Por Lucía Ferreri Ochoa*
Mañana lluviosa en Buenos Aires. Los coloridos afiches de los candidatos contrastan con el gris del gigante de cemento. En la ciudad más futbolera de Latinoamérica, pese a que la Selección jugó el martes contra Colombia, sólo se habla de política. La conversación de café sobre las dudas en torno a la continuidad del Tata Martino dejó su lugar a las discusiones sobre el ballotage.
El domingo próximo los argentinos elegirán a su presidente por primera vez en una segunda vuelta y en las calles se respira política. El debate entre Mauricio Macri y Daniel Scioli fue sin dudas el evento más importante de la campaña y se coló en las conversaciones de todo el país. Pantallas gigantes en las plazas, récord de publicaciones en Twitter y cientos de memes burlando a los candidatos caracterizaron un debate en el cual ambos partidos proclamaron ganadores a sus candidatos.
Sin embargo, durante el evento que tuvo lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, al candidato de la derecha se lo vio visiblemente nervioso, incluso dejando de lado su habitual discurso conciliador y mostrándose soberbio y un tanto irrespetuoso con su contendiente, actitud que cambió luego del primer corte por consejo de sus asesores. Además, Macri dejó una serie de perlitas, como por ejemplo cuando dijo “No hay chance”, pronunciando esta última palabra en inglés, o un “Me rindo” que siguió rebotando durante horas en las redes sociales.
Por su parte, Scioli buscó marcar diferencias con el gobierno actual y dejar en claro que nadie condicionará su gobierno, y exponer las mentiras de Cambiemos, que hoy promete mantener en manos del Estado a Aerolíneas Argentinas, YPF y la Anses, cuando se opuso a su estatización.
Esta campaña se caracterizó por la llamada “militancia hormiga” o “micromilitancia”: miles de personas, tras los ajustados resultados y ante la amenaza real de un regreso del neoliberalismo, se pusieron al hombro la defensa del gobierno nacional y popular. En ese marco, cientos de cartelitos escritos a mano inundan la ciudad, narrando historias de vida sobre crecimiento económico durante los últimos doce años y recordando las miserias vividas con la hiperinflación alfonsinista, el menemismo y durante la crisis del 2001. Lo mismo sucede en Facebook e incluso en algunas esquinas de la ciudad, donde se pueden ver escenas como un abrazo simbólico a una plaza enrejada por el macrismo o tres jubilados celebrando los dos aumentos automáticos por año y denunciando que Cambiemos tiene en sus filas a quienes recortaron las jubilaciones en el 2000.
Desde la vereda de enfrente, luego de numerosas declaraciones que causaron polémica, el PRO decidió ocultar a sus referentes económicos, quienes habían anunciado una devaluación en caso de que Macri resultara electo.
El candidato del Frente para la Victoria cerrará su campaña en La Matanza, el distrito más peronista dentro de la provincia de Buenos Aires, que concentra un 40 por ciento del padrón electoral. Macri, en cambio, anunció que pondrá fin a su campaña proselitista en la localidad jujeña de Humahuaca, lo que le valió bromas del oficialismo, entre ellos de Scioli, quien celebró que “aproveche para conocer el norte”.
Si bien resulta complejo medir la intención de voto, las mediciones muestran una paridad entre los candidatos, por lo que se espera un resultado ajustado. El domingo, el PRO mantendrá su bunker en Costa Salguero, mientras que Scioli lo mudará del Luna Park al hotel NH Bolívar del centro porteño. Sólo resta saber donde se festejará el triunfo de unos comicios históricos.
* Periodista en Portal del Sur Agencia latinoamericana de noticias.