En estos tiempos donde parece que la queja quieta nos infecta a los uruguayos como una peste haragana, unos cuantos gurises alegres y porfiados que cursan enseñanza media (liceos y UTUs) deciden luchar.
Sin ánimos de grandeza ni de un cargo remunerado, se juntan en gremios estudiantiles que a su vez se nuclean en la CEEM (Coordinadora de Estudiantes de Enseñanza Media), que para mi alegría y la de muchos más, crece tenaz, como va pudiendo. Al día de hoy, la Coordinadora está formada por un poco más de diez gremios, mayoritariamente de la capital. Su caudal militante es pequeño comparado a épocas previas al neoliberalismo pero muy superior al de hace cinco años.
Se han plantado en sus liceos y en las calles, generando distintas actividades y buscándole la vuelta para arrimar más y más estudiantes: desde talleres deportivos y artísticos, cines, toques, varietés y murales hasta charlas-debate respecto a temáticas de género, memoria histórica, medios de comunicación y otro montón de tópicos. Florecen como esperanza a los ojos de los más grandes, quizás, pero son conscientes de que aún no es suficiente. Se arriman a centros no agremiados para contarle a otros jóvenes que aún no participan, el porqué de la necesidad de seguir fortaleciendo la organización estudiantil a este nivel.
Para este 14 de agosto, consignas históricas no dejan de estar presentes, pero tampoco son excluidas las temáticas actuales que involucran al pueblo todo.
En primer lugar, la defensa de la juventud uruguaya expresada en la lucha en contra de la baja de la edad de imputabilidad ha venido siendo el principal mojón de trabajo, hacia el cual venimos dedicando mucha fuerza y cabeza. Como jóvenes estudiantes, nos es imposible desvincularnos de esta contienda en la que se pretende estigmatizarnos y colocarnos como responsables de la violencia que vivimos en nuestra sociedad, cuando en realidad más que victimarios somos víctimas de este sistema perverso. Ser joven hoy en nuestro país es aún algo complicado: aún luchamos por salarios dignos, por la posibilidad de estudiar, por la esperanza de un futuro más prometedor del que se nos abre a simple vista.
Continuamos izando la bandera “obreros y estudiantes unidos y adelante”. “¿Historia?”, sí, pero en igual medida “presente”. Esta alianza representa una condición ineludible para impulsar los cambios con perspectiva y profundidad desde el Movimiento Popular. Nuestras luchas no distan una de otra sino que están estructuralmente vinculadas. Además, ambas filas se fusionan, habiendo muchos que estudian y trabajan al mismo tiempo. También participarán diversas organizaciones sociales junto a las cuales ya hemos venido desarrollando la lucha como ser Ovejas negras, Proderechos, Mujeres de negro y otras más.
Rechazamos tajantemente y reclamamos justicia por las violaciones a los derechos humanos de ayer y de hoy. Al mismo tiempo, destacamos que los Pueblos son y deben ser de hecho soberanos sobre sus recursos naturales.
Autonomía y cogobierno para toda la educación, no como un quiste caprichoso sino como una necesidad para avanzar. Involucrar a los actores cotidianos en las decisiones, es una parte vital para pensar en una modificación real de nuestro sistema educativo y por ende de todas las problemáticas asociadas a sus debes. Reclamamos, como no, una superación del actual presupuesto que alcance como mínimo un 6% del PBI pero también apuntamos a una administración más justa del mismo.
Así que… contra la frustración y el desaliento se mueven. Porque no encuentran mejor manera de matar el amargo cotidiano de que las cosas no salgan, que con el aliento del compañero que tienen al lado. Por la recompensa de cada vez ser más. Por la convicción necia de que no hay futuro si no estamos todos.
Por: Camila Fernández Nion