En artículos anteriores nos hemos detenido en analizar como los Partidos Tradicionales ensayan fórmulas de alianzas electorales, nuevas propuestas partidarias en la restauración de esa suerte de Frente Conservador, que anteriormente ensayaron bajo la figura de los Gobiernos de Coalición.
Pero fueron análisis estrictamente desde la óptica de la lucha político partidaria. Imagino un joven nacido en 1989, montevideano por más datos, que no conoció otra fuerza política al frente de la IMM que el Frente Amplio; lo imagino informándose por el diario El País de la lucha de los trabajadores de COFE o las reivindicaciones de UTAA, escuchando vociferar al senador Luis Alberto Lacalle sobre la no intromisión en los asuntos internos de Paraguay y la libre determinación de los pueblos, personeros de la Derecha que toman distancia de las aberrantes atrocidades de la dictadura, algunos sufriendo momentáneos momentos de prisión, víctimas de la locura confrontativa de los “dos demonios”, defensores a ultranza de la democracia, colorados por el “cambio en paz” y blancos casi abstinentes en la campaña electoral de 1984 sin Wilson.
Las lógicas
La machacona y reiterativa consigna de apegarse “El Estado de Derecho” y “el Republicanismo” contienen todo un entramado conceptual con una perfecta ingeniería simbólica y argumental. En ella entra la Lógica racional de una sociedad organizada y justificada desde la Jurisprudencia velando por la familia como núcleo básico, las tradiciones que dan su razón de ser al país y la propiedad como un derecho ganado en base a las mejores capacidades y esfuerzos.
Así los Partidos Tradicionales pasan a ser los fundacionales, las primeras organizaciones políticas legitimadas de la Nueva Nación Civilizada, el Estado de derecho y su ejército de juristas la sustentabilidad de la propiedad privada y los derechos y beneficios que surgen de ella para sus propietarios y por añadidura, escudo protector de la familia.
Atentar contra la familia es atentar contra la propiedad privada y al revés. Todo lo que surge como un conflicto contra la familia y la propiedad es una cuestión de opinión. Lo objetivo bajo la cosmovisión reaccionaria es que desde que el mundo es mundo es que la nación se ha erigido con familias que esforzaron, arriesgaron su capital y se expanden. Para ellos , los anhelos de superación de la condición social de las clases asalariadas, son reflejos de hondos sentimientos de resentimiento y envidia.
Para la defensa de la nación, la familia y la propiedad está el honor militar. Y para amparar sus almas, la omnipresente presencia de Dios. Lo militar claro está, no es la tropa; es la oficialidad y el generalato, que bien jerarquizadas y clasistas son nuestras Fuerzas Armadas. Lo religioso, siendo diverso y con libertad de culto, es elitista; más cerca del señor que del vulgo, por más fieles que sean.
Y si el Estado de Derecho es el que rige el alma de la patria, ser dirigente político y abogado es un binomio indiscutible. Podrán emerger lelos en materia judicial, pero más tarde que temprano deberán sucumbir ante la maquinaria e ingeniería sobre la que se ha montado este país y deberá rodearse de integrantes de algún buffet.
Porque cada átomo, partícula, que circula dentro de las fronteras de la nación, tiene su razón de ser en el inciso de la ley o decreto menos recordada y casi nunca aplicada; y si no está contenida en alguna de ellas lo estará; no puede existir fuera de la palabra escrita.
Su razón de ser estará en manos de un abogado previa certificación notarial; abogados y escribanos al acecho de la respiración del País; toda lógica que no esté comprendida en alguno de los Códigos es casi subversiva, y así, aunque se choque de frente con el sentido común, siempre habrá un Doctor en Leyes dispuesto a demostrar que no es lo que parece.
Así como se debe concentrar el Capital, la pertenencia a la élite dominante es altamente concentradora; colegios privados y exclusivos, universidades en Estados Unidos o Europa, los niveles de consumo en medios de transporte que permita circular por las exclusivas rutas de la opulencia uruguaya. Pero la cultura no es solo consumo privilegiado sino también difusión, por eso que también les pertenece la mayoría de los Medios de Comunicación.
La Naranja Mecánica
El comunismo seguirá siendo el enemigo principal y la izquierda una torpe, ignorante y resentida expresión de las clases populares, con desconocimientos de valor científico y escaso apego al sacrificio. El dilema para la Derecha es que en realidad la izquierda a pesar de su orfandad en experiencia de gestión de gobierno no lo hace tan mal.
Se hace preciso entonces exteriorizar los mil demonios que en sus peores pesadillas son la antítesis de la familia, la propiedad privada y el estado. El primero de ellos, por efectista y de barata producción en tanto dueños de los medios de comunicación es el de la delincuencia, en particular de los menores.
Si bien todas las sociedades padecen un problema real con la delincuencia juvenil (aun antes de la Naranja Mecánica podríamos decir) los Medios de comunicación repetirán los hechos hasta la saturación de tal manera que en la sociedad no se hable de otra cosa.
En seis años, el espacio que ocupa los problemas de minoridad en los grandes Medios de Comunicación paso del 2% al 8% de la cuota pantalla, sin que haya existido un crecimiento de la delictividad juvenil en el mismo período.
En un país etariamente envejecido, de excelente conectividad en todo el territorio nacional, la Derecha gana su primera batalla: imponer la consulta popular para la Baja de la Edad de Imputabilidad. El texto de adhesión de la consulta es preciso, académico, previsor.
Poco importa el esfuerzo de la actual administración para palear las consecuencias de un país que soportó solo en su capital en el año 2004 un 58% de pobreza infantil del total de 62% de pobreza más general.
El mediatismo y corto placismo es otro reflejo del pensamiento burgués. Planifica a largo pero cobra a corto.
La Derecha uruguaya, cebada en haber logrado el ballotage en 2009, sigue barriendo con la “cola de paja” que la pluma de don Mario Benedetti caracterizó al país.
Los resabios de una Suiza de América, afrancesada, con una batllista distribución del ingreso encontrarán más tarde que temprano la voz amplificadora. Coutinho en Salto, Bentos en Paysandu, Bordaberry y Heber en todo el país son parte de ese coro.
Por: Ricardo Pose