Por: Tati Sabini y Pablo Caggiani
Dedicado a los docentes que todos los días caminan y enseñan el camino (y hacen camino al andar).
En primer lugar agradecer a Mate Amargo por dedicar una edición a un tema tan relevante y tan parcialmente desarrollado en la prensa en general.
A la hora de pensar los desafíos de cara a un tercer gobierno del Frente Amplio es necesario formular previamente algunas puntualizaciones, aclarando que las formulamos desde la lógica de aportar a esta discusión.
Primera puntualización. La educación pública ha sido la cenicienta de la segunda parte del Siglo XX en Uruguay. La creación de un ente autónomo en los 70` que concentra el control político sobre los diferentes subsistemas es hija de esta lógica, la ausencia sistemática de inversión y los bajos salarios entre otras medidas. La no política educativa, orientada a el debilitamiento de lo público, es parte de un esquema que entiende que la educación es un bien que los individuos deben comprar en el mercado, por tanto debe gestionarse lo educativo a través del sistema privado.
Segunda puntualización. La educación no va a definir el futuro del país pero sí puede aportar de forma importante en ello, no es la educación la que define los modos de producción, ni el lugar del estado, pero la política educativa es la que orienta la sociedad que construimos y queremos construir.
Tercera puntualización. La educación es un espacio, como todo espacio social, donde existen intereses contrapuestos entre sujetos colectivos con mayor o menor grado de formalización. Desconocer esto significa comprar soluciones fáciles para problemas complejos, lo cual no perjudica a más nadie que a los más débiles.
Expresadas las puntualizaciones nos parece importante señalar aquellos aspectos que se deben pensar desde lo político, con una fuerte presencia de los intereses populares, para un tercer y necesario gobierno del Frente Amplio.
Un primer desafío es lograr que más uruguayos mejoren su vinculación y circulación por las propuestas de educación pública estatal en todos sus niveles y modalidades. Esto no significa otra cosa que lograr que los uruguayos accedan a propuestas educativas que los integren. Propuestas educativas pertinentes que no discriminen a quienes son sus principales actores, los estudiantes. Esto no solo significa garantizar un derecho, sino lograr que el ejercicio de este derecho sea un aporte significativo en la vida de los sujetos.
Especial énfasis se debe dar a los niveles que presentan mayores dificultades en la actualidad, la universalización de la Educación Media en el próximo periodo de gobierno es una deuda impostergable con los jóvenes uruguayos. Primera infancia requiere también de atención especial. Estas transformaciones, son posibles si se cuenta con participación de los docentes y de los medios necesarios para llevarlos adelante.
Un segundo desafío, es proponernos terminar de articular la relación del sistema educativo con la sociedad y sus tensiones. Durante este período estamos creando al menos, si todo sigue como parece, dos entes autónomos, con especificidades particulares: la UTEC y la Universidad de Educación. Estas propuestas de formación se inscriben en los ejes que el proyecto de desarrollo del país entiende como centrales. Dejar librado al mercado o impulsar decididamente algunos sectores no son definiciones que se tomen por azar, sino que van a ser el resultado de la tensión entre los sectores que se propongan continuar profundizando el fortalecimiento de la educación pública y los sectores conservadores. En este sentido, una clara definición de carácter político para incidir en esta cuestión pasa a ser central.
Un tercer desafío refiere a superar las dificultades de gestión que se plantean a la hora de tensionar estructuras que están formuladas con la lógica del proyecto neoliberal de los últimos cuarenta años. Debemos lograr descentralizar aspectos de gestión cotidiana y mantener una centralización que garantice el derecho a la educación de las grandes mayorías así como el desarrollo de un proyecto de país que tenga como ejes la igualdad y la justicia social.
Esto implica, entre otros aspectos, que los diferentes centros, niveles y modalidades articulen propuestas formativas. Implica también que las comunidades de diferentes territorios y las instituciones, participen de espacios de convergencia y cooperación centrándose en objetivos que les son comunes.
Un cuarto desafío es la necesidad de terminar de priorizar las esferas de lo educativo en el presupuesto nacional. Se ha realizado un esfuerzo importante en la materia, pero es claro que el mismo no logra aún resolver medio siglo de postergaciones. Los resultados en el terreno de lo educativo sabido es que son lentos, se miden en años, por tanto cualquier atajo se parece mucho a vender espejitos de colores.
Los docentes de la educación pública sostienen día a día instituciones educativas valiéndose de tradiciones de la educación pública que son las que nos permiten hoy proyectar estos desafíos que entendemos como centrales de cara a un necesario tercer gobierno del Frente Amplio.