Por: Eleuterio Fernández Huidobro
El Sistema Financiero Mundial estuvo siempre íntimamente vinculados a la guerra. Incluso llegó a financiar (está probado) a todos los bandos.
Debemos hacernos una autocrítica: a lo largo de la Historia la clase obrera, los trabajadores, los intelectuales, y las burguesías directamente vinculadas a la producción de bienes reales agrarios, industriales, y de servicios, le hemos prestado muy poca atención por no decir ninguna, al dinero. A su rol. A su creación: incluyendo todos los modos de pago.
Dejamos muy ingenuamente en manos de los Bancos, tamaño asunto. No encaramos, ni estudiamos, ni reflexionamos en torno a ese asunto con la atención y la intensidad que hemos puesto en otros también muy importantes.Jamás hemos visto acá o en el mundo, una huelga, manifestación, pegatina, o volanteada, contra alguna emisión, contra la tasa de interés impuesta por el Emisor (un contrasentido: nos cobramos intereses a nosotros mismos), contra la tasa de interés en general, contra el sistema de reserva fraccional que faculta a los Bancos a crear dinero por sí y ante sí, contra el nivel de Encaje, a favor del Encaje 100%, en contra de que los Bancos Comerciales puedan ser al mismo tiempo Bancos de Inversión dejando que timbeen con nuestro ahorro, etcétera.
No hemos puesto en tela de juicio (salvo en la lucha contra el “orismo” a fines del siglo XIX y principios del XX), al dinero: su respaldo, su creación, quién dirige ese organismo tan vital de la economía.
Sin embargo es allí donde más nos perjudican, donde nos quitan con esa mano lo que nos dan con la otra, donde más se juega el valor de nuestro trabajo, el nivel de nuestro bienestar y el de toda la Economía Real, la ocupación o la desocupación, etcétera.
Para expropiar algo en Uruguay se deben recorrer largos y sinuosos caminos por entre leyes que protegen la Propiedad Privada. Sin embargo y muy cómodamente apoltronados en las concavidades impenetrables de los Bancos basta con teclear “Enter” para que nos quedemos sin parte, a veces gran parte, de nuestros ingresos por lo que sea. Pero el colmo es que en ciertas oficinas de la Ciudad Vieja, muy poco pobladas, y hasta camufladas, se puede hacer lo mismo y de la misma forma. Sin que nadie se entere.
¡No puede ser que tamaño asunto no figure en la Agenda de la lucha popular!
Cuando además esa es la Causa de Fondo de la Crisis Mundial que estamos viviendo. Han tratado, y con éxito, de distraernos y de no llamar nuestra atención hacia esa llave maestra de su dominación y nuestra desgracia.
Estamos ante una crisis civilizatoria
La Crisis del 2008 no se ha resuelto: por el contrario, se profundiza adquiriendo ribetes surrealistas: EEUU emite mensualmente cifras babilónicas. Japón acaba de DUPLICAR su ya colosal masa monetaria… Las imprentas del dinero no dan abasto.
La Deuda Pública y Privada de los principales países “centrales” (en especial EEUU, Japón y el Reino Unido) alcanzan cifras siderales y aceleran en crecimiento EXPONENCIAL. Sin embargo los anhelados créditos a la producción y al consumo apenas crecen, más bien bajan…
¿Qué cosa, qué Monstruo, devora esa inundación monetaria?: la Deuda Secreta, la que no difunden, la que ocultan.
La masa de Derivados electrónicos o de papel, producto de la timba financiera que condujo a esta Crisis, es muchísimo más gigantesca que la Deuda Pública y Privada. Y no la pueden liquidar: no pueden matar al Monstruo sin que se derrumbe el Sistema.
Estamos ante una pavorosa huida hacia adelante agravando más el problema.
Además de lo anterior, el mundo venía y viene aquejado por otra Gran Crisis: la medioambiental o ecológica: el Planeta no es inagotable, tiene límites infranqueables. No se puede abusar de él.
Y por si fuera poco a esa Gran Crisis se agregan otras cuatro bien concretas: la de la “falta” de alimentos, la del agua para riego y para beber, la explosión demográfica, y la de la energía por agotamiento de los recursos usados hasta hoy: petróleo liviano de alta calidad y fácilmente explotable. Por ende barato.
El capitalismo ha entrado en un proceso “sacrificial”: excluye forzosamente a una gran parte de la Humanidad. El modelo cultural y por ende civilizatorio que impone, a través de sus imponentes medios de difusión audiovisual, no es para todos los habitantes del planeta.
Es imposible que toda la Humanidad pueda tener los niveles de consumo que se nos proponen como Gran Modelo.
Si solamente China y la India, por no decir todos los demás países del mundo, vivieran como se vive en Europa del Norte o en California, el Planeta colapsaría.
El Gran Modelo es por lo tanto eminentemente falso y sumamente peligroso.
Porque se basa forzosamente en el despilfarro, la producción de bienes de corta duración planificada (se rompen rápido para tener que volver a fabricarlos), y enormes cantidades de basura y contaminantes de todo tipo, el agotamiento de los recursos naturales, y la disputa por ellos.
El sistema financiero, en un galope desbocado para ir tirando los problemas hacia adelante, ha ido empapelando al planeta con distintos modos de papel moneda en un monto tal que según dicen los expertos, con él se podría comprar diecinueve veces todo lo que hay en la Tierra. Ha pasado de la economía real (producción de bienes) a la economía virtual propia de los casinos en los que circulan más fichas de plástico que dinero real.
La moneda en todas sus formas, y la tasa de interés que le es inherente, no sólo configuran hoy una colosal estafa sino que son el fragílisimo basamento de un sistema fraudulento.
El tramposo sistema financiero mundial es hoy el eslabón principal de la cadena de dominación imperante.
Como se dice más arriba, hemos cometido el grave error de no fijar nuestra atención, nuestros estudios, nuestras denuncias, y nuestros planes de lucha en eso: el dinero.
Es por ello que entre otras medidas debemos avanzar en pos de monedas populares, locales y alternativas como una de las tareas de emancipación más importantes de esta hora. Se trata de un asunto demasiado serio como para dejarlo en manos de los Bancos y como para que no le propongamos al pueblo que lo tome en sus manos. Que sea dueño de su propia moneda y que ella solo sirva para lo que debe servir: facilitar el intercambio entre los productores de bienes reales, brindarles el crédito que necesitan para crear valor y garantizar sus ahorros.
Este eslabón hoy preponderante de su cadena de dominación, les permite, además, crear (producir, inventar, manufacturar…), ESCASEZ ARTIFICIAL. Sin esa ESCASEZ ARTIFICIAL, sin esa trampa, resultaría imposible su dominio.
Hoy dominan el mundo los que producen dinero del dinero. Los que crean artificialmente una insaciable hambre de dinero. Para ello han creado una mágica ilusión de “dinero” y son dueños acérrimos y absolutos no sólo del dinero sino de las máquinas “legales” que lo producen en todas sus formas.
Esta monumental mosqueta se basa solamente en la fe pública o, en su defecto, en la violencia.
El dinero vale siempre DESPUÉS de fabricado: cuando todos lo aceptamos y creemos en él. Antes es un papel inservible. El colmo es que, encima, nos cobran interés por ese abuso. En realidad nos tendrían que pagar por aceptar papeles que son meramente un crédito que le damos al emisor.
Y si se emiten cien pesos pero nos cobran interés debemos pagar los cien más el interés ¿De dónde saldrán los pesos para el interés?: se los tenemos que sacar a otros desgraciados que por ello deberán ir a pedir prestado. Con lo que el negocio además de una jauja, es una bola de nieve que crece a ritmo exponencial. Por eso no hay más remedio que seguir emitiendo todo tipo de papeles y obligando a la gente, además, a CONSUMIR inexorablemente.
“Serás lo que tengas y si no tenés (por ejemplo ciertas zapatillas) no serás”. Es peor: “aún cuando no tengas, deberás simular que tienes luciendo para ello ciertas cosas”.
La cultura del consumismo no es una moda: es una columna vertebral del sistema de dominación que asola a la Humanidad.
A ella se dedican imponentes medios de difusión, Universidades, asesores de toda laya, y una miríada de profesionales al efecto, generalmente encuadrados en Agencias de Publicidad y otras organizaciones parecidas. Se trata de un sostén ideológico vital para el sistema dominante.