Hoy, nuestros principales dirigentes se encuentran en prisión. Fernando Esteche deberá cumplir 3 años y 8 meses de cárcel, y Raúl “Boli” Lescano 3 años y 6 meses. Otros seis compañeros tienen condenas en suspenso por 3 años, por lo que permanecen en libertad. Son presos políticos. Transitamos una intensa campaña política de solidaridad nacional e internacional por su libertad, donde solicitamos el indulto presidencial, única alternativa para que vuelvan a la calle.
Esta cárcel comienza en 2007, cuando nuestros compañeros repudiaron el asesinato de un docente en la provincia de Neuquén, produciendo unos vidrios rotos y un mueble quemado en el local político del gobernador de esa provincia, Jorge Sobisch, que por entonces era candidato a presidente. Esteche y Lescano estuvieron en prisión durante 6 meses, ganando su libertad luego de una huelga de hambre de 43 días.
En el 2010, en un juicio llevado adelante por lo más nefasto de los jueces, todos ligados a la última dictadura militar y a la persecución política y violación de derechos humanos en democracia (Pons, Gordo y Larrambebere) ocho compañeros fueron condenados. Esteche, quien no participó de los hechos que supuestamente se juzgaban, fue condenado a la pena más alta, acusado de “autoría intelectual”, de responsabilidad política. Las condenas fueron confirmadas por todas las instancias judiciales, incluida la Corte Suprema de Justicia.
Esteche y Lescano fueron detenidos para cumplir condena el 3 de diciembre de 2013, rodeados de un formidable marco de solidaridad. En la conferencia de prensa realizada en la Facultad de Periodismo de la UNLP (lugar de trabajo de Esteche y símbolo del tiempo político que vivimos), minutos antes de su detención, estuvieron presentes, entre otros, compañeros referentes de las organizaciones populares, el Vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, la decana de la Facultad de Periodismo Florencia Saintout, Vilma Ripoll (MST), Luis Delia (MILES), Roberto Martino (MTR), Fernando Bermúdez (Tupac Amaru), diputados electos por el Frente de Izquierda Christian Castillo (PTS) y Guillermo Kanes (Partido Obrero), Lito Borello (Los Pibes), Marcelo Yaquet (Corriente Política 17 de agosto), Roberto Perdía (ex comandante de la organización Montoneros), Carlos Aznarez (Resumen Latinoamericano), Ana Carbonete (Agrupación Rodolfo Walsh), Itai Hagman (Marea Popular), diputados del Frente para la Victoria Patricia Cubria y Gustavo Dimarzio, senadores provinciales Eduardo Ancona y Emilio Muntaner, Alberto Santillán (padre de Darío Santillán, asesinado en 2002 en el Puente Pueyrredón), Luis Zamora (Autodeterminación y Libertad), Rosa Bru, Chino Heberling (Nuevo Mas), Jorge Beisntein, Yusuf Jalil y el Sheij Mohsen Ali (Mezquita Al Tauhid), Nestor Kohan, Tony Lopez de Resistencia Malvinas, Norberto Karasiewicz (Operativo Cóndor), Claudio Ríos vice decano Facultad de Trabajo Social, Clara Condenanza (FULP).
Allí el mensaje fue claro. Por un lado, se planta un freno contra los rufianes que quieren ir por todo en la Argentina, que quieren que el pueblo no pueda expresarse, que los pobres no puedan hacer política, para que ellos puedan seguir haciendo discrecionalmente lo que quieren. Y por otro lado, a esos mismos, que quieren hacer de esto que es una excepcionalidad una cosa cotidiana, les decimos que con esta condena no intimidad a nadie, porque cada uno de nosotros sabemos que contamos con una gran fuerza popular, que es de todos nosotros y que con la unidad popular vamos a parar esta y cada una de las condenas que se les ocurra llevar adelante.
¿Por qué quieren Presos a estos compañeros?
¿A quién le sirve la prisión de los dirigentes de QUEBRACHO? ¿Quién la promueve? ¿Se produce por alguna inercia represiva de judicialización? Sabemos que condenados, encarcelados o en libertad, en sí mismos, no significan un peligro para el régimen. Su prisión no resolverá las protestas sociales y políticas contra las persistencias neoliberales y los embates de la derecha. ¿Le es útil a un gobierno que tiene en estos compañeros principales aliados contra la derecha acechante, aunque también los tenga como permanentes enemigos de las políticas de entrega y depredación como el acuerdo con Chevron y el auspicio de la instalación de la Barrick Gold? ¿Le sirve a la derecha que en su propio proceso de recuperación política los encuentra como manifestación de lo más radicalizado, con quienes deberán enfrentarse, y pretenden entonces reducir su potencialidad y aplicar condenas con esta prisión anticipada? En el cálculo estrictamente utilitario la cárcel no parece favorecer a ninguno de estos sectores. Hasta podría manifestarse como problema.
Con esta condena, pretenden encarcelar una actitud política, una forma de militancia, aquella que con su tozudez y ahínco fue capaz de derrotar al neoliberalismo, esa que hoy podría aportar a parir una verdadera democracia de masas, posibilidad que se construye con la actitud política que caracteriza a QUEBRACHO, haciendo que ésta se masifique, se popularice, lo inunde todo. Con esta prisión se quiere hacer pagar la insolencia de pretender recuperar la dignidad nacional, la impertinencia de pretender construir política popular, la desfachatez de cuestionarlos, de irrumpir para construir nuestro propio lugar, para hacer oír nuestra voz, por cometer el pecado de no tener precio.
Durante los 90 nuestra organización, junto a los compañeros que se enrolaban en la lucha contra el neoliberalismo, constituimos la mancha moral, el espejo cruel para los que se habían aggiornado a los tiempos del posibilismo y luego a los tiempos populares. Unos cuantos años después seguimos siendo esa mancha en la conciencia de muchos: cuando denunciamos que poderosas empresas petroleras, megamineras, de agronegocios perpetran el más desenfadado de los saqueos en nuestra patria; cuando a diferencia de las narrativas oficiales decimos que la Deuda Externa declarada por un fallo de la Justicia Federal como “fraudulenta, ilegal e ilegítima” sigue absorbiendo la mayor parte de la riqueza nacional y que el “desendeudamiento” es honrar una deuda fraudulenta; cuando marcamos que hay leyes, como la Ley Antiterrorista, que son escritas por EE.UU. y el CIADI, y que los que las votan están votando represión proimperialista. Seguimos siendo los que damos testimonio de las felonías y agachadas de los acomodaticios.
Muchas, numerosas fueron las batallas que dimos; ideológicas y culturales algunas, eminentemente políticas otras. Sobre las consecuencias de esas batallas se asientan hoy gran parte de los valores de la política popular. Creemos que fuimos parte de un corrimiento en la historia del campo popular, en lo que hace a sus métodos de lucha, sus repertorios de protesta, sus tácticas, es decir, en lo que hace a la cultura política de nuestro pueblo. Hoy se ha hecho evidente la legitimidad que han ganado los repertorios de protesta que eran impensados años atrás: cortar las calles, quemar gomas, marchar con nuestra propia autodefensa. Todo eso no ha nacido por generación espontánea, ni nadie nos lo ha regalado. Lo hemos ganado en 17 años de historia y en las calles, disputando día a día, corte a corte, marcha a marcha, nuestro derecho y nuestro lugar en la calle y en la política. QUEBRACHO nació no solo para plantear otra política, sino otra forma de hacer política. Nada es gratis en ese camino que hemos transitado y ayudado a construir. La prisión que enfrentamos es el precio que pagamos en un país donde aún persisten tensiones entre encaminarse hacia un proyecto genuinamente popular o desbarrancar en la revancha liberal proimperialista.
Hoy el camino hacia la Revolución Popular por el Socialismo sigue vigente. Esta cárcel no detendrá ni a Quebracho ni al movimiento popular del que forma parte que se dirige firme en esa dirección.
Por: Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho