El voto frenteamplista en algunas zonas del Uruguay profundo consideradas bastiones de los partidos tradicionales y más específicamente del Partido Nacional, han desatado la voracidad racional de hallar respuestas de politólogos y otros actores del universo político que permitan volver a encasillar voluntades en el “herbario” correspondiente.
La primera constatación objetiva es que mas allá de quien salió airoso en determinados circuito hay un sostenido crecimiento de la coalición de izquierdas.
La segunda constatación aunque no tan explícita a veces (por explicita entiéndase la identificación personal con distintivos en los domicilios o la concurrencia a actividades proselitistas) son los nuevos rostros que se suman al “afiche del votante frenteamplista”. Son rostros curtidos de paisanos, de las mujeres rurales pero tan importantes como los que acceden al derecho por edad al sufragio, son los jóvenes que incorporaron en su matriz de pensamiento la opción política progresista.
Un estudio indicaba que de cada diez jóvenes, seis votaron al FA. Habría que poder cuantificar cuantos jóvenes de entre 14 y 18 años hubieran votado a la izquierda de poder hacerlo.
La “foto de perfil”, la “selfie del Frente Amplio” se ha actualizado. Ya no es la imagen de la izquierda urbana de los 70, la izquierda de overol con algún “sobretodo” y “poncho” sumado por los dirigentes que se venían de los partidos tradicionales. Ellos siguen estando pero en el periplo de crecimiento, de acumulación por las opciones electorales de izquierda se han sumado los sectores mas excluidos, los hasta ayer indigentes, los que siguen en los rangos de pobreza, cuantiosos integrantes de la nueva y la vieja clase media. Hoy se suma la de los trabajadores y las familias rurales, los peones de estancia así como algunos industriales y empresarios de visión nacional y modernos empresarios del agro.
Estamos convencidos y hasta lo reconocen los propios “cerebros” de los partidos tradicionales que este fenómeno de crecimiento sostenido ha venido para quedarse y que la expresión electoral es solo una de las manifestaciones de ese crecimiento.
El “Sobretodo es para el Frio” sostenemos; admitiendo la imparcialidad de un cristal ácrata que posee nuestra lupa de estudio, posicionados en un contexto espacio temporal donde nos identificamos epidérmicamente con los primeros organizados anarquistas que bajaron de la panza de los barcos a organizar a la clase naciente clase obrera uruguaya entre el derrame de hemoglobina de partidos políticos en pugna, banderas de ganaderos latifundistas unos, estandarte de comerciantes e industriales otros, nos parece un “mecanicismo”, una “haraganería intelectual” el brioso resurgimiento de la teoría que compara este momento histórico con el del primer Batllismo.
Para no herir sensibilidades diremos que hay Batllistas en el Frente Amplio, que la decisión de aquellos dirigentes de los partidos tradicionales a sumarse a la creación de la coalición de izquierdas (Seregni, Zelmar, Roballo) fue fundamental para la concreción del proyecto político pero son todos llegados; reiteramos, hay batllistas en el FA, hay cierta gestualidad política que hace rememorar al “Sobretodo” pero el Frente Amplio ni sus políticas son batllistas.
Sería motivo de otro artículo sobre todo pensando en los más jóvenes demostrar periodo a periodo las profundas diferencias de desarrollo económico social y político entre los dos Uruguay de principio de siglo, así como el abismo entre el rol jugado por José Batlle su partido y su “estado” y el rol jugado por el Frente Amplio, Tabaré, Mujica y un estado sin comillas. (El orden tampoco es casual situando al hombre, la organización y el estado).
Reconocemos la tesis por la cual la gestión de Batlle alumbró al batllismo y apegándonos a la misma diríamos: la gestión del Frente consolido el frenteamplismo. Nótese la particularidad que Batlle ingresa a la cancha grande como triunfador luego de un periplo de resistencia incluso armada y como tal impuso las condiciones del ganador. El Frente llega luego de décadas de historias de resistencia y de derrotas. Llega incluso a contra pelo (IMM en el 89) cuando el panorama internacional dejaba de abonar los ejemplos de construcción socialista de muchos de los grupos que lo integran.
Llega incluso en los estertores de los europeos Estados de Bienestar de los 70; “El sobretodo” y el “poncho saravista” serán puentes de integraciones a la fuerza política y de “votos prestados”; pero el “perfil mental” del frenteamplismo tiene algo de aquellos pero no es aquello. Porque el Uruguay tampoco es aquel Uruguay siquiera de los 70. El ciudadano medio uruguayo ha asimilado como aberrante la violación a los derechos humanos como algo cotidiano en su vida, se han roto los lazos de “fidelidad partidaria”, de legado familiar de la fuerza política, ha visto por televisión cómodamente sentado en el living las guerras que lanzan los macanudos muchachos yanquees y el horror de los niños arrasados y el desarrollo tecnológico les permite incluirse más allá de las fronteras físicas.
Un niño recibe en su escuela cercana al paraje “Paso del borracho” su ceibalita; en el medio de esos “desiertos verdes” ve junto a su familia los últimos goles de Neymar o de Suárez. El minúsculo aparato cambia la dinámica familiar, por momentos se convierte en su centro y con el, por momento también los niños se convierten en el centro de la familia. La cristalización de una de las políticas de gestión del Frente Amplio llega con ese aparato pero llega a todos los niños de todas las familias sin distinción de balota y eso aunque los beneficiarios no lo puedan abstraer se llama Inclusión.
También los padres de los niños cambiaran su relacionamiento cotidiano con el capataz y patrón de estancia; el esfuerzo remunerado en su justa medida es un reconocimiento a su labor, y aquellos empresarios sensatos verán en el reconocimiento salarial y de derechos de sus trabajadores un mejor desempeño, o al decir de sus contadores, un mejor rendimiento. El par dialéctico (que no resolverá la contradicción Capital-Trabajo) Patrón- empleado ha sufrido modificaciones.
La misma situación de muchas empleadas domesticas para poner ejemplos donde el vinculo laboral es “cuerpo a cuerpo” y materializar los derechos laborales (aun desde la época de Batlle) siempre ha costado.
Nuevos vínculos laborales en función de derechos conquistados, (que no hay que confundir con los consagrados en la Agenda de Derechos por qué culturalmente en muchos sectores de “crecimiento” sobreviven conductas retrogradas con respeto a la regulación del cannabis y el matrimonio igualitario) la inclusión informática desde la ceibalita, la sensación generalizada de confianza en el “mañana”, las obras de infraestructura, son el caldo del cultivo de este “nuevo uruguayo” progresista. Cambia fundamentalmente la forma de comunicación y la percepción sobre el nosotros y ellos, las dimensiones de las distancias físicas y las barreras geográficas, se han ampliado las ventanas de información y en el riesgo de una acentuación del individualismo se está más comunicado.
Entonces no es la estúpida consigna de que gracias al Plan Ceibal, los consejos de salarios, las 8 horas, etc… esas son marquesinas bastardas de una campaña electoral. Afortunadas y sabias las palabras de Tabaré en no pedir el voto como gesto de agradecimiento, aunque muchos ciudadanos lo agradezcan eternamente, pero confían en quien puede seguir adelante con la obra iniciada y lejos de estar concluida.
Necesitamos una fuerte dosis de comprensión y confianza en el proceso para asimilar que los mismos que hoy apuestan por la Publica Felicidad Nacional mañana puedan votar a su noción de “Publica felicidad municipal”.
Apostamos todos los boletos a esta ciudadanía frenteamplista mas allá de mesas políticas, presidencias y estructuras frenteamplistas sin que sea una guiñada para las Redes y los apóstoles de lo inorgánico. Pero esa masa en términos clásicos viene desarrollando una nueva conciencia, un producto genuinamente “made in Uruguay”, un candombe, una murga, un tupamarismo o batllismo en convivencia con las tradicionales ideas socialistas, comunistas o social demócratas, ateas, agnósticas y cristianas.
Nótese que si el resultado electoral fuera un absurdo reflejo de los logros de una gestión, y habiéndose ejecutado, programado y proyectado en el primer gobierno de Tabaré Vazquez no se explicaría el contundente resultado electoral de Mujica a través del espacio 609 pero una lectura marxista podría concluir que en realidad el 26 de octubre hubo un reconocimiento a la labor de Mujica y a Tabaré en la instancia de elección interna y del 26/10.
Entonces volviendo al título el viaje de navegación de las ceibalitas a las urnas reflejan un nuevo devenir; a diferencia con el periodo batllista (y perdonen la insistencia) no como un camino a contra pelo de lo que pasa en la región y en el mundo sino siendo parte de una conciencia progresista mucho mas global y que sigue ratificando rumbos de izquierda , sin confundir rumbo con triunfos.
Por: Ricardo Pose