuándo se pidió la patente para soja transgénica en Uruguay?. ¿Cuando vence?
Vence en veinte años desde la presentación de la solicitud. Pero el hecho es el siguiente, bastante antes de los veinte años aparecen nuevos transgénicos, nosotros ya estamos en la tercera generación, que ellos le llaman, es lo que pasa con las tecnologías electrónicas, de la microelectrónica, esto evoluciona más despacio, por supuesto, no es como los celulares que cada año te sale un modelo nuevo o que una computadora mejoran el microprocesador todos los años, porque son procesos largos, pero efectivamente lo que está pasando, es que cuando la patente se está venciendo está saliendo un nuevo producto. Eso en este caso todavía sigue así, en el caso de los fármacos se está produciendo un fenómeno de que las moléculas que estaban protegidas por patentes se están venciendo y no hay unas nuevas tecnologías que las sustituyan, entonces allí en materia farmacéutica se está produciendo un problema económico para las grandes empresas porque las nuevas tecnologías que sustituyan a las viejas todavía no están en condiciones de salir al mercado. Que se venzan las patentes de uso farmacéutico para la población es un beneficio y te diría que incluso para la industria. La industria nacional de farmacéuticos hay en día ya está planificando y pensando en fabricar esas moléculas que van a quedar liberadas, lo cual les va a bajar el precio, la va a hacer más accesible, le va a bajar los costos de la salud pública.
Otro fenómeno que se produce es el de abuso del sistema de patentes en el que se patentan muchos fármacos que no necesariamente se explotan comercialmente, pero generan redes de patentes que impiden que otro avance porque la red de patentes es tan confusa y densa que el competidor siempre está con la amenaza de estar violando alguna patente.
También en microelectrónica se está produciendo, ustedes vieron ahora todo esto que salió de Samsung versus Apple1Véase: Las patentes sí son tu problema, bueno se producen los mismos fenómenos. Son tantas patentes y con una complejidad tecnológica tan grande y con unas estrategias de protección tan alambicadas que a veces el desarrollo productivo competitivo y de alternativas tecnológicas se vuelve extremadamente dificultoso y ese es un problema del sistema de patentes. El sistema de patentes está diseñado para un fin absolutamente inverso del que finalmente se le está dando en algunas áreas. El sistema de patentes consiste en que se le brinde al inventor un monopolio sobre una invención para retribuirle la inversión que hizo y para alentarlo en que invierta en nueva tecnología a cambio de que ese invento pueda ser usado por todo el mundo cuando esa patente termine. Y eso está produciendo una serie de usos especulativos, abusivos del sistema de patentes que están bloqueando los mecanismos de generación de conocimiento, de investigación y están bloqueando o demorando la salida al dominio público, es decir la liberación de esas tecnologías.
Respecto al acuerdo MONSANTO-INIA firmado recientemente para introducir en las plantaciones nacionales un nuevo gen que hace las plantas resistentes a glifosato e insectos (lepidópteros), ¿es convenientes incorporar una versión mejorada del transgénico cuando esto implica entrar nuevamente y por al menos una década mas dentro del período de protección de una nueva patente, siendo que la actual cae en 2014?
Respecto a los nuevos eventos transgénicos producidos por Monsanto, como decía, ellos forman parte del proceso de innovación continúa en que llevan adelante esas grandes corporaciones internacionales implicadas en una fuerte competencia; fenómeno que con distintos ritmos se da en otros sectores como en el de las TICs (tecnologías de la información y la comunicación). Es así que periódicamente aparecen nuevas transgénicos con propiedades mejoradas respecto a las anteriores, lo que hace que la productividad de los cultivos aumente y que el nuevo “paquete tecnológico” se imponga. Su adopción se produce en muchos casos a expensas de que exista protección por patentes para las nuevas tecnologías, ya su uso se impone por razones económicas y comerciales. Nuestro país es un caso, ya que los productores vienen usando esos transgénico respetando las condiciones requeridas por sus proveedores aunque los mismos no se encuentran protegidos por patentes. Ello se logra a través de contratos, o simplemente porque esas compañías dominan la cadena productiva marcando las condiciones, es decir que quién no sigue sus lineamientos se arriesga a quedar fuera del circuito de comercialización.
Ahora bien, esos eventos trangénicos deben incorporarse a variedades de plantas que se adapten a las condiciones geográficas en que serán utilizadas, a fin de lograr que los cultivos puedan desarrollarse. En nuestro país el INIA posee amplia experiencia en la identificación, manejo y desarrollo de variedades adaptadas a nuestros suelos y clima. Por lo tanto es interés de las compañías productoras de transgénicos como Monsanto, encontrar un socio capaz de introducirlos en las variedades más adaptadas al medio. A su vez al INIA se le abre la oportunidad de acceder al conocimiento de punta que suponen esas tecnologías, así como la posibilidad de intervenir de alguna forma en los procesos de uso de las mismas en nuestro territorio. Ese hecho implica un salto tecnológico que coloca a la investigación nacional en el nivel más alto de conocimiento, lo que a su vez genera las condiciones para intervenir en futuros desarrollos, o la oportunidad para avanzar en nuevas líneas de investigación. Para que esos acuerdos sean posibles es fundamental asegurar a su titular la salvaguarda del conocimiento técnico que pone a disposición. Protección que obtiene mediante las patentes, que es medio más eficaz, con contratos, o en general mediante ambos.
El INIA además, ha realizado un acuerdo con una de esas compañías para producir en el país semillas transgénicas de última generación, en lo que se llama régimen de contra-estación. Se trata de eventos transgénicos cuyo uso para el cultivo no se encuentra autorizado todavía en nuestro medio pero si en algunos países del Norte, y que aquí sólo se pueden plantar con destino a la producción de semillas para el cultivo. Ello implica el Uruguay, exportador productos agrícolas primarios (commodities), estaría empezando a generar productos de alto valor agregado, utilizando las tecnologías más modernas.
Como podrán apreciar, la realidad nos enfrenta a situaciones complejas en las que se entrecruzan distintos tipos de objetivos, valores e intereses. A la discusión sobre la conveniencia del cultivo y uso de transgénicos, se le suma toda la problemática relacionada con el acceso a las nuevas tecnologías, la capacitación de los recursos humanos, las orientaciones a seguir en materia de investigación y desarrollo, los modelos de innovación que el país debe adoptar, etc.
¿El modelo de patentes está en crisis?, ¿Que alternativas hay?
Esta en crisis pero no existen iniciativas claras. Las soluciones que se plantean van por el lado de ser más exigentes. Se están registrando muchas patentes que no tienen lo que se llama altura inventiva: no son invenciones, son obviedades. Una posibilidad es elevar los niveles de exigencia evitando que se presenten patentes cuyo radio de acción, cuyo objeto no está claramente definido. Ser más exigentes con que se delimite bien en qué consiste la invención.
Alternativas de ruptura, de cambiar el sistema, no hay ninguna discusión aún que plantee alternativas claras. Las discusiones están muy trancadas a nivel internacional por una sencilla razón, hoy en día el mercado del conocimiento es el más valioso. Los países desarrollados obtienen sus ganancias por el lado de la venta del conocimientos, del conocimiento protegido. Ese conocimiento que es cada vez más valioso y es multiplicador del valor de los productos. En la medida de lo que los países desarrollados generan hoy y donde predominan; es en el ámbito de la tecnología, es en el ámbito de las patentes que protegen esas tecnologías, donde van a ser más intransigentes para aceptar cambios y modificaciones y donde lo que van a tratar es de que cada vez más el conocimiento esté más protegido a nivel vertical y a nivel horizontal a los efectos de poder generar más ganancia y de poder evitar cada vez más que cualquier otro use ese conocimiento para que no haya competencia.
Ese es el problema de fondo que hay. Por eso es muy difícil hoy generar cambios en el sistema de patentes, porque los países desarrollados se oponen duramente. Hoy, lo que los países en desarrollo están impulsando es primero la crítica a estos problemas que genera el sistema, y segundo, tratar de hacer un uso más intenso de esos márgenes de maniobra y flexibilidad. Porque terminó la ronda multilateral con el ADPIC pero después vinieron los TLCs y a nivel de los TLCs se está obligando a los países en desarrollo a que amplíen su protección más allá de lo que preveían los ADPIC, más allá de la OMC, ese es el gran problema que tenemos. Todos los TLCs tienen un capítulo de propiedad intelectual, y en ese capítulo te levantan la barrera a cambio del mismo negocio de siempre, de bajarte la barrera para acceder a los mercados de los países desarrollados con tus productos primarios.
El sistema de patentes actual provoca que se mantenga la relación de dependencia entre los países subdesarrollados y los desarrollados. Antes, por medio del famoso ‘intercambio desigual’ lo que los países subdesarrollados proveían eran las materias primas y recibían los bienes industrializados. En la actualidad si bien ya logramos la capacidad industrial y técnica para desarrollar los productos, el intercambio desigual se mantiene porque el sistema de patentes provoca que las transferencias de capital se sigan haciendo desde los países subdesarrollados a los países desarrollados.
Para modificar esta situación la única forma es invertir en investigación, desarrollo y las alternativas tecnológicas en conjunto entre los países que comparten la problemática. Eso no es fácil porque requiere de enormes inversiones y decisiones políticas muy importantes, y mas si se considera que todavía tenemos una serie de necesidades de la población básicas que no hemos podido satisfacer y tal vez no le podemos dedicar a investigación y a tecnología todo lo que los países desarrollados invierten. El tema de la integración económica es fundamental para generar las escalas necesarias. Para desarrollar chips como se desarrollan en Silicon Valley necesitas un conocimiento acumulado y una inversión acumulada enorme, y venís corriéndola de atrás. A nivel regional hay conciencia de esto, se van definiendo estrategias y se van haciendo alianzas por lo que yo lo identifico la etapa como la del comienzo de un proceso.
Por: Colectivo Mate Amargo
Referencias
↑1 | Véase: Las patentes sí son tu problema |
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