Discurso del vicepresidente del Estado, Álvaro García Linera, en la inauguración del XX Encuentro del Foro de Sao Paulo, en el Campo Ferial de La Paz.
Hermanos y hermanas muy buenos días, un saludo cariñoso, respetuoso, fraterno, revolucionario, a cada una de las delegaciones de partidos políticos revolucionarios de izquierda progresista que se han hecho presentes, de nuestro continente, de Europa, de Asia, bienvenidos a esta patria de gente sencilla, luchadora, peleadora, insurgente y revolucionaria que se llama Bolivia, muchas gracias por su presencia acá.
Un saludo al grupo de trabajo que está aquí presente en la testera, quiero destacar la presencia de Mónica Valente, nuestra secretaria ejecutiva del Foro de Sao Paulo, compañero Jorge Machado, compañero Jacinto Suárez, compañero Rodrigo Cabezas, compañera Nidia Díaz, cada vez usted está más joven compañera Nidia.
A mi compañero Hugo Cabieces, a Fabián Solano, al representante del gobierno de China, a los embajadores, a la embajadora de Venezuela, de Ecuador, de Uruguay, de Argentina y a El Vicepresidente dio su discurso ante un auditorio colmado de gente.
mis hermanos, a mi compañera Leo, se llama Leo no de nacimiento sino por la batalla, de leona, peleadora, aguerrida, un gusto estar a tu lado mi compañera Leo.
Mis compañeros ejecutivos de la COB, a mis compañeros petroleros, a mis compañeros interculturales, compañero Eber, a nuestras hermanas de las mujeres Interculturales, Santa Cruz, todo Bolivia que está aquí presente, Beni, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca, Pando.
Permítanme inicialmente hacer llegar de manera muy cariñosa, el saludo de nuestro Presidente Evo, al «campañero» Evo que tiene en el corazón al Foro de Sao Paulo y que manda un saludo muy cariñoso y fraterno a todas las delegaciones.
Hace 24 años, cuando dio a luz el Foro de Sao Paulo, el mundo que vivíamos era otro, se había derrumbado frente a nuestro ojos la Unión Soviética, se imponía y se consolidaba un imperio y una estructura imperial unipolar a la cabeza del poderío económico, ideológico y militar de EE.UU., eran los tiempos de Reagan y de Thatcher en el mundo, por los medios de comunicación, por las universidades, aún por los medios sindicales, se difundía una ideología planetaria, un modelo planetario llamado neoliberalismo que comenzaba a cabalgar por el continente y por el mundo de manera aparentemente triunfal.
Se hablaba entonces del llamado fin de la historia, se estaba acabando aparentemente la historia, no había más que hacer, había que apagar las luces y resignarse al imperio unipolar, al neoliberalismo, a las privatizaciones, al consenso de Washington. En nuestra América Latina las cosas tampoco eran fáciles, Cuba heroica, resistente, aislada y soportando el bloqueo criminal más terrible de la historia de la humanidad.En Nicaragua perdíamos las elecciones, llorábamos ante la derrota, en El Salvador entrabamos a los procesos de paz y de acuerdos y en el resto de los países, desde el Río Bravo hasta la Patagonia en América Latina, se imponía el llamado modelo neoliberal, se privatizaba empresas, se entregaba recursos públicos acumulados durante décadas a inversionistas privados extranjeros que llegaban a nuestros países, desembarcaban como en tiempos de Colón para apropiarse de todo. Han pasado 24 años y no cabe duda que hoy el mundo es muy distinto a cuando dio lugar el Foro de Sao Paulo, ha cambiado; las cosas y la estructura, las deliberaciones y las luchas que desde entonces se impulsaron, se deliberaron, se propusieron no han sido en vano. Hoy estamos asistiendo a 24 años del nacimiento del Foro, a una lenta pero irreversible decadencia del «hegemón norteamericano», EE.UU. no es más la potencia imperial dirigente del mundo, sigue dominando, pero tiene que hacerlo usando sus cañoneras, sus tropas especiales, su intervencionismo brutal en cada una de las regiones.
China y Europa van quitándole el liderazgo económico, no hablamos todavía de un mundo multipolar, pero está claro que el «hegemón» exclusivo, omnipotente y omnipresente de EE.UU., hoy ya no es más, sigue siendo dominante en base a la fuerza pero ya no en base al liderazgo, a la convocatoria y a su poderío irrebatible a nivel económico. Hay una especie de proliferación de micro poderes regionales en el mundo y en América Latina, como nunca antes había pasado en la historia de nuestras formaciones nacionales, estamos asistiendo al surgimiento, a la proliferación de gobiernos progresistas y revolucionarios en el continente.
En poco menos de 15 años, el neoliberalismo con sus secuelas de privatización, de desconocimiento de derechos laborales, de entrega de recursos públicos a extranjeros, de sometimiento a los organismos financieros del consenso de Washington, Banco Mundial, Fondo Monetario en América Latina, como nunca eso se viene desmontando. Hoy podemos decir que en América Latina ha surgido de manera genérica un modelo post neoliberal, hablar de neoliberalismo en América Latina cada vez se asemeja a hablar de un arcaísmo, es casi como hablar del parque jurásico. Hace 15 años neoliberalismo era la biblia, hoy el neoliberalismo es un arcaísmo que lo estamos botando al basurero de la historia, de donde nunca debía haber salido. El mundo es otro, el mundo es otro, la historia continúa, la ideología y el falso macro relato del fin de la historia se ha derrumbado ante la emergencia de luchas, de proyectos, de insurgencias que se han expandido a lo largo en todo el continente. Quiero mencionar a raíz de estos sucesos cinco conquistas y cinco tareas para preservar, para profundizar los procesos revolucionarios no sólo en el continente latinoamericano sino de Europa, Asia, África, en general del mundo.La primera lección y el primer logro que quisiera mencionar de esta insurgencia latinoamericana, la democracia como método revolucionario, hasta antes habíamos asumido la democracia como una sospechosa etapa previa a la revolución y nos habíamos preparado para ello y las circunstancias de dictadura y de dominación colonial habían creado las condiciones paras esa visualización de la democracia, meramente como una etapa previa de un proceso superior llamado revolución.Lo que América Latina había mostrado en estos 15 años, en estos últimos 10 años, es que no, es que la democracia se está convirtiendo y es posible convertirla en el medio y en el espacio cultural de la mismísima revolución, lo que en Bolivia llamamos la revolución democrática.
Esto es la conversión de las facultades de ciudadanía, de los derechos de pensamiento, de asociación, de organización, de movilización, en un textura y en una red que han permitido a la totalidad de los gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina acceder al poder.
Pero tampoco esta conversión de la democracia como método revolucionario, ha venido con una mera apropiación de la mirada mutilada, fragmentada de la democracia de los gobiernos conservadores y neoliberales, lo que ha sucedido en América Latina es una apropiación social de la democracia, como el espacio propicio para la hegemonía, la hegemonía entendida en el sentido «Gramsciano» del liderazgo intelectual, de liderazgo cultural, de liderazgo intelectual, de liderazgo ideológico, de liderazgo político.
Lo que ha sucedido en América Latina es que a partir de las luchas sociales, de la emergencia de las luchas sociales urbanas y rurales, obreras y campesinas, indígenas y juveniles, populares, la democracia ha ido transformado y enriqueciendo su contenido, atrás hemos dejado las democracias fósiles, las del ritual de la elección cada cuatro o cinco años y en nuestros países, donde han triunfado los gobiernos revolucionarios, ha habido una transformación y enriquecimiento de la democracia entendida como participación, entendida como radicalización, entendida como comunidad, aquí le llamamos democracia comunitaria, democracia participativa y cada país tiene su propio lenguaje. Lo importante es de que frente a las democracias fósiles, donde se atrincheraban las fuerzas conservadoras, es la misma sociedad en movimiento que ha recreado, reconstruido, reinventado y profundizado la democracia, como participación, la democracia como construcción de identidad colectiva, la democracia como lugar de toma de decisiones cada vez más socializada, cada vez más comunitarizada.
Esta es la primera lección, la democracia como método revolucionario, no simplemente como etapa a la revolución. Una segunda conquista de estos 10 años, de estos 14, 15 años de lucha revolucionaria, es la concepción de la gobernabilidad y la legitimidad a partir de un contenido dual.
Hoy las sociedades latinoamericanas y los gobiernos revolucionarios, han conseguido su estabilidad y su gobernabilidad no apegándose únicamente a los mecanismos de la victoria electoral y de los mecanismos institucionales del Parlamento, del Ejecutivo y de sus instituciones, sino que el otro componente fundamental de la gobernabilidad revolucionaria, de la legitimidad revolucionaria, es la presencia popular y la movilización social en la calles.
No me equivoco al decir que las victorias de la izquierda latinoamericana, son fruto de procesos de movilización en el ámbito cultural e ideológico, pero también en el ámbito social y organizativo. El caso de Bolivia es eso, no se podría entender la victoria de nuestro Presidente Evo sin las luchas, sin la guerra del agua, sin la guerra de la coca, sin la guerra del gas, sin las movilizaciones populares, que fueron creando un tejido denso de participación, de movilización social, que garantizó no solamente la victoria electoral, sino también la estabilidad del gobierno revolucionario y la capacidad social para enfrentar las intentonas golpistas, las conspiraciones de derecha que se han sucedido a lo largo de los últimos años.
Tenemos entonces que la conquista del poder en nuestros países, puede ser vista como una prolongación electoral de la capacidad de movilización y de resistencia colectiva, la legitimidad de nuestros países viene entonces por victoria electoral pero también, por movilización permanente y acción colectiva de los distintos movimientos sociales. En Bolivia le llamamos y eso se ha traducido en la existencia de un gobierno de movimientos sociales.
Hoy en Bolivia más que un partido, más que el MAS y aquí quiero citar la hermosa frase del compañero Damián Condori de la CSUTCB que decía ‘Nosotros como Confederación Campesina no somos del MAS, el MAS es nuestra criatura, es nuestro hijo’, y en ese sentido controlan la dirección, el comando y las líneas estratégicas del partido. Este es un aporte continental, la organización social, las estructuras sociales diversas como fuerza y como bloque de poder que se traduce electoralmente en partidos políticos, en organizaciones políticas que entran a la victoria electoral en las elecciones. El tercer logro de estos 14 años, el ‘desmontamiento’ del neoliberalismo, aún vemos con pena cómo en países de Europa prevalece todavía esta ideología y este mecanismo de succionamiento de las capacidades humanas, para depositarla en un puñado de manos privadas y cuando vemos las decisiones que se toman en Grecia, en Italia, en España o en Francia, uno ya conoce el libreto, porque lo vivimos aquí hace 10 o hace 20 años; empobrecimiento de los trabajadores, debilitamiento del Estado, enriquecimiento de unas cuantas empresas, pérdida de derechos, eso que aún todavía no ha acabado en algunos países y algunas regiones del mundo, en América Latina lo venimos desmontando.
¿Qué ha significado el ‘desmontamiento’ del modelo neoliberal y la entrada en lo que se ha denominado el post neoliberalismo? En primer lugar, la recuperación de empresas estratégicas, aquellas empresas del Estado en las que se genera el excedente económico, porque si una revolución no tiene excedente económico cómo va a lograr consolidar su liderazgo y su estabilidad en medio de la carencia, es imprescindible…, es imprescindible, se juega la vida una revolución y un proceso revolcionario, en contar con un excedente económico capaz de generar procesos de distribución. El ‘desmontamiento’ del neoliberalismo en Bolivia y en América Latina, ha significado la recuperación de empresas estratégicas para que las controle el Estado.
En segundo lugar, la ampliación de los bienes comunes, la ampliación de los recursos que pertenecen a todos y no a unos cuantos. En tercer lugar, la continua redistribución de la riqueza, si el Estado ha de concentrar los excedentes fundamentales de un país no es para generar un nuevo empresariado, sino para redistribuirlos en el conjunto de los sectores más excluidos. Reconstitución y ampliación de los derechos laborales, desconocidos en tiempos neoliberales.
Los procesos post neoliberales en América Latina no han significado procesos de autarquía y de alejamiento de los circuitos de la economía mundial, la diferencia es que ahora la inserción en los circuitos de la economía regional y mundial, se la hace de manera selectiva y en función de las necesidades de cada país y no de las necesidades de una empresa, como sucedió en los tiempos del neoliberalismo.
Un cuarto componente histórico conquistado en estos 14 años, es la construcción dificultosa pero ascendente de un nuevo cuerpo de ideas, de un nuevo sentido común movilizador, no olvidemos compañeros que la política es fundamentalmente la lucha por la dirección de las ideas dirigentes, de las ideas movilizadoras de una sociedad y el Estado y todo revolucionario lucha por el poder del Estado, es mitad materia y mitad idea.
Todo Estado, el conservador y el revolucionario, el que está establecido y el que está en transición, es materia, es institución, es organización, es correlación de las fuerzas pero también es idea, es sentido común, es fuerza movilizadora en el ámbito de la ideología.
Los pueblos no solamente luchan porque sufren, los pueblos luchan y están dispuestos a
entregar la vida, porque saben y porque creen que hay una esperanza de acabar con el sufrimiento.
Y cuando la izquierda en estos 14 años ha sido capaz de crear una esperanza, una posibilidad de victoria, una posibilidad de formación de la vida cotidiana lo ha logrado en la mente y en el corazón y a partir de ese momento, ha convertido esa fuerza en la idea en fuerza electoral, la fuerza electoral en fuerza estatal, la fuerza estatal en fuerza económica.¿Cuáles son los componentes de estas ideas fuerza que se están reconstruyendo y expandiendo en el continente de una manera renovada en esta última década? Primero, la pluralidad de identidades; hemos aprendido a comprender que las identidades colectivas no son rígidas, tienden a ser más flexibles, hay un nuevo movimiento obrero que no es el movimiento obrero que conocieron nuestros padres, nuestro abuelos, de gran fábrica, de gran industria, del sindicalizado y la jerarquía establecida, ha surgido un nuevo movimiento obrero, fragmentado, disperso, mayoritario y joven, pero que tiene una estructura más difusa y la habilidad de los partidos políticos tienen que ser cómo entroncar, cómo habilitar espacios de articulación de este nuevo movimiento obrero más fragmentado materialmente pero más fuerte, más numeroso que antes.
El surgimiento de la identidad indígena campesina como fuerza transformadora de nuestros países. En Bolivia el movimiento indígena campesino es el eje articulador de lo popular, ha sido en torno a lo indígena campesino que el obrero, que el fabril, que lo vecinal, que lo estudiantil, que los intelectuales, que los profesionales, han encontrado el centro para articular expectativas, demandas y crear un frente único frente a la derecha y los sectores neoliberales.
La juventud y formas complejas de organización urbana, citadina, frente a las cuales los partidos de izquierda tienen que tener la apertura y la habilidad de sumar fuerzas, de comprender sus necesidades y crear espacios de liberación, de participación y de movilización, en torno a los ejes nucleares del movimiento obrero e indígena campesino.
Un segundo elemento de estas nuevas ideas fuerza, no cabe duda, es el antiimperialismo y el anticolonialismo. El antiimperialismo entendido no como un rechazo al pueblo norteamericano, nunca se rechaza a los pueblos, el antiimperialismo entendido como
un rechazo y resistencia a las estructuras de dominación de otros, países, de EEUU o Europa, respecto a nuestras decisiones, América Latina es para nosotros, nosotros sabremos qué hacer con nuestro continente y no tiene que venir nadie a decirnos ni a darnos lecciones de cómo producir mejor o pensar mejor. El antiimperialismo es el reconocimiento de nuestras propias fuerzas y es el amor a que seamos nosotros los que definamos nuestros destinos, el antiimperialismo es autodeterminación, la capacidad de los
pueblos de darse su destino, sin patrones, sin reyes y sin jerarcas, eso es el antiimperialismo. También en estos últimos 15 años surgió lo que es el pluralismo socialista, en unos partidos, unos países, con mayor intensidad, en otros con menor intensidad, unos entendiendo a su modo, otros entendiendo de otro modo, hay una reflexión colectiva de lo que tiene que ser y de lo que significa el socialismo, hay un pensamiento renovado, socialista y en el caso de Bolivia, comunitarista, respecto a la construcción de una sociedad que vaya más allá no sólo del neoliberalismo, sino también del propio capitalismo.Por último, un quinto logro es un renovado internacionalismo y expectativa de integración regional.
La fundación de El Alba, de Unasur, del Celac, son construcciones inéditas en la historia de nuestro continente, hace 20 años, hace 30, hace 50, se creaban estructuras continentales, pero todas eran dirigidas, financiadas y administradas por EEUU, estas nuevas estructuras, se constituyen en estructuras en las que los latinoamericanos decidimos cómo comenzar a construir nuestra unidad, no necesitamos a EEUU para tener una economía sólida, para ser democráticos, tener crecimiento, y para mejorar las condiciones de vida, el Celac es eso.
La autorreflexión de América Latina, de la necesidad de unificar sus fuerzas, para construir un estado continental que será plurinacional, con estructuras financieras y tecnológicas que permitan pasar de la unificación política ideológica a la integración económica, material y tecnológica, que es el gran reto que tenemos los latinoamericanos en este Siglo XXI. Estos son los cinco logros, pero ahora quedan cinco tareas; hemos avanzado bastante aquí, el mundo ha cambiado, Latinoamérica ha cambiado, pero ni el mundo ni Latinoamérica han cambiado lo suficiente y el objetivo es que se transformen de manera más radical. Desde nuestra experiencia en Bolivia, consideramos que los revolucionarios, las organizaciones sociales, los sindicatos, las comunidades, los gobierno progresistas, los gobiernos revolucionarios, tenemos al menos cinco metas para adelante.
La primera es defender y ampliar los logros obtenidos hasta hoy, no es posible, y sería terrible para los procesos de emancipación revolucionaria que se diera un retroceso, es deber de cada revolucionario, de cada persona que piensa en su país, en su patria, en los pobres, en los humildes, en la unidad latinoamericana, defender lo avanzado hasta aquí, ¿qué es insuficiente?, claro que es insuficiente lo que se avanzó, pero no se conquista más logros retrocediendo a las garras del neoliberalismo y el chantaje.
Si queremos avanzar hay que preservar lo conseguido, una revolución si se detiene, retrocede, una revolución para consolidarse tiene obligatoriamente que profundizarse, para ello requerimos ampliar, en función de las necesidades y posibilidades de cada país, cada Gobierno, cada Estado, ampliar hoy los bienes comunes, distribuir más riqueza, expandir la soberanía y ante todo irradiar esta fuerza, esta idolología, esta experiencia a otros países del continente que aún están, lamentablemente, bajo las garras de la intervención imperial y bajo la ideología de los modelos neoliberales.
Una segunda necesidad, necesitamos ampliar los logros económicos y estabilizar el modelo de desarrollo hasta aquí conquistado. Antes de ser Gobierno, lo fundamental era tener proyecto y capacidad de movilización, cuando se está en Gobierno lo decisivo es mejorar la economía, mantener y profundizar el proyecto y garantizar capacidad de movilización.
Las condiciones de lucha antes de ser Gobierno, en parte se modifican cuando uno es Gobierno, la movilización tiene que ser perpetua, esa es la garantía de cualquier resistencia, victoria o defensa frente a la derecha o las fuerzas conservadoras.
El proyecto tiene que retroalimentarse permanentemente, tiene que permanentemente enriquecerse, una revolución siempre es un porvenir, siempre tiene que haber ante la sociedad y con la sociedad nuevos horizontes que movilicen el alma, el espíritu, la inteligencia, el sacrificio de una sociedad, pero en Gobierno se suma una tercera tarea, que es la de garantizar crecimiento económico, que es garantizar mejora económica, garantizar aumento de la felicidad de cada una de las personas, especialmente de los más débiles, los más necesitados, más oprimidos, más abandonados.
Toda revolución en el mundo, desde los tiempos de Marx, siempre tuvo una cualidad, siempre es por oleada, nunca es un proceso ininterrumpido de ascenso social, es por oleadas, va y viene, va y viene, va y viene, en Bolivia sucedió eso, el 2000 la primera oleada, la guerra por el agua, nueva oleada el 2003, guerra del gas, reflujo, nueva oleada 2005, victoria
electoral, reflujo, nueva oleada 2008, Asamblea Constituyente y derrota política y militar de la derecha golpista.
Toda revolución siempre es por oleada, el momento del ascenso social, es el momento de la comunidad heroica, el momento del sacrificio pleno, del repliegue y leve descenso social, el momento de la satisfacción de las necesidades.
Todo revolucionario y todo partido revolucionario tiene que saberse mover en ambas direcciones, en ambos momentos, y luego vendrá un nuevo flujo y un nuevo reflujo, y todo proceso revolucionario y todo estado revolucionario, tiene que saber conducir y administrar esas dos lógicas de la acción colectiva.Una revolución es también capacidad de gestión económica, tenemos que compartir las experiencias entre nuestros países, hay gobiernos revolucionarios y progresistas en LatinoAmérica y tenemos que compartir los logros, que se puede hacer, que no se puede hacer.
Esta es una lucha de largo aliento que durará décadas y hay que estar preparados para los momentos de enfrentamiento y de gestión, de irradiación ideológica y espiritual y para los momentos de satisfacción de necesidades básicas.La tercera tarea que tenemos, es reforzar las tendencias comunitarias y socialistas de la experiencia cotidiana; hoy estamos en un periodo de transición, lo llamamos post neoliberalismo, pero tiene a su vez dos opciones, a la larga convertirse en un capitalismo más humano, más social, más participativo, pero capitalismo al fin, o ser el post neoliberalismo, el puente hacia una sociedad post capitalista.
No será fácil y no se decidirá en un día y una lección, serán décadas para que este post neoliberal se defina si se convierte en uno o en otro. Los revolucionarios estamos aquí, no para administrar un buen capitalismo, sino para cabalgar el capitalismo en la transformación y negación hacia una sociedad socialista, comunitaria. Dos son los elementos claves para este potenciamiento de las tendencias socialistas, comunitaristas, ampliar la participación de la sociedad en la toma de decisiones. En la medida en la que se amplía la participación de la sociedad, a partir de mecanismos institucionales, a partir de mecanismo organizativos y mecanismos sociales, estamos potenciando la tendencia socialista post capitalista; igualmente a medida que avanzamos, y esto es lo más difícil del mundo, hacia proyectos, hacia estructuras productivas, donde la gente produce en común y decide sobre esas ganancias comunes, para el común de la sociedad, estamos construyendo socialismo.
En la medida que comenzamos hacer prevalecer la necesidad por encima de la ganancia, en la medida que más personas participan en la construcción de redes productivas, tecnológicas, asociativas, no sólo para la política y la demanda, sino para producir riqueza material, estamos potenciando la tendencia socialista y comunitarista, en el fondo, el destino de América Latina y el mundo se decide en este ámbito, participación, producción; participación cada vez más democrática en las decisiones estatales, en la construcción más comunitaria de bienes materiales, de producción al servicio de todos, creo que ahí se resume el concepto de estado integral, con el que ‘Gramsci’ definía la construcción del socialismo y comunismo hacia el futuro.La cuarta tarea que tenemos los revolucionarios, es tener la capacidad de remontar las tenciones que emergen de un tipo de revolución emergente de procesos democráticos, este tipo de problemas no podían presentarse en el caso de la revolución China, revolución bolchevique, porque emergieron de guerras
revolucionarias, cuando una revolución triunfa de procesos democráticos, la cosa es más difícil, más dura, más complicada, pero hay que afrontar lo que viene, una de las tensiones que tenemos que saber cabalgar, es como se construye hegemonía.
Hegemonía en el sentido ‘gramsciano’ no es el abuso, es liderazgo, es dirección moral, dirección política, cultural, espiritual, sobre el resto de las fuerzas sociales, una revolución tiene que permanentemente ampliarse, irradiarse a otros sectores, pero si se irradia demasiado, se debilita el núcleo y pierde su esencia, pero si se concentra en su núcleo queda aislado y entonces en sus alrededores pueden surgir otros liderazgos que atraigan a las clases sociales en contraposición a la revolución, entonces uno tiene que saber medir permanentemente entre consolidar el núcleo fundamental, obrero, campesino, indígena, popular y saber irradiarse a los otros sectores. No olviden, siempre hay que sumar a Lenin con Gramsci, al adversario hay que derrotarlo, eso es Lenin, Gramsci, al adversario hay que incorporarlo, pero no se incorpora al adversario, en tanto adversario organizado, sino en tanto adversario derrotado, es derrotar e incorporar, derrotar e incorporar. Una segunda tensión propia de un proceso revolucionario, Estado y movimientos sociales, todo Estado tiende a ser concentración de decisiones, por eso es Estado, hay que tomar decisiones, ejecutar, y todo movimiento social es desconcentración y democratización de decisiones, si me concentro sólo en el Estado ya no soy un Estado revolucionario, soy eficiente, pero ya no hay democracia participativa ni comunitaria; si sólo me concentro en la participación y de liberación y pierdo la capacidad ejecutiva, entonces ese Gobierno no tendrá resultados y nuestra propia gente con el tiempo, demandará resultados y la derecha puede aparecer ahí, como la que sí ofrece resultados con eficiencia y darse un giro ideológico en la sociedad. Un gobierno revolucionario tiene que cabalgar las dos cosas, tiene que cabalgar la ampliación de deliberación, de participación, del movimiento social y tener capacidad ejecutiva para tomar decisiones y capacidad deliberativa para democratizar las decisiones, ahí se juega su condición y destino revolucionario.
Por último, la tercera tensión revolucionaria de estos tiempos es la que aparentemente confronta, desarrollo y defensa de la Madre Tierra, es nuestra experiencia en Bolivia, a partir de la fuerza ‘identitaria’ cultural del movimiento indígena, hay que generar riqueza, satisfacer necesidades, para hacer eso hay que producir, hay que sacar gas, minerales, crear industrias y al hacer eso, afectamos a la Madre Tierra.
Pero si no afectamos la Madre Tierra y sólo nos fijamos en preservar la Madre Tierra ¿con qué vamos a satisfacer las necesidades?, con qué dinero vamos a construir los hospitales, mejorar escuelas, mejorar los ingresos de los obreros, es una tensión, y la habilidad de un gobierno revolucionario y donde se define como revolucionario, está en la capacidad de articular uno y el otro, producir, pero a la vez no afectar la estructura del medio ambiente ni depredadora, preservar la naturaleza, pero generar espacios tecnológicos y administrativos para preservar la riqueza. Hay países que quieren que Latino América se convierta en un parque nacional de Europa o EE.UU., no lo vamos a permitir.
Hay gente que quiere que los latinoamericanos vivamos como hace 300 años atrás, mientras ellos tienen carros, televisión, refrigeradores, internet, no les falta la comida, que unos cuantos indios, como dicen ellos, protejan los bosques para ellos, no señores, los bosques los vamos a proteger, pero para nosotros no para ellos, no para sus empresas.
Esta es una tensión complicada propia del proceso revolucionario latinoamericano y que poco a poco se convierte en agenda de otros procesos revolucionarios en el mundo. Por último, la quinta tarea es avanzar en procesos de integración técnica productiva, hay voluntad, nos reunimos los presidentes, los asambleístas, las organizaciones sociales del continente, estamos aquí presentes, se reúnen anteriormente los sindicatos, nos colaboramos política e ideológicamente entre gobiernos, Bolivia derrotó un golpe fascista contra el Presidente Evo en colaboración de Unasur y el Alba que puso un freno internacional contra la intentona golpista contra nuestro Presidente Evo.
Pero estamos fallando en la integración económica y esta es la base material de cualquier integración, en tanto tardemos y tengamos dificultades en la integración económica, la integración continental mostrará limitaciones y este es el reto, pasar de la integración política, ideológica, cultural a procesos de integración económica, material y tecnológica; tenemos que hacerlo, ahí nos estamos jugando la vida, ninguna revolución ni ningún país de América Latina va a salir solo adelante, o salimos todos juntos o no sale nadie. Hermanos y hermanas, esta es nuestra experiencia sencilla, es nuestra experiencia de un proceso revolucionario dirigido por nuestro Presidente Evo y los movimientos sociales, hasta ahí hemos avanzado, depositamos esa experiencia, estas preocupaciones para el resto de las organizaciones sociales hermanas del continente y del mundo y también venimos aquí a oír, a aprender de sus experiencias, porque juntos tendremos la capacidad de construir un nuevo mundo comunitario y socialista.
Muchísimas gracias.