Por: Hugo Wilkins Méndez
Nos sembró sueños y nos llenamos de Quijotes
Cada año el conmemorar el Asalto al Cuartel Moncada es para los cubanos y los revolucionarios un acontecimiento significativo. El Moncada fue el despertar de un continente que durante 500 años fue dominado por diferentes imperios.
La derrota militar de un audaz y valiente puñado de jóvenes cubanos dirigidos por Fidel, significó un triunfo político para los revolucionarios que con esa acción rescataban el sueño martiano.
El sacrificio no fue en vano. Cinco años, cinco meses y cinco días después, el mundo despertaba a una nueva era latinoamericana. Las semillas sembradas por las luchas de nuestros antepasados por la libertad y la justicia comenzaron a fructificar en las islas del Caribe, en los llanos venezolanos, en la cordillera de los Andes, en las selvas de la Amazonia y en la pampa americana. Resurgían como precursores de ideas libertarias las figuras de Artigas, Martí, Bolívar, San Martin y tantos otros luchadores por la libertad, solo que ahora era la voz de los pueblos quienes rescataban su pensamiento revolucionario.
El compañero Presidente Mujica -como lo llamaban locutores de TV, radios, y prensa escrita- fue, en esta ocasión, algo fuera de lo común en el quehacer diario de los cubanos. Actuó, habló y seguramente sintió como un compañero, no como un presidente.
Los nacidos en Uruguay somos bastante independientes en nuestros criterios. Tratamos de ser sinceros, políticamente sinceros. Los Tupamaros, básicamente mamamos de la leche de aquel Uruguay en donde la honestidad y el trabajo eran leyes fundamentales de vida y así hemos tratado de mantenernos en ella. Creo que a esas actitudes la gente las percibe. A veces les parece raro que en el mundo actual, donde predominan los dobleces y el acomodamiento para lograr «éxitos», esas personas existan.
Mujica es expresión de ese estilo de vida. Por suerte no es el único. La gente común lo percibe, por eso no es raro escuchar comentarios afectuosos aunque a veces no le hayan entendido muy bien lo que dijo. Esa escuela de honestidad, sacrificios, trabajo para mejorar la vida de la gente, respeto por las ideas de los demás y el no hacer concesiones, es algo que tenemos que rescatar para que el pueblo confíe en los políticos que queremos cambiar la vida con la política.
Este 26 de Julio en Cuba reflejó también la época nueva que se está forjando con la integración de la América Latina y el Caribe. Cuba este 26 de julio fue acompañada por la mayor cantidad de presidentes y delegaciones de Estado en su historia. Todos ellos expresaron su reconocimiento a la solidaridad de este pueblo. Todos ellos reconocieron el esfuerzo de Cuba, pobre en lo material, bloqueada y hostigada por el imperio más voraz de la historia de la humanidad, por su capacidad de resistir, por su generosidad con aquellos que necesitaron hasta la sangre de sus hijos, brindada con generosidad y valentía. Ese ejemplo de solidaridad, debe de ser también una guía para el difícil camino de la unidad
de la Patria Grande.
La oportunidad de los latinoamericanos y nuestros hermanos caribeños no debemos dejárnosla trampear por intereses egoístas, por ofrecimientos de libertades que solo pueden disfrutar los poderosos. Esta construcción de hoy es el resultado de sacrificios centenarios; de centenas de miles de muertos, presos y torturados; de dependencia tecnológica, económica y cultural que privaron a nuestros pueblos de un desarrollo que permitieran sociedades libres y
soberanas.
Tenemos la responsabilidad de ser inteligentes al negociar nuestros recursos, negociar las inversiones para explotar nuestras riquezas que sirvan para potenciar los recursos humanos y alcanzar niveles productivos que le den el justo valor al esfuerzo humano de crear riquezas.
Invertir esos beneficios en una educación de calidad, en salud, en viviendas dignas, en calidad de vida y en la formación cultural para construir sociedades más libres y democráticas.
Por ello La Integración es una necesidad estratégica para nuestros pueblos en virtud de las exigencias derivadas de la actual fase de la globalización. Tenemos la necesidad de crear encadenamientos en los ámbitos de producción, logística, comercialización, inversión, educación y tecnología entre otros. De esta manera, los mercados ampliados, la certidumbre jurídica y la convergencia de normas y disciplinas unidas a los avances en materia de infraestructura, energía y conectividad, así como la presencia de redes globales de valor, pasan a convertirse en requisitos necesarios del mundo actual para crecer con equidad.
La Integración permite además el avance de las pequeñas y medianas empresas, dada su mayor presencia relativa en el comercio intra regional, y estimula la diversificación productiva al favorecer las exportaciones de mayor valor agregado y contenido manufacturero.
Asimismo, la Integración debe incentivar la creación de cadenas de valor regionales constituyendo una plataforma de aprendizaje que permita una mayor competitividad a nivel mundial.
Por ello debemos Identificar y coordinar nuestras fortalezas y trabajar sobre nuestras debilidades para no desperdiciar esfuerzos y fortalecer nuestra inserción en el mundo globalizado.
La hoy necesaria y consciente tarea de la Integración exige no solo la especialización de cuadros técnicos y de gobierno en cada país, sino una gestión militante. Y por sobre todo un convencimiento de las fuerzas políticas que aspiran a una sociedad mejor, para que este objetivo se convierta en una necesidad de la mayoría de la sociedad.
Los retos son enormes. Apenas estamos reconociendo la necesidad. Los años de atraso y dependencia que nos han impuesto los enemigos que este objetivo tiene, nos pide un esfuerzo mucho mayor que la conquista de los gobiernos.
Los frentes de lucha son diversos. El objetivo es uno solo: lograr la felicidad y el bienestar de nuestras sociedades.
Estamos seguros que los revolucionarios y las personas honestas de la Patria Grande seguiremos conmemorando junto al pueblo cubano muchos Asaltos al Moncada. Como también seguiremos conmemoramos cada año el recuerdo de nuestros muertos en Pando, bajo la tortura o en las calles de nuestro Uruguay.
Seguir recordando estos hitos de la historia de Nuestra América, confiar que lo hacemos para lograr un mundo mejor, justo, solidario, socialista nos compromete aún más con nuestros pueblos.
¡¡Habrá Patria para Todos!!
La Habana, 28 de julio del 2013