Poesías para negar la indiferencia – María Laura Blanco

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@mateamargouy

Claudia Magliano

María Laura Blanco nació un 12 de marzo en la Villa del Cerro, Montevideo, Uruguay. Es Licenciada en Trabajo Social y tiene dos hijos: Pedro y  Paula.

En  2013, fueron publicados algunos de sus poemas en Cualquiercosario, Editorial Yaugurú de Montevideo-El Imperdible de Zaragoza. En julio de 2013, Julieta Car Tonera de Toulouse editó La piedra mordida-La Pierre mordue, edición bilingüe francés- español.

Colaboró con Taller Literario Móvil, Cooperativa  A Redoblar, Rumbo Editorial, 2013.

Antología de poetas rioplatenses: Poetas emergentes 2014, editorial Cartonerita NiñaBonita, Zaragoza y Poesía de hoy y siempre, Antología, Eloísa Cartonera,2014. Revista Conchinchina Nº 1, Uruguay, Paraguay, Argentina, España, Francia y Chile. Abril,2014.

Coordina dos ciclos literarios junto al poeta  Nilson de Souza en Kalima y en el Living, dos boliches montevideanos.

Lee poesía en los ciclos literarios montevideanos y en todo el Uruguay. A veces cruza el charco y participa de Ruido de palabras y Poesía bajo la autopista.

En julio del 2013 llegó a Ancud, Chiloé y con el colectivo Pucarel intercambió poemas.

padre tenía manos de colores
todos: rojo, dorado, azul, plateado
olor a thinner, a esmalte de uñas
padre joven vuelve cuando entro a un taller
las filas de autos masillados, desarmados
no usaba máscara padre, por eso tose
y por el cigarrillo rubio
cantaba padre y canta, tangos, boleros
tocaba unas maracas verdes abrillantadas
que están guardadas quién sabe dónde
tenía un jopo bien peinado, a veces traje
negro, con rayas minúsculas, saco cruzado
madre planchaba los pantalones, la raya
marcada con papel de estraza y alcohol azul
yo miraba el humo que subía, me gustaba el ruido
padre se iba los sábados de noche
bien afeitado, sin olor a thinner, de traje, peinado
madre se iba recostando en los sillones verdes
el mismo verde abrillantado de las maracas
lloraba madre, se le mojaba el pelo largo
yo la acariciaba y le sacaba las lágrimas
pero entonces ella sollozaba
yo sin poder consolar a madre
sin madre y sin padre aquellos sábados.

 

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