Por: Ricardo Pose
Al tiempo que la derecha brasilera intentaba sacar rédito de las movilizaciones populares en contra del encarecimiento del transporte público, menguada su capacidad de movilización por la apropiación de la conducción de las mismas por parte de militantes del PT, en Uruguay la derecha criolla sufría una estrepitosa nueva derrota al no conseguir el llamado a referéndum para plebiscitar la ley de interrupción voluntaria del embarazo, logrando apenas un 10% del 25 necesario.
Desde nuestro último artículo sobre la derecha en la región ha habido movimientos en el tablero; a saber la derecha reconquista el gobierno en Paraguay tras la contienda electoral ; en argentina frenan la reforma en el Poder Judicial y las denuncias de corrupción de allegados al gobierno enturbian la imagen presidencial; en Venezuela se acercan electoralmente al PSUV; en Uruguay la avalancha de sentencias en contra de los avances populares por parte de la Suprema Corte de Justicia se suman al haber llegado a las firmas que habilitaron esta consulta de Junio que se suma a la obtención de las firmas necesarias por el tema minoridad.
Enredados en las movilizaciones de la derecha uruguaya la extrema izquierda lanza una ofensiva desde algunos sindicatos sin que la expresión destemplada de algunos conflictos genere una situación que favorezca, en este caso particular del llamado a votar, a los intereses de la derecha.
Los principales líderes de la reacción criolla, Bordaberry, Abdala, Gandini, Mieres reciben una nueva derrota electoral, en un mecanismo que ya estaba activado, pero que sin ser grandes estrategas electorales, deberían haber avizorado que si la última encuesta daba ganador al FA sumados los dos partidos tradicionales más el independiente el resultado era previsible pero lograron movilizar y organizar las huestes posibles.
La distancia de su propia interna de Fernando Amado entorpece la posibilidad inmediata de un acuerdo que selle una fórmula electoral para la intendencia de Montevideo y la oposición ya no logra tan fácilmente como antes meter temas en agenda.
La Derecha criolla, salvo los reductos de las expresiones institucionales, y a pesar de la sensación de avance que las mismas generaron para la reacción, sigue empantanada.
¿Esto implica que las fuerzas de izquierda deban sentir que van cómodamente hacia un tercer gobierno popular?
Y en principio no. Porque no podemos confundir fuerza movilizada con resultado electoral en un tema además con más aristas filosóficas que política partidaria como el del aborto.
Es decir una cosa es que la ciudadanía no haya dado un aval para una consulta en un tema específico y tan complejo como este, pero los mismos sectores que no fueron a votar tampoco se expresaron masivamente en contra de los fallos de la corte sobre el impuesto a la concentración de tierra y la ley de caducidad.
Si cuantificamos meramente en cálculos electorales y sobre el resultado de la misma elección podemos no valorar la política de desgaste, que sin pausa y sin cierta prisa la derecha viene operando.
Política de desgaste favorecida por el desgaste producido en Montevideo por una nueva generación de electorado que nunca conoció los gobiernos de derecha y no se siente conforme con la manera en que se ha resuelto las candidaturas de la izquierda; por una importante situación de exclusión social aún pendiente que hace sus manifestaciones en situaciones de violencia irracionales como en el deporte, o utilizando este como pretexto y escenario.
Que tanto demore en convertirse en pujante apoyo electoral a la fórmula que la derecha logre construir no dependerá solo de sus virtudes y logros sino de achicar el margen de error de la propia izquierda. Este escenario político tampoco quedara sujeto exclusivamente a lo que suceda fronteras adentro. Lo que pase en argentina pero fundamentalmente en Brasil influenciara de una u otra manera aunque no parece ser una perspectiva en el corto plazo.