Por: Julio Battistoni
Rita Levi Montalcini
El 30 de diciembre de 2012 murió en Roma, a los 103 años de edad, cumplidos el 22 de abril, la científica italiana Rita Levi-Montalcini, premio Nobel de Medicina 1986.
Mate Amargo preparaba una entrevista electrónica –ya que teníamos el contacto- nos planteábamos hacerle pocas preguntas pero contundentes; la muerte nos impidió este objetivo. Queríamos profundizar en su especialidad en relación a otras disciplinas vinculadas al comportamiento humano así como en su opinión de la actual situación de la mujer en la ciencia.
Rita Levi-Montalcini nació, en Turín el 22 de abril de 1909; su padre, Adamo Levi, fue un ingeniero eléctrico y matemático y su madre, Adele Montalcini, una pintora de prestigio. Su hermano mayor, Gino, fue un destacado arquitecto italiano y profesor de la Universidad de Turín.
El padre de Rita fue conservador respecto a la mujer en la sociedad, por lo que resolvió que sus tres hijas no debían ir a la universidad. Rita no podía contentarse con un papel meramente doméstico y a la edad de 20 años le exigió a su padre ingresar a la universidad. Finalmente el padre cedió y dentro de los ocho meses en los que subsanó sus deficiencias en matemáticas latín, griego, se graduó de la escuela secundaria y se matriculó en la escuela de medicina de Turín.
Los Levi pertenecen a una familia turinesa de origen judío sefardí, entre los cuales se encuentra también Primo Levi, químico y escritor italiano, autor de memorias, relatos, poemas y novelas. Fue un resistente antifascista, superviviente del Holocausto, dando testimonio en parte de su literatura.
Rita también fue perseguida por el fascismo, vivió clandestinamente varios años en Florencia. Viendo que no sería posible llevar a cabo libremente su trabajo científico, construyó una pequeña unidad de investigación en su dormitorio. Se había interesado en los mecanismos moleculares que controlan el desarrollo del sistema nervioso de los vertebrados.
Los aportes de Rita han sido fundamentales para el desarrollo de la investigación sobre la bioquímica del cerebro, especialmente por sus contribuciones a la comprensión de los factores (moléculas) de crecimiento en el desarrollo de tejidos humanos. En 1952, encontró que, cuando tumores de ratón se trasplantaban a embriones de pollo, se inducía un potente crecimiento del sistema nervioso del embrión. Llegó a la conclusión de que el tumor libera una molécula, un factor de crecimiento (nerve growth factor, NGF), que tenía una acción selectiva sobre ciertos tipos de células nerviosas. Este fue uno de los trabajos pioneros en este tipo de moléculas que establecen “órdenes” entre células, en este caso, la de replicarse.
Gran parte de su trabajo lo realizó en Estados Unidos donde continuó dedicada al estudio de factores de crecimiento, luego regresó a Italia.
Es la estatura humana de esta mujer la que nos mueve a recordarla especialmente y no sólo su mérito científico.
En 1994 creó una fundación que presidió hasta su muerte dedicada a prestar ayuda para la educación a todos los niveles, especialmente de mujeres jóvenes africanas Se inspiró, como tan bien describe en su libro Las pioneras, en “las mujeres que cambiaron la sociedad y la ciencia a través de la historia”. Sus únicos méritos, decía, han sido la “perseverancia y el optimismo”. Rita fue senadora vitalicia y nunca se desvinculó de la investigación científica, tampoco se jubiló.
Para recordar a esta gran mujer, alguna de sus citas:
- “El cuerpo se arruga”, “pero no el cerebro”. Son la inacción, el desencanto, la desmotivación los que “arrugan” el cerebro.
- «Mi cerebro con casi cien años es mejor que cuando era joven».
- «Vivimos dominados por impulsos de bajo nivel, como hace 50.000 años».
- “La muerte es natural. Sólo acabará con mi cuerpo, pero no matará lo que hice. Eso es lo que nos sobrevive. Eso es la inmortalidad”.
- “Las mujeres africanas han sido humilladas, físicamente, psíquicamente, y por lo tanto fueron destruidas al nivel epigenético, no al genético. Desde el punto de vista de posibilidades, están en condiciones trágicas que no les permiten usar el desarrollo mental del lóbulo cognitivo, del componente neocortical”.
- ”Lo más importante es comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. A mí solo me merecen respeto especial aquellos que viven en armonía con sus principios. Yo afortunadamente soy fuertemente de izquierda, lo que quiere decir creer en el progreso y en la paridad, mientras la derecha es lo opuesto. Lo que queda, de mí y de todos, son los mensajes que hemos lanzado durante nuestra vida; esos quedan”.
- Respecto a si tuvo miedo en el fascismo: “Miedo, no; desprecio y odio sí. La conducta humana no sólo depende de los genes, sino que depende de la sociedad en la que se desarrolla el individuo. Los regímenes totalitarios convencen a las poblaciones con ese raciocinio de bajo nivel, que es puro instinto, y que surge en el origen de la vida de los vertebrados”.
- «Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad».