Un panfleto que vende

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En estos últimos años, y más insistentemente en los últimos meses, se ha hablado mucho sobre “seguridad”. De hecho, hoy es uno de los temas que más preocupan a los uruguayos. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de Seguridad?

Cuando decimos seguridad lo primero a tener en cuenta es que la misma, muy lejos esta de ser función solamente de la cantidad de delitos que se cometen en un país, y más lejos aún estamos cuando nos dicen que mejorar la seguridad es sinónimo de aumentar las medidas represivas y/o de privación de libertad.

La seguridad ciudadana no es el resultado de la privación de libertad de las personas (suficientes ejemplos pueden encontrarse alrededor del mundo). El derecho de las personas debe ser el componente central que guíe las políticas en esta área. La seguridad debe nutrirse de los conceptos de justicia social, de igualdad de oportunidades y de la lucha contra la exclusión social.

Un país seguro es aquel donde todos sus habitantes tienen oportunidades de desarrollo humano, donde se puede avanzar hacia la expansión de las libertades de las personas, donde se crean condiciones para que todas las ellas puedan desarrollar su potencial, lo que implica fortalecer sus capacidades, garantizar el acceso a las oportunidades y remover los obstáculos que les impiden desplegar su posibilidad de ser y hacer.

No me mientas, que no me gusta

Este 26 de Octubre, además de votar a quien confiaremos la conducción de nuestro país, también se pone a consideración una reforma constitucional promovida por el candidato a Presidente del Partido Colorado Pedro Bordaberry y apoyada fehacientemente por el candidato del Partido Nacional Luis Lacalle Pou.

Es así que desde las filas más conservadoras de la derecha y los grandes medios de comunicación, no han parado de machacar con la idea de que Uruguay es un país inseguro, a causa de los “delincuentes menores”. Y que la solución a esto, es el encierro y aislamiento de los mismos, para así proteger “a las personas de bien”.

La campaña “para vivir en paz”, está atravesada al menos por dos falacias muy notorias y preocupantes: la primera y más grande, es que somos un país inseguro: No, no somos un país inseguro. Es más, hoy estamos en el puesto número 26 a nivel mundial en lo que a seguridad refiere. La segunda y la más preocupante, es la asociación de inseguridad con delito adolescente: Nada mas lejos de la realidad. Del total de delitos cometidos anualmente en nuestro país, el 94 % son efectuados por adultos, y solo el 6 % son cometidos por adolescentes entre 13 y 18 años. ¿Es realmente el problema de la inseguridad un problema causado por los jóvenes?

¿Qué propone la reforma?

Proteger a las víctimas de delito. Este pareciera ser el caballito de batalla con el que salen a defender lo indefendible. Primero que nada debemos recordar que desde 2011 existe una ley que contempla esto, pero vayamos al fondo de la cuestión: habrá y seguirá habiendo víctimas del delito, mientras siga habiendo víctimas de la pobreza y las desigualdades sociales. Se olvidan que el gran generador de la violencia está en las cuestiones estructurales de fondo. Una apuesta seria a la seguridad no intenta solamente separar a las víctimas del delito (los ciudadanos de bien según los promotores de la reforma) de los que cometen el hecho delictivo. Una política integral de seguridad apuesta a eliminar las condicionantes sociales generadoras de esta situación; apuesta a la inclusión social y no a seguir segmentando. Podemos crear miles de cárceles más y encerrar miles de pibes más, pero mientras no seamos capaces de proteger a todos y cada uno de los gurises que nacen en este país y brindarles a todos las mismas oportunidades, van a seguir existiendo víctimas de delito, por el simple hecho de que antes hubo víctimas de exclusión.

Se habla mucho también de rehabilitación; aquí hay por lo menos dos cosas a analizar: por un lado las voces del “Si a la Baja” dicen que el SIRPA no está cumpliendo su objetivo en este sentido, y que con esta reforma se crearía un nuevo instituto fuera de la órbita del INAU que si lo cumpliría. Si realmente existe un problema en la administración del SIRPA, los impulsores de esta reforma, bien podrían plantear una solución a esto en específico y no una reforma constitucional que pone como culpables a nuestros adolescentes, intentando así camuflarse bajo un discurso progresista. Los problemas de gestión, administración y/o infraestructura que pueda tener cualquier institución del Estado, se solucionan mejorando la gestión, con capacitación, con recursos y no con esta reforma en discusión. Por otro lado es bueno recordar, que esos pibes que llaman “menores delincuentes”, no nacen el día que infringen la ley. Nacieron y siguen naciendo invisibles a los ojos de todo sistema de protección e inclusión social. ¿Por qué se les ocurre «rehabilitarlos» cuando empiezan a interferir en sus actividades privadas y no se acuerdan de ellos antes? ¿No se les ocurre pensar antes en derribar las barreras de las desigualdades, en políticas sociales, en educación?

Algo sobre lo que poco hablan los impulsores de esta reforma es sobre su propuesta de mantener los antecedentes de por vida. Esto ni siquiera está previsto para los adultos. Significa nada más ni nada menos que no dar oportunidad de ser otra cosa más que un “delincuente”. Significa dejar una marca en la persona de por vida, una condena.

Realmente, los impulsores de esto, ¿creen en la rehabilitación?

La parte mas conocida de todo esto es reducir la edad de imputabilidad penal adolescente de 18 a 16 años. La primera cosa a aclarar (porque pareciera que se nos olvida) es que hoy los adolescentes ya son imputables desde los 13 años. Es mentira que no son juzgados por sus errores. Son juzgados bajo el Código Penal Adolescente, que establece penas y medidas acorde a la edad y a las infracciones. Lo que se nos propone hoy es que puedan ser juzgados a partir de los 16 por el Código Penal Adulto, el cual establece medidas y penas pensadas para el adulto, no para adolescentes cuyo cerebro esta en pleno desarrollo y actúa como una esponja absorbiendo todo lo que esta a su alrededor, moldeando así la personalidad y las capacidades para el resto de su vida adulta.

Lo mas paradójico de este punto es que en Uruguay la mayor parte de los delitos son cometidos por adultos (juzgados por un Código Penal Adulto), con tasas de reincidencia de hasta un 70 %. ¿Qué tiene de efectiva esta medida entonces? ¿Cuál es la ventaja de juzgar adolescentes como adultos bajo un sistema con resultados pésimos? ¿No es esto suficiente razón para darnos cuenta que juzgar gurises de 16 a 18 por este Código, lejos, muy lejos está de ser una solución?

Entonces ¿propuesta integral de seguridad o propuesta integral de marginación y exclusión?

“Pensá, haciendo una pausa”

En dos semanas, los “adultos” de este país decidiremos entre apoyar políticas que excluyen a los más jóvenes y vulnerables o apostar a brindar más y mejores oportunidades. En dos semanas nos jugamos entre ser una sociedad que condena o una sociedad que apuesta porque cada uno de nosotros pueda desarrollarse plenamente.

El 26 yo le digo #NOALABAJA. Yo no voto por seguir barriendo debajo de la alfombra con medidas simplistas, que no solo no sirven para mejorar la situación, sino que la empeoran, y que por si fuera poco van estar incluidas en nuestra Constitución, y una vez que fracasen, habrá que trabajar al menos 5 años más para volver a cambiar la Constitución y ni hablemos del tiempo que podemos llegar a tardar en enmendar el daño causado en la sociedad.

Decimos NO al URUGUAY CONSERVADOR, SI al avance en DERECHOS y OPORTUNIDADES PARA TODOS Y TODAS.

¿Qué futuro queremos para nuestros Jóvenes?

Pensálo. No hipoteques el futuro de nuestro país.

“…¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros…”

Mario Benedetti.

P.D.: Saludar a Pedro “sin apellido” y a Lacalle Pou por demostrarnos quienes son los verdaderos enemigos del pueblo. Felicitarnos a nosotros mismos como movimiento social por forjar esta “Generación No a la Baja”. Hace mucho tiempo que en nuestro país los jóvenes no nos sentíamos tan convocados ni nos habíamos unido tanto mas allá de toda diferencia, para luchar y hacer escuchar nuestra voz en contra del Uruguay Conservador.

¡La Juventud esta de pie y haciendo historia a lo grande!
¡El 26 de Octubre las urnas lo demostrarán!

Por: Adrianita

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