Ayotzinapa: un crimen de Estado

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Escribo estas líneas desde el dolor, desde el coraje, desde la rabia, desde la indignación… ¡desde dónde más! 43 estudiantes mexicanos continúan desaparecidos desde que el pasado 26 de septiembre sufrieran una brutal represión a manos de la fuerza pública y grupos paramilitares.

¿Qué pasó?

Alumnos de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, se trasladaban a la ciudad de Iguala con el objetivo de botear (pedir colaboración económica entre la población) y conseguir recursos para trasladarse a sus prácticas a las diferentes localidades y para ir a la Ciudad de México el 2 de octubre a participar en la gran movilización que año con año se realiza en la capital del país para conmemorar la masacre estudiantil de Tlatelolco, ocurrida en 1968, y para exigir verdad y justicia.

Fueron rodeados por policía, y un grupo paramilitar, agredidos en dos oportunidades con gases lacrimógenos y disparos a quemarropa. En esos hechos fueron asesinados 3 estudiantes y otros 3 civiles, además resultaron heridas de gravedad 20 personas, de ellas murió una más varios días después y otra se encuentra con muerte cerebral.

A consecuencia de la represión, comenzó a hablarse de 57 estudiantes desaparecidos pero pronto se estableció el número definitivo, 43. En algún momento se pensó que éstos podrían estar escondiéndose pero, conforme pasaron los días, esta hipótesis se descartó, comprobándose que habían sido víctimas del delito de desaparición forzada. Testigos, que lograron sobrevivir y escapar ese día, han narrado cómo se llevaron a sus compañeros en patrullas de la policía, lo cual se refleja también en un video tomado por una cámara de seguridad. Es lo último que se sabe de ellos.

A partir de ahí, las autoridades comenzaron a deslindarse de responsabilidades. El gobierno nacional en un primer momento desestimó el caso y determinó que fuera el gobierno local quien realizara la investigación, posteriormente tuvo que reconsiderar y anunciar que iba a ser la Procuraduría General de la República, es decir, la fiscalía nacional, quien se ocupara del caso. Mientras tanto el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y el jefe de Seguridad Pública, Felipe Flores Velázquez, se encuentran prófugos, teniendo ambos orden de presentación para declarar.

Una semana después de la desaparición de los estudiantes, se encontró en la región una fosa con 28 cadáveres, descuartizados y calcinados. Muchos presumieron que podría tratarse de algunos de los jóvenes desaparecidos, pero por el estado en que se encontraban los cuerpos ha sido necesario hacer pruebas de ADN, hasta el momento no se ha podido confirmar o desmentir. El deseo de que no sean los muchachos es muy grande, sin embargo no deja de ser grave que 28 personas hayan sido asesinadas y que se sigan encontrando cadáveres en esas condiciones. Lamentablemente estos hallazgos se han vuelto algo frecuente y a la gente de la región no le sorprende, los propios familiares de los estudiantes cuentan que constantemente se encuentran con cosas así.

En el marco de este descubrimiento, dos sicarios encarcelados se atribuyeron la autoría intelectual de la muerte de 17 de los 43 estudiantes. Además, entre la población comenzó a mencionarse al grupo narcotraficante Guerreros Unidos como posible cómplice de la desaparición pues según los pobladores cuando la policía no sabe qué hacer le entrega el mando a este grupo que es quien verdaderamente tiene el control en la región.

Si quedaran dudas sobre los nexos entre el narcotráfico y el gobierno, el grupo Guerreros Unidos dio un ultimátum al gobierno para que liberara a los 22 policías que estaban detenidos y siendo investigados por los sucesos del 26 de septiembre. ¿Qué? Sí, la delincuencia organizada exigía que se le entregara a 22 policías que operaban con ellos o para ellos. De no hacerlo, este grupo amenazó en principio con dar nombres de funcionarios que los apoyaban, hasta el momento no se han dado estos nombres pero lanzaron una nueva amenaza: ¡vamos a empezar a matar inocentes!7712e62832

¿Qué pasa en Guerrero?

El estado de Guerrero, donde se localiza el conocido balneario de Acapulco, es el segundo más pobre del país y uno de los más golpeados por la violencia generalizada desde que, con el pretexto de combatir a las bandas de narcotraficantes, el gobierno mexicano sembró el terror entre la población civil.

Guerrero también, como su nombre lo indica, es un estado guerrero, combativo; maestros, estudiantes, campesinos, obreros… tienen una gran tradición de organización y son ejemplo de lucha para todo el país.

En este estado tienen presencia varias de las guerrillas que existen en México, como el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Ambas han realizado declaraciones ante la desaparición de los 43 estudiantes; el EPR considera que podrían estar siendo torturados en instalaciones del Ejército Mexicano; el ERPI dio a conocer un comunicado en el que llama a sus militantes y al pueblo en general a la conformación la Brigada Popular de Ajusticiamiento 26 de septiembre “para enfrentar en aspectos político-militares esta nueva afrenta del narco-Estado mexicano y, particularmente, al cartel de sicarios del Estado, mal llamado `Guerreros Unidos´».

¿Quiénes son los estudiantes?

Jóvenes, en su mayoría de 18 a 21 años, unos niños casi, basta ver sus rostros para darse cuenta de ello, porque sí, tienen rostro, tienen familia, tienen proyectos, tienen sueños, quieren ser maestros para servir a su pueblo, para compartir sus saberes con los niños pobres de los rincones más olvidados de México.

Hijos de campesinos, indígenas casi todos, de origen humilde, tuvieron como única opción la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa para realizar estudios superiores.

Son muchachos comprometidos con su pueblo, con su gente, con sus niños, desde siempre combativos, desde siempre ejemplo para el resto de estudiantes del país. Cuentan quienes han tenido la oportunidad de conocerlos directamente que son jóvenes que leen uno o dos libros por semana, además de las lecturas para sus clases, ávidos de conocimiento, muchachos preparados, muchachos formados políticamente, con conciencia de clase, con memoria… En esa misma escuela, en la Normal Rural de Ayotzinapa estudiaron dos de los guerrilleros más emblemáticos de la década de los 70 en México, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas.

Las normales rurales surgen en los años 20 como herencia de la Revolución Mexicana con el objetivo de masificar la educación, promoviendo la formación de maestros rurales. La Normal de Ayotzinapa es una de las 16 normales rurales que se ha mantenido a pesar del recorte que el gobierno ha hecho, en 1968 eran 45.

¿Cómo han conseguido sobrevivir? A través de un modelo de educación popular, autogestionada y horizontal. Los alumnos, además de estudiar y asistir a clases, cultivan maíz, sorgo, flores… y crían vacas, cerdos y gallinas, con esto y con los boteos logran financiarse y mantener el internado, donde viven 522 jóvenes con muchas carencias. Año con año, los normalistas realizan movilizaciones para exigir más presupuesto, así como ampliación de la matrícula y mejoras académicas, para que más jóvenes puedan acceder a una educación pública, gratuita y de calidad.

Organizadas en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), las normales rurales, siempre solidarias y comprometidas con su comunidad, dicen presente en las luchas populares. Siempre peleando por mejores condiciones de vida y de estudio, los ayotzinapos, como con cariño y admiración se les conoce entre el pueblo mexicano, son estudiantes pobres si los hay, estudiantes dignos si los hay, estudiantes valientes si los hay.

Es por ello que sus estudiantes son estigmatizados y constantemente reprimidos. En diciembre de 2011, cuando realizaban una protesta, el gobernador del Estado, mandó a los policías a limpiar la carretera, dejando un saldo de 2 estudiantes asesinados y varios heridos.

El terror clasista vuelve contra los normalistas en 2014. Es necesario recordar que sobre ellos no había ninguna orden de detención y todos sus derechos fueron violados, empezando por el derecho a la vida que le arrancaron a siete personas, así como le arrancaron el rostro a uno de ellos, sí, el cadáver de Julio César Fuentes Mondragón apareció sin ojos, desollado, no tenía ninguna herida de disparo, sólo marcas de golpes, por lo cual los familiares creen que murió a consecuencia de las torturas.

La amenaza sobre las normales y los estudiantes se mantiene, es por eso que las instalaciones de la escuela se encuentran resguardadas por la policía comunitaria de Tixtla, uno de los muchos grupos de autodefensas que han surgido en México ante la inoperancia de la fuerza pública de garantizar la seguridad para la población.

Movilizaciones

Desde el primer día los familiares de los desaparecidos y el resto de los estudiantes normalistas se han manifestado para exigir la aparición con vida de los jóvenes y el castigo a los responsables. El 8 de octubre pasado convocaron a una gran movilización a nivel nacional, la respuesta fue que en 65 ciudades y pueblos de México se hicieron actos para denunciar el terrorismo de Estado y exigir justicia, entre ellos destaca la marcha silenciosa de 20 mil zapatistas en el estado de Chiapas; además 23 ciudades del mundo hicieron eco del llamado ante las representaciones diplomáticas de México, incluida Montevideo.

Las protestas llevadas adelante por los normalistas de Ayotzinapa se están radicalizando, y a ellas se va sumando el descontento general del pueblo mexicano, se está convocando a un paro nacional al que ya respondieron miles de estudiantes de todo el país. Las manifestaciones se seguirán radicalizando hasta que aparezcan vivos los 43… cada vez son más las voces que apelan a ejercer el derecho establecido en el artículo 39 de la constitución mexicana que establece que, en tanto la soberanía reside en el pueblo, éste tiene “en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.317d7ed183

Crimen de Estado, crimen de lesa humanidad

No hay que perder de vista que estamos frente a un crimen de Estado, a los jóvenes se los llevaron en patrullas de la policía plenamente identificadas por sus matrículas. La detención de los estudiantes se hizo en presencia de efectivos del ejército quienes también los amenazaron. Siguiendo la cadena de mando, los responsables materiales serían plenamente identificables. Los autores intelectuales del crimen tienen nombres y apellidos: José Luis Abarca Velázquez, alcalde de Iguala; Felipe Flores Velázquez, secretario de Seguridad Pública; Ángel Aguirre Rivero, gobernador del estado de Guerrero y Enrique Peña Nieto, presidente inconstitucional de México.

A esto que está ocurriendo en México no se le puede llamar de otra manera que terrorismo de Estado, no podemos dejarnos engañar con el cuento de que el narcotráfico fue quien los desapareció. ¿Para qué querría un cártel desaparecer a luchadores sociales? No podemos pecar de ingenuos, los estudiantes de Ayotzinapa, como todo aquel que disienta, como todo aquél que se levante por reivindicaciones populares en México, incomoda, incomoda mucho al gobierno. Qué fácil parece estar resultándole al gobierno asesinar y desaparecer el descontento social en medio del clima de violencia generalizada.

Hay que dejar en claro que éste no es un hecho aislado, es quizá el que por sus dimensiones ha traspasado fronteras, principalmente las del control mediático, pero en México hace años que, con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico y los llamados daños colaterales, actúa la mayor delincuencia organizada, el terrorismo de Estado, en contra de activistas y de militantes de izquierda.

En México desde 2006 en que fue declarada por el gobierno la supuesta guerra contra el narcotráfico han desaparecido unas 35 mil personas al tiempo que 120 mil han sido asesinadas. México es una gran fosa común donde no dejan de aparecer muertos y de desaparecer personas.
México se desangra, el pueblo mexicano, el que recibió a los exiliados republicanos de la Guerra Civil española, el que recibió a chilenos, argentinos, uruguayos, brasileños, salvadoreños, guatemaltecos… cuando el terror en sus países era ley, ese pueblo que tiene la mala fortuna de estar al lado de Estados Unidos, ese pueblo que ha sido víctima de constantes fraudes electorales, ese pueblo golpeado por el neoliberalismo, que ve cómo se han echado para atrás, por culpa de un puñado de vendepatrias, conquistas que se ganaron con la sangre de tantos mexicanos, ese pueblo se está levantando, ese pueblo está diciendo basta… y ese pueblo también está clamando la solidaridad internacional.

¡Vivos se los llevaron!
¡Vivos los queremos!3773b85313

Fotos Colectivo mate amargo, movilizaciones en embajada de México en Uruguay.

Por: Amelia Sanjurjo

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