El 26 de octubre las y los orientales tendremos que decidir electoralmente entre el proyecto de un Uruguay Nación con todos y para todos, y el proyecto de un Uruguay Mercado excluyente y conservador. Pero la realización de un proyecto de país no se agota ni en una elección ni en un gobierno, tampoco en tres. La opción consciente por el programa popular del Frente Amplio y por el No a la Baja es también una opción de lucha, es compromiso de involucrarnos en una construcción, y por eso nuestro voto es más denso, más complejo.
Votar a la derecha, a las élites del Uruguay, es comprar su verso y dejarlas hacer; votarnos a nosotros mismos es vigilar, participar, construir condiciones para profundizar y sostener un rumbo que no puede delegarse a otros ni deformarse en aras del adaptacionismo que tienta en cada esquina. Y eso no es una misión exclusiva de la estatalidad, es tarea nuestra, de todos y cada uno de los que sentimos que el país y el mundo no nos son ajenos y que requieren imperiosamente ser transformados, de todos y todas los que, desde esa percepción, revindicamos la Política como construcción deliberada del presente y el futuro.
Nuestro voto consciente al Frente es un voto por lo que hemos logrado pero es también un voto por lo que falta y por lo que debemos rehacer, problematizar, cambiar, interpelándonos incluso a nosotros mismos, que nunca viene mal. Nuestro voto consciente al Frente es un voto para hacer el cambio con la gente y no para la gente, y es también una apuesta a construir una nueva generación política, no un recambio falso y reaccionario como el que propone la derecha del marketing, sino una generación de militantes y ciudadanos que, sobre la base de lo que ya hemos logrado, alumbre lo nuevo en Uruguay. Hoy tenemos condiciones para hacerlo, porque este país, de la mano del Frente Amplio y sus generaciones fundadoras, se propuso ser con toda su gente adentro y ha comenzado a transitar ese camino.
¿Y cuál es nuestro desafío? Nada más ni nada menos que revolucionar la cultura y problematizar el poder, reconociéndonos y reconociendo al de al lado como sujeto histórico y político, promoviendo lógicas de solidaridad, libertad, compromiso colectivo y dignidad humana. El desafío es ganarle terreno al mercado y sus lógicas, al egoísmo, al consumismo, al miedo, a la utilización de las personas como instrumentos, a la exclusión y la discriminación. Para eso el gobierno es un resorte fundamental, pero sólo con el gobierno no basta. Así que nuestro voto consciente del 26 de octubre implica también volver a decir en la práctica permanente de nuestras vidas: “somos el gobierno pero estamos contra el poder” y abrazarnos a cada compañero y a cada hijo de este pueblo que quiera decir en clave colectiva o hacer algo por los demás.
La derecha también tiene proyecto, aunque lo oculte tras algunos eslóganes vacíos. Los sectores sociales minoritarios y concentradores que sustentan su propuesta – aunque ganen mucho dinero – se oponen culturalmente a la ampliación de derechos y libertades porque quieren una sociedad de privilegios, pero además se preocupan materialmente por lo que podría pasar en el país si el contexto internacional fuera desfavorable para nuestra producción y sus mezquinos intereses económicos de ganar siempre más y más, a cualquier costo. Saben muy bien lo que ellos harían: practicarían sin asco el ajuste de siempre sobre los trabajadores y el pueblo, y saben lo que haríamos nosotros: defender la inclusión y la integración social, mirar desde el interés de las grandes mayorías, velar por los más pobres de la ciudad y el campo, por los trabajadores asalariados, pero también por los profesionales, los pequeños empresarios, incluso por algunos sectores que suelen mirarse en el espejo de los de arriba cuando les va bien pero que si se practicara un ajuste, como tantos se han hecho en el Uruguay, volverían a mirar a los de abajo como parte de una misma circunstancia y un mismo destino.
Así las cosas, necesitamos ganar esta elección para que, sea cual sea el contexto y las circunstancias, no se detenga este proceso -que no es perfecto pero ha sido de enormes avances para las grandes mayorías de nuestro pueblo- y necesitamos a su vez ganar muchas cabezas para que nuestra sociedad camine hacia un futuro de alternativas superadoras que sean, como decíamos, con todos y para todos.
Aprovecho este espacio que abren los compañeros de Mate Amargo para convocarte a sumar a esta campaña que no sólo se gana con votos, porque es para cambiar la vida y revolucionar la cultura, para hacer política todos los días – en lo macro y en lo micro -, para pensar y construir, cooperando y no compitiendo, que eso es ser de izquierda. Nosotros también votamos luchar.
Por: Gonzalo Civila López – Profesor de filosofía, Secretario Político de la Departamental de Montevideo del PS, integrante del Comité Central del PS, primer candidato a Diputado por la lista 90 en Montevideo.