¿Quién le teme a Internet?

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Modos de producción alternativos y nuevas luchas sociales en la era de la propiedad intelectual.

Que Internet haya cambiado de manera profunda nuestras vidas, la manera en que interactuamos con la realidad que nos rodea y con los demás, y la forma en que trabajamos, entre otras cosas, es un hecho aceptado por todos. Internet ha conllevado cambios estructurales que han tenido consecuencias en el crecimiento económico, la productividad y la creación de empleos.

Los organismos internacionales están empezando a ver Internet como un motor de crecimiento en el contexto actual de crisis económica. En el Informe de McKinsey Global Institute que fue lanzado para la Cumbre e-G8 en Paris en mayo del 2011 convocada por el entonces Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y con la participación de altos ejecutivos de las mayores empresas de Internet (Facebook, Google, etc.), se analiza el impacto de Internet para el crecimiento económico y la productividad en 13 países que dan cuenta del 70% del PBI global: los países del G8, Corea del Sur, Suecia y economías del bloque BRIC con gran crecimiento como Brasil, India y China.

A nuestro juicio, entre todos los datos presentados en el extenso informe, algunos de los más significativos para tener una dimensión de la importancia de Internet hoy en día, son que cuenta actualmente con 2 mil millones de usuarios a nivel global para una población mundial de 7 mil millones; que Internet representa el 3.4% del PBI en los 13 países cubiertos por el informe y del 21% del crecimiento del PBI en los últimos 5 años en las economías maduras; que Internet crea 2.6 empleos por cada empleo perdido; que el 75% del impacto de Internet proviene de las industrias tradicionales y que las Pymes que utilizan Internet consiguen un 10% de incremento en productividad además de crecer y exportar 2 veces más que las que no lo hacen. Además, en los países en desarrollo, cada año surgen nada menos que 150 mil nuevas empresas relacionados con la web.

Según la OCDE, Internet se ha convertido en una fuente importante de crecimiento en un periodo de desaceleración económica. Asimismo, la organización afirma que el rápido crecimiento de la demanda de servicios móviles ayudará a aumentar los ingresos y la inversión en investigación y desarrollo. En el mismo sentido, según cifras difundidas por el BID, sólo con el incremento de un 10% de penetración de banda ancha en la región de Latinoamérica, el PBI promedio de la región podría crecer en un 3.2% y generar un aumento de la productividad del 2.6%.

Según una nota publicada hace pocas semanas en el Wall Street Journal, América Latina es una potencia tecnológica emergente con ventas de comercio electrónico que rondarían los US$ 69.000 millones en 2013, es decir más de 50 veces el total de hace una década y la mitad de los 10 principales mercados del mundo según el tiempo que pasan en sitios de redes sociales como Facebook y Twitter.

Finalmente, la región estaría viviendo un momento de esplendor tecnológico si se consideran ciertos aspectos que tienen que ver con las políticas impulsadas por los gobiernos latinoamericanos en materia de ciencia, tecnología e innovación que se materializan en incubadoras de empresas, polos tecnológicos, financiamiento de investigaciones científicas e instituciones dedicadas exclusivamente a la promoción de estas políticas (ANII en Uruguay, MINCyT en Argentina, MCTI en Venezuela, etc.).

Con cerca de 250 millones de usuarios de Internet en la región y unos 120 millones más de aquí al 2015, la oportunidad de crecimiento económico y desarrollo social de América Latina y el Caribe es innegable.

Nunca antes en la historia moderna, una innovación se expandió y adoptó tan rápidamente como Internet. Vinton Cerf, uno de los padres de Internet, aseguró que los principios de compartir, colaborar, acceder como base de una cultura de innovación han sido esenciales a la hora de explicar el éxito de Internet. Internet es un espacio que por lo general carece de autoridades centrales. Nadie es dueño de Internet. El modelo de gobernanza es de múltiples actores y refleja la naturaleza misma de Internet: una red de redes cuya compleja configuración no puede ser colocada bajo un solo paraguas de gobernanza, como sería una organización internacional, una empresa o un gobierno.

Además de la creación de este protocolo de comunicación neutral que se gobierna según un modelo participativo, abierto y con el involucramiento de múltiples actores, es importante destacar dos grandes innovaciones que podrán tener un gran impacto a la hora de encontrar posibles respuestas que nos permitan afrontar los grandes desafíos del siglo XXI. Se trata de la Licencia Pública General (GPL por su sigla en inglés) creada en 1984 por Richard Stallman, padre del Software libre, que genera derechos de propiedad globales e inclusivos sobre todas las creaciones (constituyéndolas en bienes comunes) y el modelo par a par (Peer to Peer en inglés) que tiene su antecedente en el sistema de cooperación colectiva voluntaria en línea de Linus Torvalds (creador del kernel de Linux).

Según Jakob Rigi, profesor de la Central European University, la combinación de la licencia de Stallman y el modelo de cooperación de Linux representan la base de la producción par a par que coincide con los principios generales de formas avanzadas de comunismo descriptas por Marx.

Estas características intrínsecas de la red desde el punto de vista tecnológico (un protocolo de comunicación neutral), innovaciones legales (licencia de Stallman, creative commons, etc.) y un nuevo modo de producción par a par, convierten Internet en un motor de crecimiento en contexto de desaceleración económica pero sobre todo ofrecen la posibilidad de crear un modelo inclusivo y alternativo al modelo neoliberal y al sistema de producción capitalista actual.

Según Hardt y Negri, el potencial de Internet como fuerza productiva paradigmática de nuestro tiempo, excede el modo de producción capitalista. Las nuevas tendencias y procesos innovadores que están surgiendo gracias a la digitalización y democratización de la sociedad tienen que ver sobre todo con los flujos de contenidos y servicios gratuitos a través de Internet, creados en redes cooperativas voluntarias de acuerdo a principios un poco anárquicos. Wikipedia, free y open-source software, libros, música, películas y diseños con licencias creative commons son todos ejemplos de contenidos que los creadores ponen a disposición gratuitamente. Este nuevo modelo desafía y complementa al de las compañías tradicionales ofreciendo alternativas no comerciales. La posibilidad de que en el futuro este modelo se traslade de Internet hacia el mundo físico (por ejemplo lo que está ocurriendo con las impresores 3D y el impacto que pueda tener en la manufactura), cambiando radicalmente el modelo económico, ha desafiado numerosos intereses y actores que han impulsado la elaboración de propuestas legislativas con el fin de regular la red y sus contenidos, incluyendo el trabajo intelectual y creativo compartido gracias a las tecnologías digitales.

En nuestra región, dichas propuestas legislativas vienen generalmente de la mano de la firma de tratados de libre comercio con Estados Unidos. Tales son los casos de Colombia con la Ley Lleras, México primero con la ratificación de ACTA y luego ingresando como miembro pleno a la negociación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), y Perú con la Ley Beingolea y luego también con el TPP. Dichos acuerdos (ACTA y TPP) negociados en secreto por las partes, tienen como punto fuerte la protección de la propiedad intelectual, la lucha contra la falsificación de bienes y la piratería en Internet. Esto tiene implicancias graves para la libertad de expresión, la privacidad, la innovación, la disponibilidad de medicamentos en países en desarrollo, entre otras consecuencias.

Para evitar sanciones por el incumplimiento de dichos acuerdos, los países deberán gastar en tecnología, recursos humanos y tiempo para monitorear el contenido que fluye en la red. Estos costos se traducirán en un servicio más caro acentuando la brecha digital. Sin la posibilidad de usar libremente material protegido por copyright para usos de investigación y desarrollo, también pondrán un freno a la innovación, limitando en nuestros países la posibilidad de competir a nivel global.

Internet trae entonces enormes posibilidades. Posibilidades de crecimiento y de modelos alternativos que cuestionan el sistema de producción actual y desafían intereses fuertes. Es en este marco que se habla de un «segundo movimiento de cercamiento», una forma metafórica actual que plantea un paralelismo entre la privatización de las tierras comunales que ocurrieron en Inglaterra del siglo XV al siglo XIX con los esfuerzos actuales para garantizar derechos exclusivos de propiedad intelectual en la era digital y de esta forma impedir el acceso a los bienes comunes digitales.

Las izquierdas latinoamericanas deben reconocer esta nueva lucha sobre el acceso al conocimiento como un terreno nuevo de lucha social y dar lugar a la producción par a par en este contexto como modelo alternativo, auto-gestionado, cooperativo e inclusivo de desarrollo humano.

Por: Nicolás Caitán y Alexandra Dans

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