Ahmad Yacoub ([email protected]). Nace en Damasco (Siria) en. Actualmente vive en Gaza (Palestina), de nacionalidad palestino. Licenciado en Literatura e Información por la Universidad de Bagdad en 1991. Estudió el idioma español en la Universidad de la Habana (Cuba) y completó estudios de Historia y Filosofía igualmente en Santiago de Cuba. Ha realizado estudios e investigaciones sobre Literatura árabe Moderna y Contemporánea, asimismo traducciones de Literatura Hispanoamericana y estudios críticos de las corrientes de pensamiento islámico medieval. Actualmente es miembro de la dirección de la Unión de Escritores Palestinos.
Ex secretario de Redacción de la revista Al Shouara (Los Poetas); Ex director de la revista cultural Akwas (Arcos) y ex director del Departamento de Traducción de Literatura Hispanoamericana en el Centro Cultural Palestino (Casa de Poesía de Palestina, Ramalaha). Actualmente: Miembro del Consejo de Redacción y responsable en Gaza de la revista cultural Azzawieha (Ángulo). Obra Literaria: Selección de poemas árabes, 2003; Textos de la Entifada, 2002; Hojas de crítica literaria, 2001; “Corrientes de pensamiento islámico”, 1994; Artículos en periódicos, 2000; Poetas chilenos de origen palestino (traducción del español), 2002; Guía pedagógica para profesores de enseñanza primaria en teatro (traducción del español), 2001; Oros viejos (traducción del español), 2003.
Quedarse sobre cadenas de patria
I
No tengo ritmo para el baile del habla
en una fiesta de muerte,
con la cadencia del pellizco de los salmos en la piel,
elevo el quedarse sobre cadenas de vida,
lo elevo desde su túnico cuello,
lo elevo frente al sol,
y como un juez babilónico, le interrogo
mientras los buenos escritores, manuscriben:
Quedarse sobre cadenas de vida:
quedarse sobre cadenas de patria.
Báñate patria mía,
guardé para ti el perfume de la mirra.
Báñate patria mía,
guardé una corona de sándalo.
Báñate patria mía,
guardé para ti
una cadena de espinas de la selva.
Báñate patria mía,
el mar merece bañarse a veces.
(Del libro Quedarse sobre cadenas de patria)
II.
Para un mártir *
No,
no,
no porque hayas declinado
tu sonrisa bautizada de luz, se mustió.
Una banda de gaviotas
levanta tu rostro delicadamente,
y nos aúpa
una procesión matrimonial de ceniza.
No,
porque hayas amanecido,
los girasoles se han inclinado,
unos corceles se ascuan,
levantan tu cuerpo,
hecho de diamante y resplandor,
y te difunden en cinco direcciones,
humo y relinchar.
No,
porque hayas apagado
tu fuego de revolución, menor es su extinción,
caravana de ninfas con cuencos llenos,
abrazan la revolución con sus pestañas
y te llevan
salumbres,
relámpagos
y
rocío.
No tenemos marmita que hierva,
nosotros los discípulos exiliados,
no hay hollín con qué manchar nuestras
trigueñas caras,
nosotros los auténticos ajenos,
no hay vestidos que dividir sobre nuestros cuerpos,
no hay cabello que mesar en este severo otoño y
la invasión de los extensamente,
emerge,
emerge,
en el reino del relincho y de la luz,
icono de broza,
en el cuello de los muchachos de la patria,
y
emerge un ave fénix,
y acontece.
¿Cuántas veces se sacian al romper los
espejos del alma?
¿Cuántas veces tragamos las ascuas?
¿Por qué morimos?
Nosotros los que venimos del útero de la luz
¿Vamos al reino de la luz?
Emerge,
un viento de sarcente, en un trono te envuelve,
te memorizan los que empañaron un sueño,
un crisantemo único en tierra devastada.
Mariposa de sueño,
en una civilización desnuda,
menos de muerte.
Te guardan los que tu sangre han guardado, y escriben,
fue,
un verbo de muerte,
y eres,
artículo de vida.
(Del libro Elogios del alcanfor)
(* Similitud de texto con el poeta cubano Nicolás Guillén, y su elogio al Ché Guevara ya que el Che se multiplica en todas las partes del mundo)
III.
El sueño
Retorna el sueño azul como un mar que ha
perdido la razón,
el suelo patrio enciende sus gemidos como candelas
orante el sueño se arrodilla
en la sombra de la misa de la primera pregunta,
la patria se levanta como dama del lugar,
haifa es la driza de nuestros “ayes”,
como madre virtuosa en sí,
arregla nuestros lechones,
nos calza los pasos,
y,
como el juez más estricto,
golpea la brújula,
las antiguas heridas bostezan,
remueven el árbol de la razón,
pregunta acerca de la tela de forros de las nubes,
del cristal del alfabeto,
y del clamor de las palomas frente a la lluvia.
Hacia su insomnio va la historia,
remueve la inhalación,
remueve la exhalación en los viejos cestos,
Sezief,
arroja su roca por los antiguos valles de futilidad,
nuestros días encienden nuestros
títeres,
macera con el verde llanto, canta un ritmo roto:
Aquí se elevó la estatura de las
sesiones,
aquí vistieron los ojos sus colores,
aquí se estremecieron los pozoles de las
letras,
aquí subió Anata,
seducción para la penosa luna
aquí se enfría el tiempo,
y,
aquí se calienta,
aquí cumple su circulación,
y aquí se tranquiliza,
aquí recupera su eco,
y aquí empieza,
a llenar el mar con el azul.
Y digo,
cada vez que gira mi patria
por sí misma será la tierra,
y,
cada vez que gira mi patria
sobre sí misma será la historia.
(Del libro Quedarse sobre cadenas de patria)
Amor
Soy,
mariposa de fatiga y polvo,
eres,
la selva de luz violeta.
Cada vez que pinto tus ojos sobre el banquete,
No sé
cuántas almohadas de virgen algodón
abrazo,
sesiones vacías
a pesar del polvo y alcanfor.
Mi niña tiene,
la figura del mar,
y el sabor del rocío,
y un cabello de viento.
Sus ojos son,
ayes de gitanos que roban el alma,
un baile en el espacio.
Sus labios son,
dos ríos de sangre anejados entre las heridas
y carcajadas de uvas.
¿Cuánto marfil necesita dios
para que tus dientes sean
dos costas de nieve y secretos?
Mi niña tiene
arrullar de paloma,
relinchar auténtico,
anuncia la penetración de la diáspora,
extrae desde el reino de la inanición
una primavera para la juventud del amor.
¿Por qué no se desprenden banquetes de mí?
¿Por qué no me divorcia ese polvo?
mientras tú, niña mía,
sigues siendo una rosa de gardenia
sobre el pecho infinito del sueño,
mientras yo tejo
un octavo color para el arco iris.
(Del libro Alegrías del recolector de la melancolía)
V
Un otoño
un otoño espeso,
una tormenta de alcanfor,
los profetas con manchas remueven sus espejos,
secretos últimos de la pérdida,
ratones negros roen baules viejos,
los gatos devoran a sus padres,
mientras mi madre
aprieta su mano sobre la llave de la patria.
Y tú, niña mía,
cómo arrastras las trenzas de tu cabello?
sola estás en la plaza
entre los cuervos y la corrosión de cobre!
¿cómo buscas champiñones?
¿mariposas?
el anillo de salmón estaba en la boca del viejo
cuervo.
Hija de mirto,
basta ya de lágrimas de limón.
Detrás del viento,
corceles cuyos cabellos son columnas de humo.
¿Quién ha de enterrar la fuente del alcanfor?
¿Quién hará estallar la tensión
mantenida de la libido del diamante?
¿Del resplandor de la menta-poleo?
He hecho duelo alabando al viento,
he removido un millón de palmas,
con Onix cubrí a mis muertos.
He entrado en las selvas de las lamentaciones.
¿Quién ha de mostrarme los bolívares?
¿Llenos con el millón de fetos de humo?
¿Vientos que desatan de unas bocas de
corrosión?
¿Un relámpago desatado de
estómagos calcinados?
¿Han de escenificar los corceles
un baile gitano en las costas del mar?
¿Quién ha de bailar con el arrullar del que
saquea?
¿Quién ha de recoger mi sombra desde mi
alienación?
¿Quién puede sacar la patria de mis flacos
bolsillos?
Madre mía …,
quién te enseñó a caminar sobre
fragmentos de vidrio…
VI
Las cosas hierven,
hierven hasta los vientos en las cuevas,
enciendo el último de los fósforos que
me queda,
y me busco
en una tarde de julio.
Niña mía:
¿Cómo quieres que sea yo?
¿Un fósforo?
¿Me acuesto con los demás
en una caja de fósforos?
Lloro a quien instala
un horizonte de papeles
con ritmos de zapatos de hierro!
Mi alma es una cigüeña de broza,
los espejos crecieron en el jardín del mar,
los ayes son un haz de luz escarlata,
cavando un pozo en el aire,
el violeta prolonga el cuello en los cementerios,
su torno es un devasto ,
se extiende hacia un devasto …
Parad,
parad,
¡cuánta basura!
parecen gallos adornados!
monarcas,
ferias de zapatos!
ah!
corazón hecho de madera de barcos
¿Cómo seguiré siendo una luz encendida?
Patria mía,
en un icono de un místico
te voy a queratinar,
y te voy a beber
con todo al handal,
con la granada del esplendor.
Con saturación te bebo,
y te quejo para una foca
antes de que me disuelva
como una delicada sal
en una sopa de pólvora.
VII
Cuando la mañana llegue suave,
como un albaricoque,
vestiré un ropaje blanco,
unas medias blancas,
unos zapatos blancos.
Cuando la mañana llegue suave,
como los labios de una virgen blanca,
soltaré y peinaré de las ternezas del polvo
mi largo pelo canoso,
soltaré y peinaré la blancura de mi barba.
Cuando la mañana llegue suave,
como una cariñosa patria
montaré un corcel hecho de candor y humo
pondré mi ansiedad blanca
sobre mi hombro blanco
y saldré,
sí…, saldré a recibir el mar.
(Del libro A quien restauró el exilio)
VIII
Hambre
1.
El hambriento vio la luna como una rodaja de pan
o como una naranja…!
Con la saliva de sus amantes hambrientos
lanzó con tirachinas y partió?
Sólo y embabado de salivas,
lo derramaron los cuervos, diciendo:
– Un monstruo intentó matar la luna….-
2. Voz
Tu voz es alegría,
si la escuchara la oscuridad,
se habría resignado al reino de los colores
y de la electricidad acaso
¿No se avergüenzan los cables?
III
Hambre 2
Siguió buscando entre las ruinas,
y sobre la mano de un niño,
el mundo se tornó en un limón
limbio unos ríos de lágrimas, y
marchó,
los dientes de su madre son más fuertes.
Royó el pezón de la mama
mientras ella
seguía durmiendo como una pelicana
entre las ruinas y Aguacero…
IV
Hambre 3
Desde un cielo escarlata,
y un océano donde la peste se baña
yo,
me levantaré
como un monstruo
yo,
sacaré los cadáveres de mis amantes,
y con arsénico lo amasaré,
y sobre un césped de brozas
se lo presentaré a la muerte,
en su última jornada.
(Del libro Elogios del alcanfor)
V
Mientras abrazo el saxófono
como si fuera una íntima mujer,
soplo
mi poesía,
mi hambre,
mi tristeza,
mi ansiedad,
mi exilio,
mi melancolía
Mi son,
hace ebreis a los animales más carniceros,
agrupa cigüeñas sobre mi cabeza y gaviotas
sobre mis hombros,
ordena a las focas que abandonen los viejos mares,
hace que me sigan los árboles de sidra donde
voy,
y tu trigueña alegría,
cuánto te espero,
te habías ido,
pero la lluvia retornó en los equipajes de
marzo,
y yo tan delgado como un hilo de diamante,
no sólo para que coses una leyenda de diamante,
delgado soy, como un hilo de diamante,
para pinchar las capitales,
que duermen en el jardín del alcanfor y mirto.
(Del libro Cometo una vida)
VI
¿Qué?
Si los ángeles están en el cielo
¿qué haces tú en la tierra?
(Del libro Alegrías del recolector de la melancolía)
Por: Ahmad Yacoub