UNI Radio: activa y des/prolija

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Por: Paola Beltrán 

Gabriel Kaplún es Director de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación e integrante de la Coalición por una Comunicación Democrático, espacio que impulsa y ha trabajado en la redacción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Le preguntamos a Gabriel: ¿Qué puede aportar el proceso de Uni Radio a los nuevos medios que pueden surgir de las organizaciones sociales que accedan al espectro radio eléctrico, si se aprueba la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?

Su respuesta es la siguiente:

Una radio universitaria no es una radio comunitaria, claro está. Pero las características particulares de Uni Radio hacen que, tal vez, algunas cosas de esta experiencia puedan servir para pensar y armar un medio de comunicación por parte de organizaciones sociales. Menciono aquí tres.

1. Pensar que una radio no sólo dice, sino que también hace. O al menos esa es una de sus potencialidades más interesantes. En nuestro caso se trata de “hacer” universidad. Es decir, no sólo hablar de lo que la universidad hace, sino también hacer investigación, enseñanza y extensión: producir conocimientos, ser espacio de aprendizaje, construir vínculos con la sociedad. Una radio hecha por organizaciones sociales tal vez también pueda ser pensada así. Porque hacer comunicación es producir sentidos y vínculos entre y con la comunidad, los vecinos, los trabajadores, los viejos y los jóvenes. Mostrando el colorido de la vida social y también pintando la vida, que es más gris sin comunicación.

2. La saludable tensión entre la creatividad, la capacidad de innovación y ruptura, la “desprolijidad”, el desacartonamiento y, por otro lado, la necesidad de tener una identidad sonora reconocible, “amable” (que pueda ser amada por los oyentes), “prolija” a su manera. Sin imitar los modelos trillados de la radio comercial y, al mismo tiempo, sin aislarse en un universo sonoro que sólo habla para unos pocos o para sí mismos.

3. La necesidad de profesionalizar la radio, sin burocratizarla. Contando con un equipo propio estable, que sostenga una salida al aire continua y de calidad y, al mismo tiempo potenciando el aporte voluntario de muchos radialistas que no se dedican exclusivamente al medio, pero que también tienen que aprender a hacer buena radio. Combinando la producción propia que sirve de ancla con el espacio para que naveguen coproducciones con propuestas diversas. Propuestas que no deberían nunca sentirse como de prestadas o de alquiler, sino ser también parte de la radio, de un modo distinto que los que la sostienen cotidianamente, pero no menos valioso.

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