Compañeros y Compañeras
Ya se tornó un lugar común decir que esta elección será la más dura, la más difícil de todas.
Y los hechos muestran que sí. Pasados casi doce años de la histórica victoria de Lula, en 2002, y tres y medio de la toma de posesión de Dilma, en 2011, Brasil es otro.
Nuestro país se volvió tres veces más rico en el período, pues el OUB pasó de 1.8 trillón de reales, en 2002, a 4.4 trillones de reales en 2013. Los pobres, antes desheredados y secularmente excluidos, fueron colocados en el centro de las políticas públicas, dinamizando el mercado, favoreciendo el crecimiento económico y reduciendo las desigualdades. Creamos 21 millones de empleos, 36 millones de personas salieron de la extrema pobreza y 42 millones ascendieron socialmente.
Brasil perdió el complejo cachorro abandonado. Dejó de ser un país vulnerable y, en medio de la mayor crisis que el mundo haya conocido, se tornó un competidor global, con democracia estable, -que precisamos perfeccionar-, instituciones sólidas y respeto internacional. Entre 2008 y 2013, cuando las medidas antipopulares de austeridad promovidas por los gobiernos europeos, segaban 60 millones de empleos, nuestros gobiernos crearon, en el período, 11 millones de nuevos puestos de trabajo con cartera asignada.
Todo eso incomoda a nuestros adversarios.
Sí, porque la comparación de nuestro proyecto con el de ellos les es ampliamente desfavorable. De ahí que vamos, a lo largo de la campaña, a mostrar todo lo que hicimos o estamos haciendo y lo que vamos a hacer. Al mismo tiempo, es preciso evitar que nuestros adversarios escondan todo, o que hicieran, dejaran de hacer, y principalmente llevarlos a revelar cuáles son, al final, las medidas “impopulares” que anuncian.
En verdad, cambiar la política del salario mínimo, promover el desempleo, provocar choques, cancelar derechos, debilitar la Bolsa Familiar, cortar subsidios del BNDES y de Mía Casa Mía Vida, como ellos dejan entender, tiene nombre: son medidas antipopulares.
No vamos a permitir retrocesos, ni la vuelta a un pasado de recesión, represión y desempleo, cuya figura símbolo, antes condenada al ostracismo por los compañeros, ahora resurge como gurú en las convenciones de los tucanes, pontificando como siempre y hablando contra la corrupción que nunca combatieron cuando gobernaron.
Insisto nuevamente en el carácter de esta elección y en la necesidad de confrontar los dos proyectos de país, los dos modelos de desarrollo, las dos concepciones de sociedad, las dos visiones respecto a la democracia y de la participación popular, que deben nortear nuestra campaña.
El cotejo de los proyectos es tan desventajoso que uno de nuestros adversarios invocó un tsunami para barrernos del mapa, como si en el tropel llevase junto el legado de los gobiernos petistas. Antes, otros también prometieron acabar con nuestra raza. Acabaron antes: derechistas convictos, súbitamente se convirtieron en socialistas de ocasión, adornando nuevas tribunas con su ideología de museo.
Como hemos dicho en el PT y siempre es bueno repetir: ya vencimos al miedo con la esperanza. Ahora vamos a renovar las esperanzas del pueblo para vencer al odio, al rencor, al preconcepto, al racismo, a la violencia, al machismo, a la homofobia, al fundamentalismo. Vamos a derrotar nuevamente a los que se escudan en estas posturas discriminatorias porque no se conforman con la pérdida de privilegios acumulados y con la participación de la ciudadanía en las decisiones del País.
Compañeros y compañeras,
Enfrentamos, en estos casi doce años, un ataque feliz de los que desean el retorno al pasado. Y ahora, la ofensiva aumentó. Se juntarán, en bloque, la derecha de siempre, hostil y truculenta; los neoliberales de la herencia maldita; sectores del gran capital especulativo, que prefieren la renta a la producción de los empresarios que ayudan al País, y, en el papel de portavoz, el oligopolio de los medios, que golpea, falsea, manipula, distorsiona, censura y suprime hechos en el intento de derrotarnos. Emisarios del pesimismo, del fracaso y del mal humor, estos agoreros someten al Brasil, como si quisiesen llevar la crisis a la población, que trabaja, progresa y aprovecha la era de oportunidades inaugurada por nuestros gobiernos.
Juegan en la hinchada en contra, cuanto peor, mejor, esperando ganar votos con una desinformación y la creación de expectativas negativas, todas frustradas por los hechos de la vida real: empleo, renta y salarios continúan creciendo; la inflación está cayendo; las inversiones en infraestructura prosperan; la Copa entusiasma y contagia al mundo.
Tenemos a nuestro favor un amplio grupo de partidos aliados, de los gobiernos bien acertados con realizaciones para mostrar, una candidata preparada –que nos enorgullece e incentiva- y el apoyo fundamental de los movimientos sociales organizados. Nos apoyan líderes destacados del sindicalismo combativo, de las juventudes, de las mujeres, de los negros, de los indígenas, de los sin tierra y sin techo, de la intelectualidad y del medio artístico, de la comunidad LGBTT, de los adultos mayores, de los jubilados, de diferentes iglesias y confesiones religiosas, de los pequeños empresarios, medios y grandes, de las redes sociales… Refuerza el equipo, como gran comandante, el presidente Lula, el mayor líder que el pueblo brasilero ayudó a surgir. De cuerpo y alma, como él dice, recorrerá el País, dando la disputa política e ideológica en defensa de la continuidad de nuestro proyecto. Pidiendo y ganando votos para reelegir a la compañera Dilma, conjuntamente con una fuerte bancada de gobernadores y parlamentarios.
Compañeros y compañeras.
El precioso tiempo de TV y radio, los activistas virtuales de las redes –un gran refuerzo en la campaña- representan nuestra artillería de argumentos, informaciones y pronta respuesta a las investidas de los adversarios. Más que nada, está con nosotros una militancia valerosa, con raza, coraje y disposición de lucha. Y de cada uno y cada una de las voces que, en última instancia, depende nuestra victoria.
Mis queridos compañeros y compañeras: convoco a todos a traer de vuelta el entusiasmo y la pasión de la campaña de 1989.
Que nuestras banderas flameen en el País, en las calles, en las escuelas, en las fábricas, en los campos, en todos los locales de trabajo y convivencia, nuestra visión de futuro para Brasil.
Un futuro marcado por un nuevo ciclo de desarrollo, sustentado en la inversión productiva, y en el consumo de las masas; que tenga un Estado moderno, eficiente y democratizado por la reforma política; que aumente la productividad por la innovación y por la mayor capacitación de los trabajadores, sin sacrificar salarios y derechos. En fin, que tenga en la riqueza de la presa un recurso de servicio del desarrollo nacional y de la mejoría de la educación, de la salud, de la seguridad pública, del transporte popular y de las condiciones de vida en general.
Compañeros y compañeras,
La población quiere cambios, y mayoritariamente confía en que el PT y sus aliados tienen las mejores condiciones para llevarlas adelante.
La sociedad brasilera quiere cambiar, más pensando en el futuro y no en un pasado que ella repudió de forma reiterada y contundente en las tres últimas elecciones presidenciales. Por esto, es la Presidenta Dilma Roussef quien tiene credibilidad para seguir conduciendo, con más impulso y velocidad, las transformaciones en curso y también las transformaciones futuras.
Como resaltan las nuevas directrices para el programa de gobierno, la propuesta de un nuevo ciclo de cambios constituye la mejor respuesta a los que tienden a manipular las legítimas aspiraciones del pueblo brasilero, proponiendo el retorno a los tiempos de los gobiernos neoliberales. Constituye, también, la mejor forma de desenmascarar a quien se presenta como una “tercera vía”, pero que concilia con los intereses neoliberales.
La defensa de un segundo mandato presidencial de la Presidente Dilma incluye reconocer que continúan vigentes las tareas de superar la herencia maldita proveniente de la dictadura, de la devastación neoliberal, de la dictadura del capital financiero y monopolista sobre la economía, de la lógica del Estado mínimo.
Para continuar democratizando el país, ampliando el bienestar social y trazando un camino democrático-popular de desarrollo sustentable, defendemos un conjunto de cambios estructurales, entre los cuales, la reforma agracia y la reforma urbana, la reforma política y la democratización de los medios de comunicación, la reforma tributaria y la ampliación de los derechos públicos universales, profundizar la soberanía nacional, la integración latinoamericana y caribeña y nuestra participación en los BRICS como parte de la construcción de un nuevo orden mundial.
Compañeros y compañeras:
Para no prolongar mucho, abordaré dos reformas que considero fundamentales. La primera, la reforma política, cuya urgencia se vio en las manifestaciones de junio. La presidenta Dilma, sensible a la voz de las calles, envió al Congreso una propuesta de convocatoria de plebiscito, que hasta ahora permanece archivada.
Nosotros del PT, que encabezamos una iniciativa popular legislativa en defensa de la reforma política y hemos apoyado todas las iniciativas en esta dirección, creemos que es fundamental la realización de un plebiscito para la convocatoria de una Asamblea Constituyente exclusiva para promover la reforma del actual sistema político electoral. Por tanto, estamos comprometidos en la realización del Plebiscito Popular, organizado por decenas de entidades de la sociedad, cuya votación se hará en la Semana de la Patria de este año.
Una Constituyente Exclusiva para la reforma política eliminará el financiamiento empresarial privado en los procesos electorales, que constituye una de las fuentes de corrupción sistémica que afecta el funcionamiento de nuestro sistema republicano.
Compañeros y compañeras,
Tan importante como la reforma política es la democratización de los medios, que los oligopolios intentan caracterizar como censura. En verdad, ellos intenta mantener la actual situación de poder y concentración que impide la pluralidad y la diversidad en los medios de comunicación del País.
Así como la energía, el transporte y la salud, la radiodifusión es un servicio público, concedido a particulares que, para ser prestado en base al interés público, requiere reglas de funcionamiento. En caso de las emisoras de radio y TV, esas reglas son fundamentales en función del impacto social que los medios provocan, por su influencia en la opinión pública y en la formación de valores.
Además de eso, la comunicación es un sector económico de mayor relevancia, que necesita reglas de funcionamiento para restringir los oligopolios o la formación de u n monopolio en el sector.
En este sentido, no es el PT que pretende censurar o controlar a los medios. Es la Constitución Brasilera de 1988 que prohíbe, taxativamente, en su artículo 220, la existencia de monopolios u oligopolios en los medios. Infelizmente, 25 años después de su promulgación, una emisora controla el 40º% de la TV abierta y casi el 70% del presupuesto de publicidad!
Los dispositivos constitucionales permanecen como letra muerta por la falta de regulación. Por ejemplo, el artículo 221 dispone que una producción regional e independiente debe ser estimulada. Entretanto, casi el 90% de toda la producción de TV en el País se realiza en el eje Río-San Pablo por las propias emisoras y no por productoras independientes.
La democracia exige un ambiente de comunicación en que más personas puedan hablar y ser escuchadas, en que la diversidad y la pluralidad de ideas existentes en el País –y no el pensamiento único de “Gran Hermano”- puedan expresarse en forma equilibrada en los medios en general.
Es por esas razones, entre muchas otras, que el Partido de los Trabajadores apoya y suscriba la iniciativa popular legislativa “Para explicar la libertad”, a fin de democratizar la comunicación y hacer cumplir lo que manda nuestra Carta Magna.
Compañeros y compañeras,
Dejemos cualquier ilusión de victoria fácil. La marea conservadora intenta explayarse por la sociedad y precisa ser barrida con vigor y coraje. Los que en el pasado se volcaron contra la abolición de la esclavitud, el voto del analfabeto, el salario mínimo y el 13º salario, tienen una misma posición de clase de los que, actualmente, condenan la Bolsa Familia, resisten las cuotas para negros e invierten contra Más Médicos.
Por los mismos motivos, o sea, su a versión atávida a los “de abajo”, a los que “no conocen su lugar”, al pueblo propiamente dicho, las clases dominantes se rebelan rabiosamente contra el decreto presidencial que instituyó la Política Nacional de Participación Social. El decreto no hace más que consolidar los mecanismos existentes, como las conferencias, los consejos, audiencias para acompañamiento, monitoreo y evaluación de las políticas públicas.
Ellos no entienden que la democracia y la madurez de una Nación requieren la participación de la sociedad. Y que no hay participación sin una sociedad organizada y con canales institucionales para interactuar con el gobierno. Digan lo que quieran, el hecho es que la entrada de la sociedad civil en la política es positiva, fortalece la democracia y no tiene ningún sentido “bolivariano” como pregonan.
No solo las jornadas de junio en Brasil, más diferentes manifestaciones en todo el mundo viene colocando en eje partidos, gobierno y el propio sentido temporal de la representación.
La legitimidad de las elecciones, por si sola, no ha sido suficiente para dar legitimidad continua a los gobiernos. Y hay quien quiere realizar elecciones solo de cinco en cinco años!
La sociedad civil traza para la política un sistema de representación de intereses que los partidos no son más capaces de ejercer, debido a su adaptación a un sistema privado de expresión de intereses y financiamiento, con el cual la sociedad no se identifica.
Al contrario de lo que alegan los opositores de la Política Nacional de Participación Social, ella no es ninguna jaboticaba. Francia, Estados Unidos, Portugal, España tienen consejos o modelos semejantes de participación de la sociedad en la formulación de políticas públicas.
No queremos acabar con una democracia representativa o con el Congreso. Se trata de corregir distorsiones en un país en el cual el nivel de información de la población aumentó fuertemente con internet y las redes sociales y en el cual la ciudadanía se posiciona en relación a políticas específicas.
Compañeros y compañeras,
Si nuestra consigna es más cambio y más futuro, tenemos que caracterizar lo que orienta la acción de nuestro partido y de nuestro gobierno: la construcción de un país diferente y mejor. Es el sentido de nuestro proyecto: crear una sociedad plena de libertad e igualdad. Una sociedad radicalmente democrática y no una democracia sin pueblo, como siempre quisieron las clases dominantes que nos critican, atacan y la falta de ideas, de propuestas, braman palabrotas contra la Presidenta de Brasil!
Los insultos delante de los jefes de Estados, de los niños y de las familias, deberían avergonzar a quienes los profieren. Infelizmente, tuvieron guarida entre los adversarios que soñaron sacar provecho electoral de la falta de educación de una cierta elite. Solidarios a la turba, conmemoran: “Dilma está encerrada, Dilma cosechó lo que plantó”.
El tiro salió por la culata. Nuestra presidente fue cercada, si, por la solidaridad unánime de los que condenan la violencia, la vileza, las proclamaciones de odio.
Sembradores de falsas tempestades, ellos, más de una vez, recogen rayos de desaprobación popular en la cabeza.
Sembradores de mentidas, ellos, más de una vez, recogen el desdén del pueblo. Igual en el pasado, cuando ellos, sembradores de falsas promesas, recogieron el rechazo del pueblo brasilero.
La presidenta que plantó las simientes de la paz, de la concordia, de la redención de los excluidos, de las ventanas de oportunidades, de un Brasil democrático y soberano, la presidenta Dilma va, si, a recoger, en las urnas de octubre, el apoyo popular de un nuevo mandato. Para un nuevo gobierno, con más cambios y más futuro!
Porque quien siembre solidaridad, recoge unión;
Quien siembra optimismo, recoge esperanza;
Quien siembra esperanza, recoge futuro:
Quien siembra futuro, recoge libertad;
Quien siembra libertad, recoge siempre un buen cambio que hace al pueblo avanzar para ser cada vez más feliz.
Y el pueblo brasilero puede, como Dilma, hacer un nuevo gobierno, con más cambio y más futuro.