Por: Claudia Magliano
Para este número final, hemos decido publicar un poema de cada uno de los poetas que desinteresadamente han aportado sus textos. Vaya nuestro cálido agradecimiento por haber colaborado con su poesía a “negar la indiferncia”.
En las termas de Constantino
Aún brilla (ignorada)
la espuma blanca del imperio.
Entre arcos de sangre
hay meandros que anuncian
la magnificencia del dolor,
en el brillo del imperio
con aroma de animales nuevos.
Acueductos que susurran desde abajo,
ecos del derrumbe que aún se escucha
como una muestra de lo que vendrá
en la humedad de un día cualquiera.
Ernesto Viñals
¿Quiénes éramos los del lenguaje sepia?
¿Quiénes somos, ahora, los de la hoja blanca?
Los escalones del encuentro clandestino.
Contraseñas para la trasgresión.
En los días sepia la condena era perder la vida
el territorio
la palabra
y el miedo de los dedos de los pies
le ordenaba hierro a todo el cuerpo.
Quise burlarles la esperanza aquella
haciendo que dos se vuelvan una.
Esta que soy, leyendo a la que fui.
Metáfora de lo que no prescribe.
Empedrado de continuidad.
Cumplimiento de un mandato de mi sangre.
Marita García Pose
No voy a hablar
voy a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
hombre de mil años canta Goyeneche
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario para decir sin lamentarme
que celebro la amargura de estas páginas
este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
y sirve para conocer la muerte
nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace
Paula Simonetti
MERLÍN
Sobre mis rodillas
Merlín sueña
un séquito de aves
es una fiesta
la paz de su albedrío
la mano enguantada que toca
un poco de semejanza
extraño animal mío
gato veraz
compañero de luz
un susurro de orfandad
reclama
mientras duerme
y su lomo ondea
surcando mares
en el aire pequeño
de la casa
lee a menudo
las líneas de mis ojos
explora la justicia de las almas
la fuerza de la lucha
y sabe todas las respuestas
aunque las calle.
Melba Guariglia