Por: Martín Nessi
“Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad”.*
Vivir enamorados es, sin dudas, el primer gran golpe que podemos dar a un sistema que tiene entre uno de sus objetivos mantenernos aislados, fríos, desamorados y por supuesto desmoralizados. Para esto es necesario hacernos creer justamente lo contrario, debemos sentirnos libres y plenos de forma tal que la gran mentira se transforme en una realidad irrefutable. En esto ha puesto el capitalismo y sus clases dominantes gran parte de sus fuerzas y su ingenio, ya que bien saben sus principales agentes dinamizadores que no solo la estructura económica y los modelos de producción hacen a la formación del ser humano y su espíritu.
Allí han puesto todas sus baterías, justamente en nuestra formación y sobre todo en nuestro espíritu. Es nuestra esencia el mayor trofeo que intentan colocar en sus mugrientas vitrinas.
Con esa puntería han direccionado sus bombas y armas bélicas, más peligroso aún es esa misma puntería direccionada y aplicada en todas las herramientas que hacen a nuestra formación del sistema de valores. Si bien esto no es tan visible como la utilización de armas bélicas, su eficacia logra, en ocasiones, generar hordas de zombies, el caso es que estos no huelen a muerto sino a fragancias de artificio, además cantan todos a coro el último hit del verano lo que los hace pasar casi desapercibidos.
Así la educación, la música, la lectura, lo que vemos, lo que olemos, lo que comemos, lo que vestimos todo viene en formato consumible pero sobre todo de necesario e indispensable.
Es en definitiva una gran “intentona golpista” a nuestros valores, ya no solo como individuos sino como humanidad. En ello el amor (indispensable para la construcción de una sociedad nueva) ha sido también vapuleado, en algunos casos cercándolo solamente en el campo del romance, en otros trazando límites en lo personal de cada individuo. Está también el intento por mutarlo hacia algo que no es, la adoración, el hedonismo, la propiedad y vuelta otra vez al sacrosanto consumo.
Sin dudas lo anteriormente mencionado no es amor ni mucho menos, más bien es el amor que nos quieren vender como un producto más. Parece fácil decir «no lo compro» pero que hay si te educaron para convencerte que el amor es eso…
La hegemonía y quienes la manejan juegan un papel fundamental en todo este asunto ya que en la mayoría de los casos termina definiendo estas cuestiones. Respecto a la misma caemos a menudo en el error de reducirla en la actualidad a los medios de comunicación. Grueso error ya que la misma es un sistema que incluye a éstos pero donde el sistema de educación formal, el sistema religioso, la cultura en su más amplio espectro forman parte de la misma. Es a partir de ésta que la clase dominante impone sus formas y sus concepciones, manejan la visión del mundo a su antojo y de acuerdo a sus intereses de una forma aparentemente “natural”. En esta última etapa de la humanidad los medios audiovisuales, entre otros los dedicados a la publicidad y la llamada industria del entretenimiento, son a mi entender elementos a incluir en este sistema. Seguro es que existan otros elementos que componen este sistema los cuales no están aquí citados, debemos trabajar aun más en esto de forma tal de acercarnos a una visión más global en cuanto a los elementos que componen la hegemonía en estos tiempos que corren y así tener claro por dónde comenzar a contrarrestarla.
Como decía anteriormente no es posible generar una nueva sociedad sin amor, por tanto rescatar el amor es levantar una bandera de lucha, entendiendo el amor no solo como el amor hacia tu pareja, familia, amigos sino en definitiva el amor por la humanidad, amor viviente y activo que debe reflejarse en nuestra lucha por el cambio mediante hechos concretos.
Parece poco, tal vez cursi o hasta de novela pero este amor activo debe ser generador no solo de una contra hegemonía sino también de rebeldía, moral, mística, organización y espíritu de lucha.
* Ernesto Guevara «Che»