Por: Julio Marenales
Sabido es que en América Latina las clases empresariales, defensoras a ultranza de la propiedad privada (Burguesías), nacieron condicionadas por la presencia del capitalismo europeo. El “atraso” de estas regiones fue muy discutido y atribuido a cuestiones raciales, sicológicas, culturales, etc. Hoy sabemos bien que nuestro “atraso”es altamente funcional al capitalismo desarrollado.
Es precisamente por ese condicionamiento que han experimentado las clases hegemónicas de América Latina, que se ha afirmado por parte de los pensadores de “izquierda” que las burguesías nacionales están incapacitadas para cumplir el rol que cumplieron las burguesías nacionales europeas. También esos pensadores han afirmado que ese rol deben cumplirlo las fuerzas progresistas y revolucionarias de América Latina. Por enésima vez aclaremos que cuando decimos revolucionarias nos estamos refiriendo a un profundo sentido de transformación y no a una metodología de acción política.
¿Cuál fue ese rol cumplido ? El realizar el desarrollo capitalista que conocemos. Quiere decir entonces que el rol de las fuerzas progresistas y revolucionarias sería desarrollar un capitalismo análogo. Nosotros habíamos estado compartiendo esa tesis. Pero ahora, después de transcurrido todo el siglo XX, con las experiencia de co-gestión y gestión de los Partidos Socialistas y Comunistas en Europa, más los experimentos de gestión que se vienen realizando en algunos países de América Latina por parte de fuerzas progresistas, nos parece que debemos reflexionar para ajustar ideas.
Sin tomar como ejemplo a la super potencia capitalista, los EEUU, podemos tener el ejemplo de Suecia o Suiza. Y el crecimiento económico puede permitir ciertos desarrollos, aunque no necesariamente. Tenemos entonces que ese rol no solamente puede, sino que tiene que ser desempeñado por fuerzas progresistas. O sea, por fuerzas que se plantean “progresar” dentro del sistema, no es una acumulación antisistema. Innecesario sería decir que no se puede construir socialismo en la miseria. Pero si todos, progresistas y revolucionarios nos dedicamos a desarrollar capitalismo, ¿Quiénes se dedican a desarrollar gérmenes de una nueva sociedad, que por comodidad llamamos socialista? ¿Habrá que esperar que en su momento aparezcan esos germinadores? Nosotros no nos conformamos con ser “desarrollistas” del capitalismo.
Tenemos interés en debatir cómo se construyen esos gérmenes de una nueva sociedad, aquí y ahora. Por supuesto que será la construcción de una “vía” de transición. No se fabrica de golpe una nueva sociedad. Los ejemplos de Cuba, China, Vietnam etc. lo están demostrando. Nos parece que habría que examinar con más detalle el surgimiento del capitalismo a partir de los pequeños burgos. También nos parece que sería interesante el análisis del surgimiento y desarrollo del cristianismo. En este caso, a partir de un germen diminuto surgido en el seno del pueblo hebreo, por supuesto, siglos mediante, se fue extendiendo en el llano y llegó a constituirse en una realidad tan contundente, que Constantino, sin duda hombre muy inteligente, comprendió no solo que una presencia que se podía obviar sino que podía ser un instrumento, como lo fue, de consolidación del imperio romano que estaba en decadencia después de varios siglos de existencia.
Otro tema es, qué le pasó al cristianismo luego de institucionalizarse.
Nos está pareciendo que en ambas experiencias de la humanidad hay algunos denominadores comunes. Uno: Que a partir de verdaderos gérmenes diminutos, iniciaron un desarrollo que ya vimos a que llegaron. Dos: que ese desarrollo llevó su tiempo. Tres: nos parece que eso gérmenes dieron lugar a una sociedad paralela. Al principio no estrictamente poder paralelo, aunque luego lo fueron. Tanto los burgueses como los cristianos, construyeron ámbitos con ideas, valores y hasta conductas diferentes a los de la sociedad dominante.
Nos parece que podría ser importante verificar si eso es así, porque demostraría que es posible esa construcción paralela. Pero tenemos el problema en presencia. En nuestra opinión, entre esos ámbitos que iban germinando, los de los burgos y de las comunidades cristianas y los ámbitos de poder de las sociedades dominantes, había un “abismo”. Hoy las cosas son diferentes. Ninguna clase hegemónica tuvo en el pasado el poder de llegada a todos los ámbitos de la sociedad que tienen las clases hegemónicas actuales con los medios de comunicación sofisticados. Ésta es una cuestión que no puede ser ignorada. Diariamente o por radio o por televisión la gente es golpeada con ideas y valores de la sociedad presente.
Consideramos que, para los que continuamos pensando en un cambio social profundo, esto es, revolucionario, en medio de esta “vorágine” progresista en América Latina, se hace necesario mucho tiempo de reflexión, pero no una reflexión dilatante, sino orientada a un hacer real.
Continúa vigente aquella pregunta de Lenin. ¿Qué hacer?