Por: Andrés López *
Si nos regimos con rigor histórico, es triste pero hay que reconocerlo, el inicio de la instrumentación de la reforma vareliana y a la creación de la Escuela de Artes y Oficios, fue realizada durante el golpe de Latorre.
Tales cambios no fueron efectuados con apego a la forma principista (hecho reclamado a Varela por sus contemporáneos amigos intelectuales), pero este asunto no fue el único que conspiro para que la educación técnica en nuestro país fuese observada de reojo; tal demonización también esta asociada con una corriente de pensamiento que relaciona el trabajo manual con castigo o tareas para ciudadanos de segunda; en Uruguay debemos remontarnos al período colonial español para hallar antecedentes de la enseñanza de artes y oficios. Los colonialistas que despreciaban los trabajos manuales considerándolos inferiores, encontraron en sus sacerdotes enviados por España, los «maestros» para adiestrar a los indígenas, quienes una vez convertidos al cristianismo debían realizar tareas rurales, de construcción, artísticas y todas aquellas que requieran esfuerzo físico. En Montevideo un reducido grupo formado por españoles, extranjeros y criollos desarrollaban actividades comerciales, artesanales y de taller, contando con aprendices que tenían como escuela los conocimientos prácticos que les aportaban sus patrones.
Para colmo, la etimología de la palabra trabajar proviene del latín tripalium (tres palos), es decir, un yugo hecho con tres palos cruzados, donde se inmovilizaba a los esclavos mientras se les azotaba. De tripalium derivó inicialmente a tripaliare (torturar) y posteriormente a trebajo (esfuerzo, sufrimiento, sacrificio). Finalmente, de trebajo evolucionó hacia trabajo.
No considerar la formación para el trabajo como un elemento importante en la educación integral, contradice parte del pensamiento artiguista; en 1813 José Artigas escribe: «… fomentar y levantar los Seminarios para las Ciencias, Artes, aulas de Gramática, Filosofía, Matemáticas y Lenguas; fomentar las sociedades públicas, instrucciones para la promoción de la Agricultura, Comercio, Oficios, Manufacturas e Historia Natural del país, y todo efecto social y sentimientos generosos que acrediten las virtudes de un Pueblo bien civilizado entre las Naciones Cultas”1“Las primeras fórmulas constitucionales en los países del plata” – Ariosto D. González.
Al mando del Dr. José F. Arias a principios del siglo XX, la Institución buscó actuar en contacto directo con la sociedad y amplió el número de representantes de su Consejo, integrando a representantes del gobierno, de Enseñanza Primaria y Normal, de Facultades, delegados de los Industriales, del personal docente de la Institución, de los profesionales egresados de la Escuelas Industriales y de los demás obreros. En dos oportunidades presenta un proyecto de ley para crear la «Universidad del Trabajo» que no prosperan; veinte años después el gobierno de Alfredo Baldomir crea y le otorga autonomía a la “Universidad del Trabajo del Uruguay”, en procura de perfeccionar y prestigiar la enseñanza técnica, y a la vez erradicar definitivamente el preconcepto aún dominante en nuestra sociedad de menospreciar la «Escuela Industrial». Se desarrolla investigación técnica y científica aplicable al agro y a la industria, y se convierte en el punto de referencia de productores rurales e industriales. La historia de la UTU navego por impulsos de unos pocos visionarios, apoyo de muy pocos mandatarios y un sistemático freno de colectivos pertenecientes a la intelectualidad montevideana, mandatarios indiferentes y un golpe en el 73 que le dio la estocada final eliminando el concepto de Universidad del Trabajo.
Falsas contradicciones = Pérdida de oportunidades
Cada día que pasa es una oportunidad perdida, a nuestro futuro le urge abandonar el tiempo contemplativo e iniciar el tiempo activo. Para lograrlo es necesario debatir, pero tienen que ser debates y tertulias que eviten arrastrarnos a falsas contradicciones: Trabajo vs. Pensamiento, Acción vs. Reflexión, Pragmatismo vs. Ideología, Razonamiento Práctico vs. Razonamiento Académico. No podemos darnos el lujo de dividir a nuestros ciudadanos en dos clases, hay que inocular y reproducir el conocimiento práctico y el teórico; para ello es fundamental la enseñanza Técnica/Tecnológica, continuar fortaleciendo la UTU y construir puentes con la UTEC para que algunos cursos tengan continuidad educativa, elevando el actual “techo de cristal”, que actualmente genera asimetrías con los técnicos de la región (de cara al libre tránsito de personas Uruguay/Brasil), y atenta con los nuevos desafíos productivos que exige el mercado laboral y una sociedad que pretende basar su desarrollo en el conocimiento técnico/tecnológico y científico; teniendo como protagonistas profesionales formados con pensamiento crítico, reflexivo, para que conozcan cual es su rol en la sociedad, su posibilidad de modificar la realidad, comportándose como un sujeto activo, comprometido y dispuesto a enfrentar situaciones que lo desafíen.
Educar para participar y participar para educar
Del análisis sobre autopercepciones2“Entre la protesta y el compromiso, La izquierda en el gobierno” – Constanza Moreira, se desprende que los sectores socioeconómicos medios con formación terciaria, se inclinan por posturas de izquierda o progresista y no por posturas de derecha o conservadora, por lo tanto existe un mar de proximidad que no se materializa en organización. En UTU, varios elementos relacionados con los contenidos y la dinámica educativa (entre otras cosas) tienden a formar profesionales con poco conocimiento sobre el funcionamiento de la sociedad (o cualquier organización) y por lo tanto no reconoce cual es su rol social y que posibilidades tiene de modificar la realidad; de lo anterior se desprende que si bien poseen posturas sensibles para con los demás, se comportan como sujetos pasivos y no como agentes de cambio.
Es importante masificar de verdad la participación, promover los Consejos de Participación creados por ley; ningún cuadro de izquierda en el gobierno debe temerle a la gente organizada, todo lo contrario, debe impulsar la generación de gente organizada. Actualmente son muy pocas las escuelas técnicas que poseen consejos de participación verdaderamente activos (hay muchos testimoniales), hasta el día de la fecha no se ha promovido ningún encuentro, ni seguimiento para su fortalecimiento; si se continúa con este rumbo, los consejos de participación se transformarán en elementos de desacumulación. Promover la participación de actores que se encuentran por fuera del quehacer educativo diario, le aporta oxigeno a la discusión educativa, enriquece a los participantes y tiende a evitar tendencias claustrofóbicas.
El desafío
Uruguay sabiamente ha comenzado a definir políticas a largo plazo en materia de energía e infraestructura, si de formación técnica hablamos, el desafío en la educación para los próximos 20 años consiste en desarrollar habilidades manuales a edades tempranas; la cultura del consumismo no debe combatirse exclusivamente con discursos o campañas publicitarias sobre valores; si no despertamos en nuestra gente la capacidad de hacer cosas con sus propias manos, seguirá reinando la idea que todo se compra hecho. Por otro lado, si no logramos aumentar cualitativa y cuantitativamente el preocupante bajo porcentaje de egresados de los niveles secundarios, la educación técnica terciaria (o cualquier otra) pierde su alcance, hace varias décadas que año a año perdemos posiciones con países de la región como Argentina, Chile, Ecuador y Venezuela que ya nos superan o han acortado diferencias en relación a nosotros.
En términos mecánicos, si la educación de nivel primario, secundario y terciario trabajan desasociados, se comportarán como engranajes de “giro loco”, es necesario que se constituyan como un sistema de poleas, cuya correa común sea el acceso al conocimiento técnico/tecnológico y científico de calidad. La UTU y la UTEC, tienen por delante un gran desafío; amalgamar lo reflexivo con lo productivo, intentar una síntesis entre el “pensamiento académico” y el “corazón de oficio”. Si como sociedad (individuos e instituciones) nos comportamos con “solidaridad generacional”, y logramos que los que vengan en el futuro, sean mejores que nosotros, habremos hecho bien nuestro trabajo.
*Prof.Téc.Prev. Andrés López