Por: Izaro Zinkunegi – Udane Migeltorena
Llegamos hace 80 días a Montevideo con la excusa de los estudios. 80 días, se dice fácil. Sabíamos que Uruguay era un pueblo chico, que todo el mundo bebía mate, que el futbol paralizaba la rutina y que el presidente vivía en un rancho. Pero hemos visto que Uruguay va más allá de estos tópicos.
Euskal Herria también es un pueblo chico. Viven 3 millones de habitantes, como en Uruguay. Dicen que somos tozudos, que la cocina vasca te cautiva y que tenemos la lengua más vieja de Europa. Puede ser, pero nuestro pueblo también va más allá de estos tópicos.Euskal Herria es una nación oprimida que está dividida administrativamente entre los estados español y francés. Tiene su propia lengua, el “euskara”, su propia cultura y su propia historia. Desde que en 1512 las tropas de Castilla y Aragón lo conquistaron, nuestro pueblo ha sido objeto de ataques incesables. A día de hoy España y Francia siguen negando el derecho a decidir libremente nuestro futuro. Y aquí se basa el conflicto político.
El pueblo vasco ha luchado durante más de 500 años para que ese derecho le sea reconocido. En este contexto, a finales de la década de 1950 nació la izquierda independentista como respuesta popular al conflicto. Éste es el movimiento de liberación nacional de Euskal Herria, que abarca diferentes organizaciones: la organización juvenil Ernai, el partido político Sortu, la organización armada ETA… Éstas tienen el mismo proyecto político: la independencia y el socialismo.
El conflicto político vasco ha vivido diferentes etapas, épocas de acciones armadas casi incesables por parte de ETA y de los estados, guerra sucia, treguas, negociaciones… Pero a día de hoy sigue sin resolverse. Además, hay que reconocer que los estados han sabido vender este conflicto como un conflicto armado, difundiendo el discurso de que ETA es el culpable de ello. Es más, han creado y utilizado la teoría de “todo es ETA”, llevando a cabo bajo esta escusa una “política antiterrorista”.
Como consecuencia, han ilegalizado varios partidos y organizaciones políticas, cerrado medios de comunicación, arrestado 40.000 personas, torturado 10.000 y encarcelado 5.000 en los últimos 30 años. Y no podemos dejar sin comentar la colaboración del Partido Nacionalista Vasco, el histórico partido de tendencia derechista. Éste ha apoyado en varias ocasiones los ataques de los estados, ocultándose detrás de un discurso nacionalista vacío y moviéndose por los intereses económicos.
Consciente de la evolución del conflicto y del contexto político, la izquierda independentista inició una reflexión para determinar una estrategia política más eficaz, que se hizo pública en 2010. Se basa en el uso exclusivo de vías pacíficas y democráticas. Asimismo, ha apostado por la unión de fuerzas soberanistas y de izquierda. Como respuesta, el 20 de octubre de 2011 ETA dio por terminada su actividad armada, declarando una tregua unilateral, irreversible y verificable. El cambio ha sido respaldado por muchas organizaciones políticas y sociales de Euskal Herria, y por personalidades reconocidas a nivel internacional.
Y dos años después, el 30 de septiembre nos despertamos en Montevideo y encendimos la computadora para leer los titulares de ese día. Sabíamos que llegarían noticias desde Euskal Herria, teniendo en cuenta el contexto histórico que vive nuestro país. Pero en el momento en el que leímos las noticias, nos dimos cuenta de que ese día habíamos retrocedido en el tiempo. La policía detuvo a 18 personas de Herrira, movimiento popular que defiende los derechos de los 600 presos políticos vascos dispersados en cárceles españolas y francesas. Por suerte, los miembros de Herrira quedaron en libertad pocos días después, algunos bajo fianza. Sin embargo, esto no resta la gravedad del ataque.
Hoy, el 13 de noviembre, cuando llevamos 80 días en Uruguay, están juzgando a 80 vascos en Madrid en dos macrojuicios, acusados de pertenecer a organizaciones “terroristas”. La mitad de ellos, miembros de la organización juvenil Segi. Los demás, dirigentes de organizaciones políticas como HB, EH y Batasuna. Todas éstas, disueltas a día de hoy, fueron ilegalizadas y declaradas terroristas, obligándolas a trabajar en clandestinidad. Estos juicios son puramente políticos, pues se sostienen en la criminalización del trabajo político llevado a cabo por estas personas. Además, muchas de las acusaciones están basadas en autoinculpaciones conseguidas bajo tortura.
Pero no sólo nos llegan noticias de detenciones y juicios. El 21 de octubre, el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo rechazó otra vez la doctrina 197/2006, conocida como “Parot”, que trajo la liberación de Inés del Rio, presa política vasca que debía estar en la calle desde 2008. La doctrina ha alargado la condena a 30 años a más de 70 presos políticos vascos que ya la habían cumplido. Hasta hoy han liberado a once de ellos. La Audiencia Nacional española está analizando caso por caso cada viernes los recursos de estos presos. Por su parte, el Tribunal Supremo de España anunció que acata el fallo de Estrasburgo y decidió que deberán ser los tribunales sentenciadores (las Audiencias Provinciales y la Audiencia Nacional) los que apliquen la sentencia. Aunque el estado español intente alargar el proceso de liberación, tarde o temprano deberá liberar a todos ellos.
“Sonreíd, porque vamos a ganar”, dijo Arnaldo Otegi, el militante histórico de la izquierda independentista, desde la cárcel de Logroño. Y es así, con ilusión, como la sociedad vasca ha afrontado la oportunidad histórica para conseguir la resolución del conflicto. El movimiento popular ha respondido a los ataques de los estados utilizando nuevas fórmulas de lucha pacíficas, como es el caso del muro popular. Asimismo, una ola de más de 100.000 personas ha llenado las calles de Bilbao los últimos años, reivindicando los derechos de los presos políticos vascos. Y un año más, el 11 de enero se formará “gota a gota, un mar”, un mar en favor de los derechos humanos, la resolución y la paz.
Nosotras no podremos estar allí. Todavía nos quedan otros 80 días, 80 días que estaremos conociendo la realidad del pueblo uruguayo, 80 días que estaremos lejos de Euskal Herria, pero a la vez, al tanto de lo que viene. Sabemos que todavía tenemos por delante mucho camino para recorrer, pero estamos dispuestos para ello, puesto que nosotros, los jóvenes, somos el presente y el futuro de Euskal Herria y del mundo.
¡Jo ta ke, hasta la victoria!