De alguna forma, la idea de que los jóvenes son renovación y cambio proviene de la ciencia, más precisamente de la investigación científica. Los investigadores jóvenes (entre 20 y 35 años) son más proclives a buscar nuevas soluciones porque sus estructuras cognitivas no están tan matrizadas por el statu quo de la materia, claro que existen métodos para mantener esa capacidad innovadora en forma viva, pero en los científicos jóvenes se da de forma natural.
Un compañero me decía hace poco tiempo: Einstein decía que sus dioses no jugaban a los dados. Es decir que ni siquiera una de las mayores mentes del siglo pasado supo escapar a la seguridad de sus esquemas cognitivos.
Los jóvenes han sido históricamente un sector propicio a los cambios y las transformaciones sociales, sin caer en generalizaciones (hay quien dice que no podemos vivir sin ellas y casi todas son falsas), la mayoría de las grandes revoluciones en el siglo XX los tuvieron como protagonistas, miles de jóvenes murieron en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria. Los jóvenes generalmente tienen poco para perder y mucho para ganar, por ello, entre otras cosas han sido protagonistas.
Sin embargo, no debemos confundirnos. Ser joven no implica ser rupturista o transformador. Y no hay una contradicción fundamental entre la juventud y el mundo adulto (aunque hay varias). La gran contradicción de nuestra sociedad es la que opone al capital con el trabajo, generadora de las clases que ostentan los medios de producción y la masa de humanidad que vende su fuerza de trabajo para alimentarse. Esta sigue siendo una verdad desde que en el siglo XIX Marx y Engels la pusieran de manifiesto. Hoy sabemos que el poder toma diferentes formas, está estratificado y además las contradicciones de clase se cruzan con una serie de elementos como el género, las etnias, o diferencias generacionales, entre otros.
Renovarse implica en todo caso analizar la realidad sin repetir armónicamente un esquema preconcebido, o hacerlo en forma doctrinal y acrítica. La renovación no tiene que ver con cuestiones generacionales, eso es más bien recambio. La renovación de un proyecto de país tiene que ver con profundizar las mejores cosas y ser capaces de dar respuestas a las necesidades de la gente. Eso nunca lo hizo la derecha, y ahora no es cuando.
Dicho esto, hay que decir que una cara relativamente joven ha sido propuesta, ella no propone nada positivo para los amantes de la justicia, la igualdad y la libertad. Este personaje cree que el Estado tiene que existir solo para las cuestiones básicas (seguridad y justicia), participó de la legislatura más negra de los últimos años, siendo parte de la bancada oficialista de Jorge Batlle (votando ajustes fiscales y nuevos impuestos), hasta que su partido decidió abandonar el barco.
Se ha opuesto sistemáticamente a las políticas sociales como la implementación del Plan de Emergencia, votó en contra de la negociación colectiva y los consejos de salarios (esos que dice que eventualmente mantendría, pero con la balanza más inclinada en el sentido del más fuerte!), votó en contra de la interrupción voluntaria del embarazo aunque sigan muriendo mujeres en clínicas clandestinas, votó en contra de reconocer los derechos de la comunidad LGTB, votó en contra de la regulación de las ocho horas para el peón rural con el argumento meridiano de que se rompía la familia del campo, votó en contra de la regulación del trabajo doméstico, también quiere tratar a los adolescentes de 16 años como si fueran adultos. Me pregunto qué tiene de positivo todo esto.
En suma, representa a la vieja agenda de derecha conservadora, un Estado pequeño y débil que no intervenga en las cuestiones relativas al mundo del trabajo o las relaciones sociales que provocan desigualdades de mercado y una ideología conservadora marcada por lo más rancio del pensamiento religioso de origen católico.
Pero la cosa es peor, creo que existe un enorme desprecio hacia el pueblo, cuando uno quiere a su pueblo no se va a vivir a un caserón privado, al contrario, no hay amor, hay miedo, vivir separado de todo lo que no sea como yo, lejos de los pobres a los que voy a visitar en periodo de elecciones. Me sigo preguntando.
Entonces, Lacalle Pou no es renovación de ideas, no innova en ninguna propuesta, solo dice que va a mantener lo que está bien y cambiar lo que está mal (aunque reconoce no saber cómo hacerlo), promueve un discurso vacío usando una imagen joven. La renovación de Lacalle Pou recuerda más a una restauración conservadora, es nada más y nada menos, que la cara lavada de la vieja derecha, representante de los intereses de los grandes tenedores de tierras y grupos empresariales.
Entonces, no importa si tenés relativamente pocos años, lo importante en la renovación en la política es en primer lugar las ideas que se promueven, si van en un sentido progresista o no, hemos puesto varios ejemplos en relación a ello. Importa también no dejarse anquilosar por las respectivas burocracias, o por la seguridad de una posición, importa construir en clave colectiva y no caudillista, ser capaz de ir más allá de lo supuestamente preconcebido, aportar para una sociedad que sea más justa para todos, no solo para los que viven en un barrio privado.
Por: Tati Sabini