Una vez terminada la primera vuelta de las elecciones nacionales, y ya casi en la definición de las mismas con el balotaje correspondiente, los análisis han abundado acerca de las causas de la victoria de la izquierda con casi un 48 % y la mayoría parlamentaria.
Lejos del triunfalismo, habrá que seguir trabajando para lograr que la victoria en segunda vuelta sea lo más contundente posible para demostrar la voluntad de nuestro pueblo en seguir por una senda de cambios que comenzaron en marzo de 2005.
Pero también hay que ponerse a trabajar ya en lo que nos deparan estos próximos cinco años. Debemos entender estos procesos políticos no como una justa casi que deportiva entre partidos diferentes sino como un verdadero proceso de acumulación que permita hacer a nuestro pueblo cada vez más libre, más justo, más inclusivo. Y en síntesis más protagonista y dueño de su propio destino.
En varios debates pusimos sobre la mesa el hecho que solo el Frente a nivel programático planteó claramente la importancia de la agricultura familiar, el acceso a la tierra de los carentes de la misma, con la participación medular que el Instituto de Colonización tiene a este respecto, y del rol y la lucha de los derechos de los asalariados rurales. Esto no puede quedar en lo declarativo sino que debe ser acción que nos guíe en el próximo quinquenio.
La necesidad de seguir dotando al Instituto de herramientas financieras que le permitan el continuo proceso de adquisición de tierras para luego su adjudicación por merecimiento a aquellos aspirantes que tengan el derecho y muestren sus virtudes para ello se hace fundamental. Habrá que seguir promoviendo desde el MGAP y su Dirección General de Desarrollo Rural los planes y programas que ayuden a posicionar a la agricultura familiar en su justo lugar, no perdiendo ni una sola familia más que quiera quedarse a producir y vivir en la ruralidad. Deberemos de atender a la investigación apropiada para este sector, así como promover un equipo de extensión rural que llegue a apoyar las soluciones. La incorporación de tecnología estará inscripta en lograr un verdadero desarrollo de aquellos grupos sociales que priorizan el trabajo familiar sobre el capital. Será fundamental la integración de las cadenas agroindistriales, hecho este que permitirá una mayor transparencia y equidad, no dejando a los productores más débiles a la intemperie. Se sumará entonces el rol del Estado en sus compras para que privilegien a los que siempre han estado en condiciones de desventaja. Y todo esto se deberá dar dentro de un marco de sustentabilidad y cuidado de nuestros recursos, en el entendido que la productividad no puede estar basada en poner en riesgo los recursos en el futuro.
Todo lo anterior se deberá de llevar adelante desde el ejecutivo que asuma el primero de marzo de 2015, pero acompañado del marco jurídico que lo posibilite que votarán nuestros legisladores.
Ahora bien, nada de esto se podrá realizar sin la participación organizada de nuestro pueblo, haciendo a la democracia representativa un organismo simbiótico de la democracia participativa y viceversa .
Las Mesas de Desarrollo Rural y todo lo que significa la ley de descentralización rural vienen demostrando la importancia de lo enunciado en el párrafo anterior. La necesidad de contar con organizaciones fuertes en el territorio, todos los tipos de organizaciones de productores y la importancia de los sindicatos de trabajadores rurales así lo demuestran. Ha habido múltiples ejemplos de esto en los últimos 10 años. Y no solo no se les debe dejar de lado sino todo lo contrario habrá que fortalecerlos.
En una reunión reciente con productores de Canelones nos marcaban de acelerar y profundizar los procesos de cambio a favor de las mayorías. Estamos de acuerdo, pero esto será producto no de personajes notables que se hagan cargo de las políticas sino de la sistemática acumulación a favor de las filas del pueblo y su consecuente organización.
Si no podemos esperar más que de nosotros mismos para lograr esta patria para todos, será la acción desde una concepción de pinza, con un brazo desde el gobierno y otro de igual fortaleza en las organizaciones populares que exija y que al mismo tiempo defienda los cambios, la que nos permita guiarnos en búsqueda del amanecer.
Por: Andrés Berterreche