Víctimas y victimarios, entre putas y rapiñeros

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Por: Marcel Lhermitte

“Reúnase a una multitud de hombres y mujeres previamente preparados por la diaria lectura de un periódico, hágasele oír la música amplificada de orquestas en medio de un escenario de brillantes luces y sométasela a la oratoria de un demagogo, que es (los demagogos siempre lo son) simultáneamente el explotador y la víctima de la intoxicación de las masas, e inmediatamente se la tendrá reducida a un estado de casi inconsciente subhumanidad. Nunca antes unos pocos estuvieron en posición de convertir a tantos en payasos, locos o criminales”.

Estas palabras fueron publicadas en 1952 por el escritor británico Aldous Huxley en el libro Los Demonios de Loudun y parecen ser premonitorias de nuestra actual sociedad de masas, que vive bajo el influjo permanente de los innumerables mensajes que continuamente se emiten desde los medios de comunicación.

Como nunca, quienes tienen la posibilidad de expresarse a través de los medios de comunicación, cuentan con el poder de “convertir en payasos, locos o criminales” a quienes escojan, o incluso determinar quiénes son víctimas o victimarios de un sistema.

Un ejemplo de esta situación, que ha acaparado varios minutos de radio y televisión, así como también centímetros en la prensa nacional, fue el reciente y sonado caso de “La Casita del Parque”, en Paysandú.

En la mencionada finca municipal se celebró, al menos una vez, un cónclave orgiástico, en donde, según las crónicas y la Justicia, abundó la comida, el alcohol, las drogas y también formó parte de la cita la prostitución infantil.

El lastimoso hecho dejó al descubierto todo tipo de irregularidades y la justicia dictaminó incluso responsabilidades penales, entre otros, al secretario general del gobierno local, Horacio de los Santos. Los medios de comunicación masivos cubrieron e informaron sobre el escándalo político en cuestión, sobre el desenlace legal y las posteriores repercusiones partidarias, pero el sistema nuevamente olvidó “casualmente” a las víctimas: quienes ejercieron la prostitución infantil.

Lo increíble de esta situación es que en menos de un año y medio el país estará decidiendo sobre la baja de la edad de imputabilidad para los menores infractores, aquellos que son victimarios de nuestra sociedad, los que rapiñan y son denunciados día a día por los informativos televisivos, de quienes conocemos al dedillo sus “alias” y su prontuario delictivo.

Los menores victimarios en la mayoría de los casos son previamente víctimas de un sistema y de una sociedad que es manejada por adultos, de la misma forma que los menores que son exclusivamente víctimas, como es el caso de estas menores que fueron llevadas a la Casita del Parque de Paysandú.

El trato que reciben de parte de los medios de comunicación las víctimas de esta situación difiere muchísimo del que reciben día a día los menores victimarios, y eso radica, citando al catedrático español Manuel Castells, en que estos “no son neutrales, tal y como proclama la ideología del periodismo profesional”.

“Los actores de los medios crean plataformas de comunicación y producen mensajes en consonancia con sus intereses profesionales y empresariales específicos. (…) Los medios corporativos son fundamentalmente un negocio, y la mayor parte del negocio se compone de entretenimiento, incluidas las noticias. Pero también tienen intereses políticos más amplios, ya que se encuentran directamente implicados en la dinámica del Estado, que es una parte fundamental de su entorno empresarial. Así pues, las reglas del juego político en los medios de comunicación dependerán de sus modelos de negocio concretos y de su relación con los actores políticos y la audiencia”, dice Castells en su libro Comunicación y Poder.

Volviendo a Huxley, ya contamos con los demagogos, y ni siquiera es necesario nombrarlos, que día a día intoxican a nuestra masa social con el objetivo de criminalizar a los menores infractores, y son los mismos que se llaman al silencio cuando nuestros jóvenes son víctimas del sistema, porque intentan hacernos creer que vivimos en una sociedad en decadencia infectada por putas y rapiñeros.

Es por eso, para no llegar a un estado de subhumanidad, que el esfuerzo debe estar en advertir a nuestra sociedad cuando estas cosas sucedan, utilizando los métodos que tengamos a nuestro alcance, a pesar de no contar con todo el poder y el peso de los medios de comunicación, ni con la voz de gran parte de los actores políticos que difunden su mensaje en los mismos.

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