Por: Federico Graña
“Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablande reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien esta que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan.”
Federico García Lorca
Sin duda el hacer un alto en el camino, el detenerse un instante para ver nuestro recorrido y elevar la mira, es una tarea indispensable para la construcción del socialismo. La etapa en que nos encontramos es contradictoria en el campo subjetivo, mientras por un lado avanzamos en varios temas de la ampliación de derechos, por otro, se consolida una percepción que estigmatiza y criminaliza a otros sectores de la sociedad. Ejemplos de esto sobran, vecinos que se organizan para rechazar el realojo en sus barrios de personas de provenientes de asentamientos o la estereotipación exagerada sobre las y los jóvenes de los sectores populares. En esta contradicción expresa quizás uno de los principales desafíos de la etapa en la que nos encontramos, recomponer el tejido social y articular el relato de los valores que cimentaran la construcción de ese Uruguay que soñamos.Sin dudas los avances realizados en el campo de la ampliación de derechos conforman una proceso de profundización de la democracia por varias razones. En primer lugar aporta a la deconstrucción de los modelos únicos tradicionales, y otorga la calidad de ciudadanos a miles de uruguayas y uruguayos . En segundo término al compás de las luchas que se han librado en estos años han generado y consolidado varias organizaciones sociales, las cuales se han instalado en nuestra sociedad, ampliando el campo de articulación y propuesta del movimiento social.
Ha sido también desde el movimiento social que han surgido propuestas en temas muy complejos, como ejemplo basta la iniciativa llevada adelante entre INAU, SIRPA y PIT-CNT con los jóvenes en conflicto con la regulación penal, o el trabajo de l@s obrer@s del SUNCA y de cientos de jóvenes en las brigadas del Plan Juntos. Centrando nuevamente el eje de la discusión en torno al rescate de la solidaridad como valor identitario de los sectores populares, de las organizaciones sociales y de la sensibilidad de izquierda. Esta batalla es central en el campo subjetivo, ya que desde la derecha y sus voceros se quiere instalar un discurso represivo que configure un escenario de pobres contra pobres, desviando la atención sobre la responsabilidad de las políticas económicas excluyentes aplicadas durante décadas por la coalición blanqui-colorada y la avaricia desmedida de quienes incluso generando ganancias extraordinarias se niegan a ser solidarios con los uruguayas y las uruguayos más desfavorecidos.
Es bueno señalar también que tanto las luchas por la ampliación de derechos, como las acciones anteriormente señaladas, son excelentes muestras de la articulación entre fuerza política, movimiento social y gobierno, dando respuestas concretas a problemas concretos de nuestra realidad transformándose quizás en una de los novedades más interesantes de nuestro proceso.
Este camino puede ser una pista de cuál debería ser, más allá de lo programático y las medidas concretas, el centro de discusión de la izquierda uruguaya. Es decir, como seguimos construyendo los espacios de poder popular que permitan ir consolidando la correlación de fuerzas necesaria para seguir avanzando. Como seguimos transformando las fuerzas de la resistencia en proyectos palpables y posibles, en construcciones colectivas en donde muchos y muchas se sientan comprometidos.
Igualmente es bueno preguntarse cuáles serían hoy las medidas que por un lado permitan abatir las desigualdades generadas en nuestra sociedad y que contribuyan a la generación de nuevos espacios de participación y la potenciación ya existentes. La lista podría ser larga, pero me voy a centrar sólo en dos de las que me parecen indispensables para consolidar por un lado el proceso de recomposición del tejido social y por otro aportar a ampliar los espacios de participación.
Uno de ellos sería la elaboración y concreción de un sistema de cuidados que permita abatir la desigualdad de género en las responsabilidades de las tareas del hogar. ¿Alguna vez nos preguntamos cuál sería el impacto de guarderías barriales, en sindicatos y en otros espacios en el desarrollo laboral y sindical de la mujeres uruguayas jefas de hogar? Es indispensable en una sociedad como la nuestra, en donde la mayoría de las mujeres que trabajan en el ámbito privado aún ganan menos dinero los hombres desempeñando las mismas tareas, que el Estado asegure medidas que combatan esta inequidad de clase y de género. ¿O no es acaso en las espaldas de muchas de estas madres solas en donde caen como latigazos las lenguas viperinas de la derecha vernácula cuando las responsabilizan de los delitos cometidos por sus hijos, o de ser beneficiarias de transferencias monetarias por parir como «conejas»?
Otra medida indispensable es seguir profundizando el proceso de democratización del acceso al disfrute y creación de la cultura por amplios sectores de nuestra sociedad. Apuntando a quebrar las fracturas geográficas generadas por el mercado a través de la construcción de edificios especializados para la presentación de espectáculos artísticos. Con la particularidad de que estos proyectos de infraestructura nazcan con proyecto cultural y participación del colectivo local. Estos nuevos espacios deben ser intervenciones urbanas en zonas carentes de infraestructura teniendo en cuenta aspectos demográficos, urbanísticos, sociales y culturales, en las que sea necesario elevar la calidad de vida de lo/as ciudadano/as. En ellos se debe promover acciones transversales que puedan conectar inclusión cultural, educación y generación de oportunidades a través de espacios de referencia dedicados a los sectores más vulnerables, haciendo especial hincapié en los sectores de primera infancia, juvenil, madres jóvenes y personas de la tercera edad.
La potencialidad de la instalación de estos espacios puede ser determinante en lo que respecta al cambio de las centralidades de algunas ciudades de nuestro país, especialmente en la capital. A su vez, puede ser el enclave en donde se desarrollen diferentes estrategias de integración social, por ejemplo intergeneracionales. ¿O acaso como alguna vez dijo nuestro compañero presidente no existen muchas abuelas y abuelos necesitados de nietos y nietas, y muchos nietos y nietas que necesitan abuelas y abuelos?. Estos espacios también pueden ser centros desde donde se desarrollen y se profundicen las excelentes experiencias de los centros MEC y las Fábricas de Cultura. Pero sin duda, para que el impacto sea el esperado es necesario que exista un compromiso de los actores locales, para ello es indispensable que incluso hasta en el momento de la selección de los obreros y obreras que construyan esos sitios estén se tome en cuenta si habitan o no en la zona.
Sin duda estas dos medidas no cambiarán el mundo de manera sustancial desde el punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas, pero como dice Lorca, bien esta que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan”.