No es ajeno para aquellos que tienen un mínimo conocimiento de historia, lo que ha significado el rol de las políticas imperialistas, -principalmente de los EEUU de Norteamérica- en los acontecimientos del pasado reciente en nuestra América del Sur, y podríamos agregar, a nivel mundial. Tampoco nos es ajeno, en el marco geopolítico, que éste país no ha dudado, a los largo de sus historia, en utilizar cualquier estrategia para imponer políticas continentales funcionales a sus intereses. Opto por empezar con estos puntos que parecen de perogrullo, tratando de centrar uno de los aspectos no menores que hacen al triunfo de la Revolución Bolivariana.
El pasado domingo 7 de octubre, se realizaron las elecciones en la hermana República Bolivariana de Venezuela. Lo que culminó con el festejo de cientos de miles de venezolanos en las calles, tras conocerse el irrefutable y aplastante triunfo del Presidente Hugo Chávez Frías, del PSUV y de la alianza de varios sectores dentro Gran Polo Patriótico, se vio precedido, antes y durante el acto eleccionario, por una campaña mediática a nivel mundial como pocas veces antes vista. Obviamente, no hace esto más que poner en evidencia la magnitud de los intereses en pugna.
Lo que ha significado el proceso de reformas de la revolución Bolivariana para los intereses económicos de las grandes potencias, sobre todo a partir de las políticas dirigidas a PDVSA, y las acciones anti-injerencistas llevadas adelante por el gobierno; sumadas a la disputa de la hegemonía cultural y simbólica, cuestionada, en parte, por la propuesta de un modelo que se autodefine SOCIALISTA y que ha priorizado como política de Estado, lo nacional, local y regional, instalándose como uno de los referentes, dentro de una América que cuenta con países que están transitado caminos propios en pos de construir márgenes de independencia. Éstas son en parte, la causa fundamental por la que se ha instaurado, como pocas veces, un gigantesco cerco político y mediático previo, que tenía como objetivo principal generar dudas sobre la validez de los resultados electorales, y que pretendía, en el transcurso de las mismas, instalar la versión de fraude electoral.
En este sentido, la Derecha movilizada a nivel mundial, definida por Chávez como Coalición Internacional, se alineó detrás del ex-candidato presidencial Capriles, intentando imponer como cierta la versión de un margen de ventaja de votos de éste, ya consolidado en las encuestas, por sobre el Presidente Chávez.
Durante el acto eleccionario, las grandes cadenas internacionales daban como vencedor al candidato opositor, y a la noche, se intentó imponer el rumor de fraude y “autogolpe”.
Frente a esto, la estrategia previa del Gobierno Venezolano fue hacer un llamado internacional, convocando a veedores de todo el mundo, que hicieron de garantes del proceso en sí; del innovador sistema electoral -definido como uno de los más seguros del mundo- y de los resultados que contaron con la auditoría de todos los actores del sistema político venezolano.
Al mismo tiempo, se invitó a participar a unos 12.000 periodistas nacionales e internacionales, haciendo una cobertura gigantesca, que a pesar del discurso que se quiso imponer desde las grandes cadenas informativas, dejó en clara evidencia la amplia libertad de prensa -que roza la impunidad- con que se manejan los medios de “comunicación” opositora, e hizo inevitable que los resultados finales se hicieran irrefutables.
También, la ventaja alcanzada por Chávez, con un apoyo del 55 % de los votos y una diferencia del 11% por sobre el candidato de la derecha; con una votación histórica en elecciones no obligatorias, hizo imposible sostener una hipótesis de conflicto creíble.
A su vez, nunca una elección nacional fue concebida tan claramente por la izquierda como una batalla estratégica para todo el continente. Ya en el XVIII Encuentro del Foro de Sao Paulo, realizado en Caracas, se planteó la consigna de “la izquierda mundial está con Chávez”, planteándose, en el documento titulado Los pueblos del mundo unidos por Venezuela.
Venezuela ha debido enfrentar diversas amenazas y agresiones de sectores de la derecha nacional e internacional, quienes en alianza con el imperialismo pretenden recuperar el poder político y económico del cual han sido desplazados por la fuerza de historia. Ante cada golpe, la Revolución Bolivariana ha emergido triunfante y fortalecida, contando siempre con el respaldo y el apoyo de los pueblos del mundo. Es por ello que la solidaridad con Venezuela es un imperativo histórico, pues los sectores populares comprenden cada vez con mayor claridad que su destino está ligado al de la Revolución Bolivariana.
Cuando se acerca una nueva elección presidencial en Venezuela, las fuerzas democráticas, populares, progresistas y revolucionarias del planeta se preparan para volver a desplegar su solidaridad en defensa del derecho del pueblo venezolano a elegir su destino y en contra de las estrategias dirigidas al desconocimiento del inevitable triunfo electoral del Comandante Hugo Chávez el próximo 7 de octubre de 2012. Se acordó así, por los partidos miembros del FSP, entre ellos el Frente Amplio, un plan de acción para apoyar al Gobierno Bolivariano, al PSUV y la alianza de izquierda del Gran Polo Patriótico en esta batalla. En este marco de trabajo fue que una delegación muy numerosa del FA participó, como veedora, de las jornadas previas y del acto eleccionario.
Creemos entonces, que este triunfo del proyecto de la Revolución Bolivariana no sólo consolida los cambios en Venezuela, sino que es un paso más para la consolidación de un espacio político continental que está aprendiendo a actuar como bloque, y que sigue buscando construir los caminos de la integración regional como única manera de garantizar la defensa de los procesos nacionales, en pos de la liberación nacional y el socialismo.
Por: Ismael Smith