El Frente Amplio es la única fuerza política que cuenta en la actualidad, con un planteo de desarrollo nacional para el Uruguay. Dicho planteo es un marco general de políticas, con características particulares y complejas, que expresa las relaciones sociales entre los diversos sectores de la formación histórica y económica de nuestra sociedad.
No es un libro sagrado, ni está formulado en un texto ordenado y coherente. Es el resultado dinámico de la interacción entre clases y sectores sociales, entre capital y trabajo; tiene marchas y contramarchas, y no está exento de contradicciones internas. Expresa las características de la inserción del país como economía dependiente en el contexto regional e internacional.
Dicho planteo de desarrollo se justifica plenamente aún por las consecuencias societales de la crisis de los años 2001 y 2002, y por las fracturas generadas durante la ruptura neoliberal de la década de los ´90.
Desarrollo o ruptura
En la coyuntura actual, los partidos tradicionales carecen de un marco general para la comprensión de las posibilidades del país para desarrollar sus fuerzas productivas, y por ende no tienen una idea de desarrollo nacional.
Como aglutinamiento de sectores políticos diversos, han utilizado el Parlamento no para profundizar la viabilidad de propuestas de desarrollo nacional, sino que funcionan en los hechos como cooperativas electorales. En el ciclo electoral que se inicia, no tienen un proyecto de país para presentar a la población, y buena parte de su discurso se limita a cuestionar los avances que ha logrado el FA en los dos períodos de gobierno.
Para entender más claramente cuales son las dimensiones políticas de esta diferencia entre los partidos tradicionales y el Frente Amplio, hay que retrotraerse a los ejes de crítica que la oposición y los sectores sociales dominantes han desplegado contra las políticas del Frente Amplio.
Más que un planteo de desarrollo, los partidos tradicionales tienen un planteo de ruptura. El conjunto de políticas aplicadas luego de la reapertura democrática, y particularmente durante la década de los ´90 fueron políticas de ruptura neoliberal, en favor del capital y en desmedro de los derechos del trabajo, de desmantelamiento del aparato productivo y de las herramientas del Estado para intervenir en la economía.
Si bien hasta ahora los partidos tradicionales se cuidan de decirlo, un gobierno blanqui-colorado no mantendría los Consejos de Salarios como forma de pautar condiciones laborales y salariales, porque eso es algo que para ellos se fija por acción libre del mercado, donde la oferta y la demanda de trabajo (supuestamente) se encuentren. Es un planteo de ruptura de la negociación colectiva.
Con un gobierno blanqui-colorado habría ruptura de la acción estratégica del Estado en la economía, por ejemplo: en el área energética, de infraestructura física, de financiamiento productivo y de innovación tecnológica.
Otro de los puntos de retroceso neoliberal aplicado por un eventual gobierno blanqui-colorado sería en la orientación de la política exterior, que apuntaría a establecer acuerdos de libre comercio sin resguardar ninguna de las capacidades del Estado para intervenir en la economía. Se trata de un planteo de ruptura del proceso de integración regional que ha impulsado el Frente Amplio, tomando como base al Mercosur, la UNASUR y los acuerdos bilaterales con países del ALBA.
Otro planteo de ruptura conservadora estaría dado por el desmantelamiento de la política de seguridad y convivencia que procura atender y revertir las causas estructurales por las cuales los circuitos y los actores de la economía ilegal controlan territorios. Y eso implica sustituir las políticas de convivencia por la represión pura y dura, militarizando el espacio público y reproduciendo lógicas como las de “guerra a las drogas” o “guerra a la delincuencia”.
Finalmente, habría ruptura conservadora en varios frentes en los que se ha avanzado durante los últimos 9 años, por el reconocimiento de la agenda de derechos como el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, la regulación del mercado de marihuana.
Por su parte, en el proceso programático que culminó en el Congreso del FA “Hugo Cores”, el eje transversal trabajado desde las diferentes áreas temáticas, es precisamente el del desarrollo. Esta fuerza política es la única que le ofrece al pueblo uruguayo un planteo armado sobre el concepto de desarrollo, entendido este desde la recuperación y ampliación de las fuerzas productivas, la profundización de las relaciones sociales basadas en criterios de equidad, inclusión y convivencia, y la generación de capacidades institucionales para orientar el crecimiento económico.
En varios debates de actualidad se cuestiona el Frente Amplio y al gobierno por tener enfoques “desarrollistas”. Repasar las teorías del desarrollo que enriquecieron a la sociología latinoamericana durante las décadas de los ´60 y ´70 no vendría nada mal para estos debates, pero para ello hay que salir del titular, y entender que catalogar de “desarrollista” a un gobierno de izquierda no es un acto revolucionario en si mismo.
Porque si no es un planteo de desarrollo, ¿cuál es el planteo de ruptura que se propone? -La ruptura conservadora y la restauración neoliberal ya vimos que la proponen los partidos tradicionales. Entonces, hay que preguntarse que tipo de ruptura pos-desarrollista proponen quienes por izquierda, catalogan a los gobiernos del FA como “desarrollistas”, como si eso fuera en si mismo un demérito.
Por definición, un planteo de desarrollo se nutre de diferentes sectores sociales hechos síntesis por una conducción política. Un planteo de desarrollo no se reduce solamente al componente de generación de puestos de trabajo, o a la matriz productiva que ambienta el funcionamiento económico. No solamente implica al mundo de la producción y de la generación de valor, sino fundamentalmente al mundo de la distribución. Redistribución de la riqueza generada, desconcentración del poder económico y amplificación de las oportunidades productivas y educativas.
La sociedad uruguaya tiene mucha resistencia al cambio. Ese planteo de desarrollo, con diferentes acentos, con marchas y contramarchas, está presente únicamente en la continuidad del Frente Amplio en el gobierno. La disputa con la derecha es una disputa de planteo: desarrollo o ruptura. Este es solo el planteo para entrar a la cancha, porque luego hay que jugar el partido. En la diversidad de identidades que componen el Frente Amplio, la tarea de fortalecer el componente popular y abierto a la participación que nos ha caracterizado desde siempre, defendiendo el carácter estratégico de la unidad de la izquierda, es la clave para profundizar el planteo de desarrollo.
Por: Sebastián Valdomir