Por: Colectivo Cultura
La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados “ignorantes” son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una “cultura del silencio”*.
La UdelaR a través del PIM está trabajando en la cárcel de Punta de Rieles. Dos instituciones tan distantes cruzan sus caminos. Las personas que ingresan a una, difícilmente ingresen a la otra. Las escasas excepciones confirman esta norma. Soledad Piazza, Leticia Musto y Ana Vigna, docentes de la UdelaR, nos cuentan acerca de esta reunión, que no es más que el encuentro de personas que tienen mucho para enseñarse entre sí.
¿Qué es el PIM?
– El PIM es el Programa Integral Metropolitano. Surge en el marco de la 2ª Reforma Universitaria. Es un programa que ya tiene cinco años y que busca articular en su seno distintas experiencias que vayan orientadas a reforzar el vínculo de la UdelaR con el territorio y sus diversas expresiones. Integral remite a eso a la manera que se toman las decisiones en el programa. Se toman junto a las organizaciones y a las personas con las que trabajamos. También tiene que ver con las prácticas interdisciplinarias, con los abordajes que realizamos en la comunidad y con la integralidad de funciones. La idea es que los proyectos con los que trabajemos apunten tanto a generar prácticas de enseñanza, como de investigación y extensión. La intención es que se combine el saber del aula con el saber de la comunidad y que los actores con los que trabajamos sean potenciales docentes para que el saber de los estudiantes pueda ser puesto en juego en otros espacios.
– Nos organizamos tanto como por ejes territoriales como por ejes temáticos. Los equipos territoriales son Malvín Norte, Flor de Maroñas, Ruta 8 (Punta de Rieles, Bella Italia, Villa García, Km 16) y después la zona de Barros Blancos que ya está comprendida en la zona de Canelones. Los ejes temáticos son Salud; Hábitat y territorio; Producción y Mundo del trabajo y Educación. Cada eje toma decisiones sobre su forma de trabajar y tenemos acuerdos alcanzados como programa. Trabajamos tanto con instituciones del barrio como liceos, escuelas y también con instituciones de educación no formal y organizaciones sociales.
¿Cómo comenzó el vínculo con la cárcel de Punta de Rieles?
– El PIM trabaja en el eje Ruta 8 y, a su vez, entra dentro del eje de Educación. Se combinan ambos ejes. Una persona que trabajaba en el Patronato se comunica con Facultad de Agronomía y le pide apoyo para la formación de huertas. Se comunican con el PIM y hacemos un proyecto más amplio. El contacto se realizó en 2011. En ese año fuimos a la cárcel periódicamente, armando el equipo de la universidad conociendo la institución y a los reclusos, para saber que ideas tenían, cuál era el pedido puntual de las autoridades y, finalmente, arrancamos con el proyecto a principios del año 2012.
Todo empezó por el taller de huerta…
– Si. La intervención más dura es a partir de los cursos de producción orgánica de alimentos con algunas cuestiones anexas, como la construcción de invernáculos. Pero también trabajamos con otras temáticas emergentes, que tienen que ver con la organización grupal, con la familia, con el egreso, hemos visto algunas películas… A partir del trabajo en la huerta y de la capacitación en esta área, trabajamos cuestiones relativas a lo cotidiano. En el curso son grupos de 25. El año pasado trabajamos con más de 100 personas privadas de libertad.
– El curso es de 4 meses. Son instancias que van profesores de la Facultad de Agronomía y les dan clases de temas como: suelo, producción de semillas, protección vegetal, bases de la agroecología y como tener una huerta orgánica. Mechado con instancias prácticas de trabajo en la quinta donde también se hacen intercambios de saberes. En base a la demanda de los participantes de que no fuera solo teórico, vamos mezclando una parte mas académica junto a otra donde se abordan los procesos grupales. Ambos aspectos conforman el mismo curso. El curso se basa en la producción agroecológica ya que no necesita muchos insumos para desarrollarla, además de ser coherentes con la idea que tenemos de apuntar a una producción diferente, sin agroquímicos.
– A partir de la Ley de humanización de cárceles, aquellos que participen en tareas laborales y/ o educativas descuentan cada dos días de trabajo y/o estudio, un día de pena y por aprobación de exámenes también se descuentan días. Entonces lo que nosotras exigimos es que esto se considere como una actividad educativa más y se la reconozca como tal también en ese sentido. Aunque este caso es medio particular porque el curso es una actividad educativa dentro de una laboral. Porque en realidad, ellos participan de la actividad laboral que es la producción de alimentos, el trabajo en la huerta. Por eso, el tiempo que están en clase se lo cuenta como que estuvieran trabajando.
¿Qué resultados perciben del curso?
– La verdad se ve el proceso en sus actitudes. Se nota que manejan el tema. Las preguntas que hacen denotan los conocimientos que van adquiriendo, van manejando el tema mucho más.
– Algo que nos han transmitido los operadores carcelarios es que cuando nosotras no estamos, hay momentos en que sigue funcionando la cuestión grupal. Cuando nosotras llegamos a trabajar allí, cada uno tenía su parcela donde plantaban y cada uno de ellos, se hacía cargo de lo propio. Ahora se puede ver, en algunos casos, que hacen el trabajo grupalmente. Y eso es sumamente rescatable y mas en una institución carcelaria. Si el trabajo colectivo es sano en cualquier lugar, mucho más en una cárcel donde las condiciones son mas hostiles.
– Lo importante es rescatar los saberes que ellos tienen. Ellos ya laburaban en la quinta desde antes y ya hacían las cosas de un modo por algo. Entonces es imprescindible poner sobre la mesa sus saberes, porque son portadores de saberes y así deben sentirlo. A medida que va pasando el tiempo se paran de un modo distinto frente al docente o frente a sus compañeros.
¿Cuántos son en el equipo de intervención?
– Por ahora, somos siete docentes, se están incorporando otros de la Escuela de Nutrición que van a estar trabajando en la cocina de la cárcel. En este momento, el proyecto está centrado en la tarea de los docentes pero la idea es que en el segundo semestre comiencen a ir los estudiantes de la Facultad de Agronomía que desarrollan el curso de producción agroecológica y organización grupal.
– A la cárcel están yendo varios grupos de estudiantes. No todos ellos están vinculados al EFI (Espacio de Formación Integral). Este espacio vincula los programas con los proyectos curriculares. El año pasado se integraron estudiantes de Ciencias de la Comunicación. Está yendo un grupo de extensión de estudiantes que tienen un espacio en la cárcel, de formación para los reclusos que trabajan en la bloquera. También fueron estudiantes de Ciencias Sociales y Ciencias Económicas. En total deben haber ido 30 ó 40 estudiantes el año pasado. La idea para este año es replicar eso y que se puedan integrar estudiantes de Nutrición, así como de la Facultad de Derecho, Odontología, Humanidades. El EFI tiene estructurado el trabajo con la Facultad de Agronomía y la de Ciencias Sociales pero tiene en su fundamento la idea de ampliar según las propuestas que vayan surgiendo.
– El EFI intenta que se enganchen a participar desde lo curricular diferentes estudiantes de disciplinas de diferentes carreras. Más allá de los objetivos concretos que tiene el EFI, también se conforma como un articulador de los diferentes servicios universitarios en su vínculo con el sistema carcelario. Gran parte del trabajo que realizamos es el poder sondear en los servicios, en base a las demandas, que son múltiples, la posibilidad de participación directamente de las distintas disciplinas a través de estudiantes o de docentes, en la cárcel. El año pasado hubo dos cursos, uno de posgrado y otro de 5º año, que pudieron ir dentro de lo curricular, ir a la cárcel a hacer trabajos puntuales relacionados con la quinta.
¿Por qué es importante la extensión universitaria?
– Para nosotras es muy importante porque la UdelaR es una institución muy elitizada. Tanto por quienes acceden, los conocimientos que se producen, las actividades que se realizan. La extensión da la posibilidad de que los estudiantes se formen en contacto con la población, en este caso reclusa. Es muy rico para la universidad poder vincularse con la población más excluida de nuestra sociedad. Y creemos que hay un dialogo que se genera entre el estudiante y el recluso que es necesario para ambos. Para el propio recluso, por el hecho de ver que hay una persona que viene de afuera y está interesada en su persona, en su proyecto de vida, en lo que le pasa … Se generan muchas cosas en ese encuentro, que para nosotras hay que potenciar. Así como la producción de conocimiento que vaya en ese sentido, que aporte en este campo.
¿Por qué hacer un proyecto en la cárcel?
– Había experiencias concretas con la población carcelaria pero no estaba muy extendido. Nunca se hizo base en una cárcel. La universidad le ha dado la espalda toda su vida a la cárcel y a la gente de allí. Para nosotros tener la posibilidad de producir conocimiento pertinente para esta población, para pensar el momento del egreso, es muy importante.
– El proyecto tiene varias patas. Una es la población reclusa, otra, los funcionarios y otra, el propio sistema. La población reclusa es una población renegada. Vulnerada en sus derechos, a la cual la universidad no había identificado como un actor pasible de sus intervenciones. Pero también hay un contexto político favorable. Se está dando la Reforma Carcelaria en la cual, las cárceles abren la posibilidad para que otros actores se metan en ella y aporten. Ha habido llamados explícitos de las autoridades del sistema hacia la universidad a colaborar en este proceso y en particular en la cárcel de Punta de Rieles. Es un centro donde se nos ha permitido crear, proponer, meter gente para adentro para trabajar libremente. Entonces se junta por un lado, la universidad con la preocupación respecto a una población que es merecedora de intervenciones universitarias y al mismo tiempo, una apertura institucional carcelaria que habilita a que eso suceda. En ese marco se conjugaron una situación de apertura mutua.
¿Qué devoluciones han tenido de su trabajo en el lugar?
– Los cursos tienen una prueba de evaluación con certificado. En alguna ceremonia ha participado el decano de la Facultad de Agronomía y el Pro rector de Extensión, además del cuerpo docente. En ese momento, nos dijeron que era la primera vez que los reconocían por algo positivo. El hecho de dar un certificado expedido por la UdelaR con la firma y la presencia de las autoridades. ¡Vos te ganaste esto porque pasaste por el proceso, diste una prueba y sos merecedor de esta acreditación! Algunos pasan por esto por primera vez en la vida. Entonces siempre es la etiqueta negativa. El preso, el delincuente. El reconocimiento por un logro de esta magnitud es algo que promueve un cambio a nivel identitario que es súper importante para su trayectoria personal.
– Las devoluciones que hemos tenido han sido positivas. Pero a veces nos preguntamos qué harán con esto cuando salgan. ¿Qué de esto les puede servir directamente en su vida cotidiana cuando egresen? No sabemos. Creo que todo sirve: la posibilidad de trabajar con otros, el respeto mutuo, o de empezar a pensar en la organización del trabajo… Cuesta ver la relación de esto al momento de su egreso. El tema del egreso es una preocupación inevitable porque no sabemos qué va a pasar cuando salgan. Haces un vínculo, ves el proceso por el cual va pasando la persona y ves el interés por seguir trabajando. Tenemos pila de ideas con respecto a convenios con la universidad o la IM pero no se ha concretado nada todavía. La idea está.
– Lo que nos decían los operadores es que ellos habían desarrollado más autonomía, mayor capacidad de tomar decisiones con respecto a la huerta. Antes regaban porque alguien les decía que lo tenían que hacer, ahora eso cambió. O iban a nuestro taller porque alguien los llevaba, ahora saben que nosotras vamos a ir y están atentos. No hay que avisarles que vamos. Lograr estas cosas en un sujeto pasivo durante toda su transición en la cárcel habla de poder generar marcos de autonomía en la dinámica carcelaria que es sumamente importante.
– Yo creo que si bien la universidad ha colaborado mucho, la autonomía es una filosofía del propio establecimiento. Punta de rieles es una cárcel atípica, su población es penada. Es la única cárcel que tiene una dirección civil. El director y el Subdirector son civiles y tiene al igual que en otros centros, la figura de los operadores penitenciarios que si bien dependen del ministerio del interior son civiles.
El lineamiento de las autoridades del establecimiento es fomentar que las personas tengan su rutina y promover dentro de ese contexto la autonomía. El EFI va en esa misma línea. Que ellos sepan y sientan que tienen derecho a la Educación y que estén a la altura de las exigencias que ese proceso requiere. Porque también entrar en una lógica muy paternalista tampoco colabora para su egreso. Es más, es probable que contribuya a mantener las condiciones similares o peores a las que tenían cuando entraron a la cárcel.
Pese a que la 2ª Reforma jerarquiza la extensión universitaria. ¿hay dificultades para su aplicación?
– La insuficiente participación de los estudiantes tiene que ver mucho con que las carreras son muy rígidas. Por supuesto varía en función de los distintos servicios, dentro de cada carrera, dentro de cada facultad. Pero hay algunas que se prestan más para la curricularización de actividades en el medio y otras que tienen un formato muy duro, que hace que sea más difícil la participación de los estudiantes de manera sostenida en el tiempo. Más allá de alguna intervención puntual, acotada, un proceso más continuo cuesta bastante.
– La Escuela de Nutrición, que se va a integrar ahora, tiene un sistema de prácticas en el cual los estudiantes circulan mucho. Y es muy difícil generar un proceso en un tiempo tan corto. Entonces el acuerdo que hicimos con las compañeras de nutrición es que hicieran un llamado no curricular. Por más que se haya creado el dispositivo EFI, las carreras siguen siendo muy rígidas, muchas veces no hay un docente que esté dispuesto a acompañar el proceso dentro de la cárcel y esa tarea recae más en nosotras
– Un estudiante puede ir dos veces a una práctica. Le puede aportar al estudiante, pero tenemos que contemplar la otra parte, que a los reclusos les deje algo. Que sea un beneficio mutuo, no solo para los estudiantes. Por tanto, es necesario pensar algo más sostenido en el tiempo y eso es lo difícil.
– El problema es más estructural, si bien ha habido movimientos de apertura de curricularización de actividades fuera del salón, algunas carreras siguen con una lógica más tradicional donde hace falta valorar en el propio proceso de formación de los estudiantes, lo que es la formación en otros ámbitos, externos al salón de clase.
Y los estudiantes, ¿están abiertos a las prácticas de extensión?
– Creo que hay una apertura desde los estudiantes hacia la extensión. Por ejemplo, el año pasado los estudiantes de Sociología y de Trabajo Social querían participar del proyecto y no teníamos la chance de generar un espacio curricular. Les propusimos que participaran pero en un horario extra clase sin que eso contara para el promedio ni la currícula. La participación fue alta y ellos agradecen la posibilidad de poder meterse en el terreno desde el vamos y no tener que esperar a recibirse para poder hacer prácticas profesionales.
– La experiencia con el PIM, por la que ya hemos transitado durante varios años, nos dice que los estudiantes que pasan por un proyecto de estos quieren buscarle la vuelta para seguir. Uno se encuentra con los mismos estudiantes que van buscando espacios de este tipo, según lo que le permite la universidad en ese momento. Por ejemplo, con el curso de cooperativismo, con la caja de herramientas, con diversas pasantías. Hay muchísimos estudiantes que están interesados en hacer dialogar lo que están aprendiendo con el medio. Esto es una posibilidad. Yo creo que los estudiantes que transitan por esto quedan entusiasmados.
* Paulo Freire
«Los espejos rotos. Identidad, educación y trabajo en contextos de encierro»
Documental realizado por docentes del Espacio de Formación Integral «Fortalecimiento de los procesos educativos/productivos en contextos de encierro» y del Programa de Comunicación de Extensión Universitaria, que se centra en los programas educativos y laborales en las cárceles departamentales de Salto y Paysandú, a través del testimonio de sus protagonistas: personas privada de libertad y profesores.