Por: Julio Battistoni
Hace unos siete u ocho años atrás discutí con el actual ministro Eleuterio Fernández Huidobro las consecuencias de la existencia en nuestro suelo de esquistos bituminosos, específicamente le interesaba la viabilidad de su explotación.
De Wikipedia: “Los esquistos bituminosos (shale oil, en inglés) son rocas sedimentarias arcillosas, generalmente negruzcas, que contienen materiales inorgánicos y orgánicos, procedentes de la fauna y la flora acuáticas (en lenguaje coloquial serían rocas empapadas de petróleo)”. Pero así como hay petróleo en este tipo de roca, también hay gas (shale gas). En el número de agosto de la edición francesa de Le Monde Diplomatique, hay dos artículos sobre el tema. Uno de ellos se titula: “El gas de esquisto convulsiona la geopolítica. Un efecto dominó en los cinco continentes”.Como copete del artículo el periodista Regis Genté escribe: “Rusia, Irán, Catar, Bolivia… miembros del foro de países exportadores de gas reunidos en Moscú el 1º de julio intentaron acordar una estrategia común de cara al aumento del gas de esquisto. Estos tradicionales productores están intranquilos. El nuevo maná, explotado en primer lugar en los Estados Unidos, no solo ha impulsado la industria local: puede alterar la geografía energética mundial”. De esta reunión volvía Evo Morales cuando soportó el insulto de varios países europeos que le negaron el ingreso a su espacio aéreo.
¿Qué es el gas de esquisto? Esencialmente metano, que se encuentra atrapado en rocas sedimentarias. En el proceso de formación de estas, diferentes minerales finamente divididos arrastraron o confinaron materia orgánica (por eso contienen muchos fósiles). En un proceso de millones de años el sedimento se compactó y formó la roca, en el seno de ella la materia orgánica se transformó en hidrocarburos. Como la roca es impermeable, el gas atrapado en pequeñas vesículas está imposibilitado de liberarse a la superficie, por lo que para hacerse de dicho gas es necesario fracturar la roca (fracking). Lo contrario sucede con el gas natural convencional, el cual se encuentra en grandes bolsones siendo su extracción similar a la del petróleo.
El articulista de Le Monde continúa: “Hace menos de diez años, el mercado del gas estaba ampliamente condicionado por las importaciones norteamericanas. Hoy los Estados Unidos están, por el contrario, a punto de volverse exportadores. Este cambio modifica en profundidad la geopolítica mundial. Los gases de esquisto son teóricamente explotables en muchas regiones del globo, especialmente en Europa y China, por lo que otros actores mayores de ese mercado también pueden surgir, mientras que otros países en la región, como Rusia y Medio Oriente corren el riesgo de debilitarse…”. En el año 2000 el gas de esquisto fue apenas el 1% de la producción de gas natural de EEUU; en el año 2010 fue superior al 20%, la agencia estatal de energía del gobierno de EEUU predice que para 2035, el 50% del suministro de gas natural de los Estados Unidos provendrá de gas de esquisto.
Un estudio recientemente realizado concluyó que el incremento de la producción de gas de esquisto en los EEUU y Canadá impedirá fijar libremente a Rusia y los países del Golfo Pérsico los precios de sus exportaciones a Europa.
China es señalada como el país con más reservas, también Argentina, Canadá, EEUU y Brasil. En los mapas que registran los yacimientos de shale gas potencialmente explotables, Sudamérica -y también nuestro país- aparece con recursos probables considerables.
El artículo de Le Monde termina: “Estados Unidos, China, Europa, Rusia: los principales actores de la escena energética mundial, enfrentados a la revolución del gas de esquisto han tomado medidas, ya sea forzados o voluntariamente, para adaptarse a este nuevo reparto. Sin por ello haber demostrado ser capaces de prever las consecuencias a largo plazo de estas transformaciones”.
La extracción de gas de esquisto puede afectar al ambiente por drenaje de los productos químicos usados en la rotura de las rocas hacia los acuíferos, a pesar de que estos se encuentran por encima del esquisto. También puede haber daño por la liberación accidental de gases de efecto invernadero en el proceso de extracción (el metano tiene mayor influencia sobre este efecto que el anhídrido carbónico). Algunos ambientalistas aplauden el gas de esquisto como una fuente de electricidad con baja emisión de carbono (la quema de gas es más eficiente que la de combustibles sólidos o líquidos). A otros ecologistas les preocupa la cantidad de agua usada en el proceso.
Estos asuntos han surgido recientemente y se necesitará algún tiempo para solucionarlos, teniendo presente que las guerras en la historia de la humanidad han estado asociadas a las fuentes de materias primas y su comercio, y especialmente a las fuentes de energía.
Por esto se avizora un escenario geopolítico radicalmente nuevo.