Esta cuerda de tambores femenina ha trascendido los límites del candombe. Son muchas las mujeres que encuentran una clara identificación con su propuesta pese a su nivel de adhesión al ritmo musical. La Melaza funciona con una lógica organizativa alternativa, ha generado una ruptura con la línea estética de las comparsas y propone en sus espectáculos un planteo discursivo aferrado a la diversidad.
Vanesa, Ximena y Gabriela salieron como todos los domingos a tocar por las calles del Parque Rodó. Luego del ritual y en pleno Gonzalo Ramírez, nos concedieron unos minutos para compartir con nosotros sus recuerdos, miradas y proyecciones acerca del colectivo que integran desde hace años.
¿Por qué una cuerda compuesta sólo por mujeres?
– Esa característica nace del sentimiento de algunas mujeres que al estar en una comparsa, rodeadas de compañeros hombres, sentían la exigencia de tocar de una forma que no era de su interés. Fue por eso que un grupo de amigas percusionistas empezó a juntarse para poder tocar un candombe como querían ellas. Libre, sin presiones ni exigencias ni miradas. Entonces, ese grupo se planteó una idea medio pirada, se imaginó como situación hipotética juntar a todas las mujeres tocadoras en 18 de julio. Y se hizo el 8 de marzo del año 2005. De boca en boca, se convocó a las tamboreras, se realizó un pedido a la Intendencia de Montevideo IM, para cortar la calle. Para eso necesitaban tener la presencia de 80 tambores. Se comprometieron, aunque ellas creían que no iban a llegar ni a 30, pero al final salió todo muy bien. Se alcanzó el número solicitado y estuvo tan bueno que dijeron: ¡vamos a seguir encontrándonos! En ese momento, habían mujeres pero también hombres. Los unía el candombe como una forma de compartir desde lo musical con una tolerancia distinta a la tradicional. No se buscaba tanto la perfección en el toque del tambor y la técnica, sino que estaba más ligado a los gustos y a las comodidades de cada uno. Entonces resultaba un candombe cadencioso, tranquilo, en un volumen más bajo, donde había compañeros hombres que se acoplaban a esa línea y no existía discriminación ni restricciones a una forma de tocar.
¿Cuándo la cuerda comenzó a ser sólo de mujeres?
-No recuerdo bien el momento pero en el 2008 fue nuestra primera llamada.
-Tuvo que ver con dos cosas. Una: la melaza salía los viernes de noche. El ambiente era otro, más de previa. La gente iba y se tomaba una… Y como que empezó a tornarse un ambiente más nocturno. Sucedieron una serie de episodios violentos que no estuvieron buenos. Lo otro fue que empezaron a venir hombres que pretendían otra cosa de lo que la mayoría del grupo quería. Se fue distorsionando el proyecto. Algunos hombres estaban interfiriendo en el planteo. En ese momento, se sintió que el conjunto de mujeres no podía ser lo que estaba queriendo ser. No se entendía que no se tiene que escuchar sólo tu repique, que no hay que transformar la cuerda a partir del toque de algunos sino que se debe dar un dialogo musical. Eso no se estaba dando. Se juntaron estas dos situaciones. Hicimos una asamblea y en ella se decidió que la composición de la cuerda sea solo de mujeres mientras el resto de los espacios seguían siendo mixtos. Fue un momento difícil porque hubo compañeros que quedaron afuera.
De todas formas, el último domingo de cada mes se suman varios hombres a tocar, ¿no?
– Si, es cierto. Esta es una opinión muy personal pero… yo creo que justo ahora estamos en una etapa de replanteos. Estamos revisando el concepto de la exclusividad de las mujeres en la cuerda. Están surgiendo preguntas como, ¿no será qué estamos haciendo lo mismo pero al revés? Algunas piensan que debemos conservar el toque femenino como una característica. Somos un grupo de mujeres con una energía particular y creemos que está bueno lo generado a partir del encuentro que se da tocando. Tenemos todo el derecho de juntarnos, no por decirle no a los hombres, sino por hacer uso de ese derecho y conservar nuestro toque femenino. Otra gente dice que estaría bueno ir hacia lo mixto y ser más diverso… Y otra gente dice que la condición es que quien venga lo haga con respeto, con intención de sumarse, no de imponer un toque. Es cierto que los hombres tienen más fuerza, por tanto tocan más fuerte. Y nos ha pasado que hubo días que no nos sentimos entre nosotras, solo se escucha a los hombres. Pretendemos que se acerquen pero respetando la musicalidad y el toque que nos caracteriza. De todas maneras, todas estas son discusiones que estamos dando.
¿Cómo se organizan?
– En comisiones. Es una estructura dinámica, que va cambiando de acuerdo a las circunstancias. Tratamos de trabajar siempre colectivamente y eso nos lleva a cambiar de manera permanente.
– Hay una comisión de tambores, baile, estética y producción general que es un poco la logística y la que va direccionando a las demás comisiones. es adonde llegan los toques, las propuestas de diferentes actividades y las vamos colectivizando todos los domingos en la ronda. Y se arman otras dependiendo de las actividades que se planteen. Las comisiones son abiertas participa el que quiere y de a poco entre todas nos vamos organizando de un modo más cooperativo. La melaza no tiene dueño. Es difícil laburar con este esquema en un grupo tan numeroso. A veces no nos sale bien y hemos tenido problemas. Pero es lo que se quiere, es hacia donde vamos. La comisión de tambores es la q se junta decide, en llamadas, quien toca y quien no toca. Hay un numero de tambores establecido por reglamento. También entre sus integrantes decide quien se va a hacer cargo del armado de la cuerda los fines de semana, quien dirige la cuerda. Se intenta que los roles roten y eso lo hemos aprendido con el tiempo. Antes eran más estáticos los roles y la idea es que cada integrante de la comisión pueda ocupar estos lugares.
¿Cómo fue armar una cuerda de mujeres cuando tradicionalmente el toque de los tambores era una actividad masculina?
– Eso lo sentimos cuando ingresamos al circuito masculino que son las Llamadas. Para participar de las Llamadas debes cumplir una cantidad de requisitos formales como por ejemplo: pertenecer a un gremio. Hoy en día hay dos: Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay, DAECPU, integrada por las comparsas grandes que participan del concurso del Teatro de Verano y Asociación Uruguaya de Candombe AUDECA que agrupa las comparsas más chicas. Las compañeras que eran representantes en esa organización sintieron mucha discriminación. Es un ambiente muy machista y muy conservador donde todo el tiempo se sentían subvaloradas. Nos hacían sentir que nos iba bien sólo por ser mujeres, no por lo musical. Recién ahora estamos reconocidas como tamboreras , como tocadoras.
– Para ingresar en ese circuito tuvimos que participar de esas reuniones. El espacio se fue ganando de a poco. Con cierta resistencia pero… nosotras tenemos la particularidad de no ser ni hombres ni negras. Entonces, obviamente generamos resistencias pero las fuimos salvando de a poquito. Participamos activamente, opinamos, proponemos y muchas veces nuestras propuestas son votadas afirmativamente. Hoy tenemos un lugar y se nos respeta.
– Costó y dolió pero hoy en día somos invitadas por muchas comparsas a tocar. Al principio, cuando íbamos a las llamadas de primavera o a los corsos cuando templábamos el tambor, los compañeros hacían chistes sobre nosotras o sobre las polleritas “cortas y traslúcidas” que llevábamos. Ahora nos tratan distinto, nos respetan como músicas. Hubo un cambio desde los compañeros.
– Gustamos y la gente nos espera, nos recibe con mucho cariño. La gente y los referentes de otras comparsas fueron dándose cuenta que nosotras no queríamos competir por un lugar ni avasallar espacios simplemente queríamos integrarnos a esto que sentimos que también es nuestro, que es el candombe que nos identifica y lo creemos parte de nuestra identidad.
¿Qué los hizo participar en las Llamadas sabiendo que entraban en una lógica muy distinta a la de los toques de los domingos?
-Se decidió en asamblea. Hubo momentos que no hicimos Llamadas. En realidad, lo que pesa a la hora de decidir son varias cosas. Primero, nos pone un objetivo a nivel grupal interesante y nos abre el espacio para presentar algo que queramos decir. Nos posibilita transmitir y a mucha gente a la vez. La energía que se siente en el desfile es única. Hay otros desfiles que están buenos pero las llamadas son la fiesta del candombe. Hay muchas cosas que no nos gustan. De hecho este año lo encaramos mas relajado, ignorando algunas cosas que nosotras consideramos que están mal por ejemplo: ¡te apuran por las tandas! Este año dijimos: si nos dicen corran, no lo hacemos. Y tratamos que nadie se estrese demasiado y cuidamos especialmente algunas cuestiones que tienen que ver con algunos lugares de poder que se ocupan. En ese momento las tensiones crecen y es muy difícil resolverlas.
¿Qué se siente desfilar en las Llamadas?
– Primero que nada es plantearse un objetivo a nivel grupal y cumplirlo. Y tiene la adrenalina de poder mostrar lo que vos estuviste preparando durante mucho tiempo y el goce de tocar. Esta buenísimo. Sobretodo la devolución que tenés de la gente hacia la persona que está tocando. Es genial. Cuando fuimos a España no teníamos a la gente que nos alentara como acá. Allá apenas aplaudían. En Punta del Este es así también. Ahí te das cuenta que es tan necesaria la gente para el tamborero como el tamborero para la gente. Hay una bidireccionalidad increíble.
– Realmente te cansás tocando pero no te importa porque la gente te va alentando. Y lo que pasa siempre y a mí no me deja de erizar la piel es que: cuando vas entrando en el Barrio Sur, que ves negros porque después cambia mucho la población, ves a las mujeres viejas y negras que vivieron mucho la discriminación y vivieron el candombe desde otro lugar, las ves bailando y te gritan ¡vamo arriba las mujeres! En ese instante, advertís lo que sienten esas mujeres al verte tocar. Es impresionante. Sentimos pila de apoyo. En todos lados cuando pasamos la gente se levanta y aplaude con mucho respeto.
Porque ustedes propusieron un giro. La mujer ya no es solamente una vedette…
– De hecho nosotras tratamos de cambiar eso. Diseñamos los trajes intentando que no destacan lo sexual sino las formas propias de la mujer. Tratamos de no incentivar desde lo obsceno, sino desde la figura ya sea gordita o flaca. Cada traje es elegido por la persona que lo lleva. Cada una se hace su traje sintiéndose cómoda con el. Este año, en el marco del festejo del Bicentenario, nuestro espectáculo fue un homenaje a las mujeres que acompañaron a Artigas en el proceso de emancipación. Quisimos hacerle un homenaje a las lanzeras de Artigas que fueron mujeres criollas, indígenas y afrodescendientes. Esas mujeres valientes son nuestras antecesoras. Son parte de nuestra identidad. Y nos entendimos a nosotras mismas como parte de esa mezcla. Cada una de nosotras tiene su raíz en alguna de esas mujeres. Tuvimos talleres con historiadores y así fuimos conociéndolas a ellas que fueron las que habitaron estas tierras antes que nosotras. Nosotras representábamos a esas lanzeras. Fue un desafío importante: poder, desde lo musical, evocar nuestra historia. Por eso pasamos desde un corte indígena acompañado de un canto Guaraní, pasamos por un Camba cua que es un afroparaguayo y después terminamos con una frase de candombe.
– Cada una de nosotras elegía ser lo que quería ser: indígena, criolla o afrodescendiente y así fue. Te dabas cuenta que todas las indígenas teníamos algo en común. Fue muy interesante, sobre todo la preparación del vestuario porque cada uno le ponía los detallecitos que elegía. La pluma q colgaba de la oreja, la trensita… y pasamos todo el día de las llamadas teminando nuestro traje con retazos de cuero. Cada una se vistió como se sentía cómoda. Cada una fue creando su identidad.
En La Melaza se fusionan dos cualidades: el candombe, música tocada por los esclavos, con la mujer, que siempre estuvo en inferioridad de condiciones frente al hombre. Es decir, condensa en su naturaleza dos poblaciones que han sido y son oprimidas…
– Es por eso que nosotras apoyamos a distintas organizaciones sociales y nuestra intención es estar presente en todas las movilizaciones populares enmarcadas en la lucha por los derechos humanos y, en especial, las reivindicaciones de género.
– Cerramos la campaña para anular la Ley de impunidad. Éramos muchas mujeres encabezando la marcha.
– Entendiendo al candombe como una herramienta de inclusión social , de distintos niveles económicos y educativos. Y esa es otra cualidad de La Melaza la diversidad de sus integrantes: una es médica, otra carpintera, otra trabaja como auxiliar de servicio… y hay gente buscando laburo. Alguna va en auto y otra camina muchas cuadras para llegar. Hay una mezcla de gente y ese es un desafío también para nosotras. Trabajar en colectivo con gente tan distinta y construir algo entre todos está buenísimo.
– Tocamos para la semana de la mujer en el Centro Nacional de Rehabilitación. Fuimos con las murga Cero bola, que muchas son compañeras de La Melaza también. Las mujeres pasaron muy bien. Y a partir de ese encuentro salió la posibilidad de hacer una serie de talleres allí.
– Fue muy emocionante. Fuimos como 20 compañeras. Tocamos en todos los pisos, en todos los sectores. Muchas bailaban otras nos pedían los tambores. La energía que se generó fue impresionante. Vibraron, les cambió además de la rutina, la energía. Fueron 10 minutos máximo en cada sector y se vivió con mucha alegría. Desde ese momento empezaron a mandar cartas al Departamento de Cultura de la cárcel pidiendo que volviéramos. Entonces escribimos una propuesta que gratamente fue aprobada por la IM para desarrollar un ciclo de talleres y estamos en la etapa de planificación. Nosotros queremos que ellas tomen al candombe como una herramienta de inclusión. Además del uso recreativo queremos pensarlo también como una herramienta hacia el afuera. Son muy positivos los valores que se desprenden del candombe: tengo que tocar con el otro, escucharlo, respetarlo. Construir música de manera colectiva te enseña a formar parte de un grupo. Sin resaltar y dialogando, ocupando cada uno su rol. Y para componer musicalmente se necesita de un compañerismo mínimo sino no funciona.
¿Cómo fue tocar en una cárcel de mujeres?
– Fue muy emotivo. En el primer momento, se me llenó la garganta de llanto. No nos podíamos mirar entre nosotras porque si no nos poníamos a llorar. Fue muy fuerte. La recepción fue alucinante. Nos recibieron con mucha emoción, mucho cariño, mucho entusiasmo y mucha expectativa. No nos podíamos ir. La imagen que guardo es que cuando nos íbamos ellas estaban todas mirándonos por las rejas y nosotros salimos tocando, caminando de espaldas, no podíamos parar de mirarlas. Fue una experiencia hermosa. Muy dura. Porque esa noche todas apoyamos la cabeza en la almohada sabiendo que éramos libres y todas esas mujeres, no. Es algo que te hace reflexionar acerca de lo que es la libertad. Ese día nos fuimos en el ómnibus con cierta energía y volvimos sin poder transmitir palabras. Fue sublime.
¿Consideran que hubo avances en las políticas de género a partir de los gobiernos progresistas?
– A nivel social la gente está cambiando la manera de ver algunas cosas.
– Hay muchas resistencias pero de alguna forma hay que romper y el gobierno ha tenido una actitud pro activa con respecto a los derechos que tienen q ver con la igualdad, igualdad de género, igualdad de oportunidades. Hay algunos debes como el tema de la legalización del aborto. Pero se viene caminando positivamente.
Y a nivel cultural, ¿qué se ha hecho? y ¿qué falta?
– Falta valorar a la música como una profesión. Muchas veces se valora desde lo social pero no económicamente. Laboralmente no. Es muy difícil vivir de la música. Muchas veces cuando nos ofrecen estar en lugares muy interesantes desde donde se puede aportar no podemos porque el compromiso implica dejar nuestros trabajos y nuestras familias.
– El músico no tiene una jubilación. Queremos aportar como cualquier otro trabajador pero no podemos. Se viene trabajando para que eso ocurra. Pero hay muchos avances. El candombe se está llevando al interior… Toques, talleres, en escuelas rurales, en los centros MEC. Hay gente que está ansiosa por conocer y aprender el candombe. Es muy positivo que el Ministerio de Cultura dé esa posibilidad de transmitir nuestra cultura popular. Faltan aceitar algunos mecanismos. Pero mientras hayan gobiernos progresistas se podrá seguir avanzando.
¿Algo más que quieran decir?
– Aquellas mujeres que se quieran arrimar a tocar o a bailar, a disfrutar de este encuentro dominguero: ¡son bienvenidas!
Por: Leticia Benítez