Esta publicación, elaborada por un grupo de dirigentes de la Comisión Ejecutiva Nacional del Partido de los Trabajadores, es parte de la defensa del PT, frente a los ataques que ha sufrido nuestro partido a lo largo de su existencia.
Ahora, más que nunca, la escalada de mentiras, calumnias, factoides, distorsiones, manipulaciones se incrementa en el intento, cada vez más evidente, de criminalizar al PT y – sueño siempre perseguido por las clases dominantes – de eliminar al partido del mapa brasileño.
Comandada por los medios monopolizados, la campaña de cerco y aniquilamiento cuenta con la colaboración solerte de políticos de varios partidos, de sectores del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la Policía Federal.Aunque es extenso para municionar a la militancia con informaciones y argumentos para nuestra defensa y para la disputa de ideas en la sociedad, el documento está dividido en capítulos independientes, lo que facilita la lectura.
Contra las versiones facciosas de nuestros enemigos y adversarios, presentamos hechos incontestables. El PT nació para cambiar al Brasil. Y lo ha cambiado. Por primera vez en nuestro País, un partido de masas, creado de abajo hacia arriba, les dio voz y turno a los trabajadores y a los amplios sectores históricamente excluidos de las decisiones nacionales. Y, por primera vez, un gobierno popular elegido democráticamente instaló a los trabajadores y a los más pobres en el centro de las políticas públicas, promovió el desarrollo en beneficio de todos y empezó a romper el ciclo histórico de desigualdad y
de injusticia en nuestra sociedad.
En estos poco más de 12 años, los gobiernos del PT y de los partidos aliados han cambiado la vida del pueblo brasileño y la propia cara del País. En la mayor ascensión social de todos los tiempos, 36 millones de personas se libertaron de la pobreza extrema y más de 40 millones alcanzaron estándares de ingreso y consumo de clase media. Más de 20 millones conquistaron empleos formales.
Casi 4 millones de jóvenes, en su mayoría negros y de familias pobres, lograron ingresar en las universidades – como alumnos, no como sirvientes. El sueño de la casa propia y el acceso a bienes de consumo esenciales se volvieron realidad para la inmensa mayoría de la población. El País quedó menos desigual y la vida de las personas quedó más digna.
La transformación de Brasil en un País mejor y más justo es el legado incuestionable del PT. Nuestros 12 años de gobierno rescataron la autoestima de los brasileños e hicieron que Brasil fuera respetado y admirado alrededor del mundo. Eso es intolerable para los sectores más retrógrados de la sociedad brasileña, que jamás se conformaron con el hecho de perder el control absoluto sobre el Estado, que ejercieron de forma excluyente e injusta a lo largo de siglos.
Derrotados en las urnas en cuatro elecciones consecutivas, estos sectores mantienen contra nuestro partido y nuestro gobierno una campaña de odio, intolerancia y mentiras. Ya no disimulan sus objetivos: además de golpear al gobierno democráticamente elegido de la presidenta Dilma Rousseff, quieren eliminar al PT de la vida política brasileña.
El punto central de esta campaña es el intento de criminalizar al partido, a nuestros dirigentes y a nuestro mayor líder, el compañero Luiz Inácio Lula da Silva. En torno a ese objetivo se mueven los jefes de la oposición, en complicidad con los grandes medios de comunicación y en colusión con agentes del Estado impúdicamente facciosos. En la saña obstinada de imputar crímenes al PT y a los petistas, estos
elementos tejen una conspiración de mentiras.
Mienten bajo la protección de la toga, en los más altos tribunales, afrontando la conciencia jurídica de la Nación en red nacional de televisión. Mienten bajo la protección de la inmunidad parlamentaria, diseminando el odio en las redes sociales. Mienten bajo la protección de la autonomía funcional, forjando procedimientos investigativos sin base alguna, únicamente para producir titulares. Mienten bajo la protección del anonimato cobarde, contrabandeando a los medios datos parciales y manipulados a través de filtraciones criminales.
La mentira ha sido siempre un arma apuntada contra el PT, desde la fundación del partido, 35 años atrás. En 1986, año de las elecciones para la Asamblea Constituyente, un comisario de policía acusó, falsamente, a compañeros petistas de disparar contra trabajadores rurales durante una huelga en Leme (São Paulo). En 1989, al detener a los secuestradores del empresario Abílio Diniz, la policía de São Paulo los obligó a vestir camisetas del PT y divulgó la foto, en vísperas de la elección presidencial.
Mentiras como estas han producido sus efectos nocivos aun después de tardíamente desveladas. A lo largo de los gobiernos del PT, otras farsas han sido creadas, siempre con el objetivo de criminalizar al partido y a sus dirigentes. Hoy, totalmente desacreditada, la revista VEJA ya publicó artículos asociando el PT al narcotráfico, a la guerrilla colombiana y a un fantasioso esquema de contrabando de dólares desde Cuba.
VEJA publicó falsos extractos de cuentas en Suiza, mentirosamente atribuidas a Lula y a personas del gobierno, además de crear anécdotas rocambolescas sobre dossiers imaginarios, contratos gubernamentales inexistentes y la farsa de las escuchas en el STF (Supremo Tribunal Federal), de las que jamás se presentó el audio. Por haber mentido con tanta desfachatez, en 2010 VEJA fue condenada por la Justicia a publicar el derecho de respuesta del PT. Medida justa y pedagógica, pero insuficiente para reparar los daños causados.
Sobre estas bases de falsas denuncias se irguió la mitología del “mensalão”, a través del cual los grandes medios y nuestros adversarios transformaron la Acción Penal 470 en un juicio político. En lugar de analizar y punir las conductas de los acusados con base en la ley, el proceso acogió teorías extrañas a la jurisprudencia brasileña, la llamada teoría del dominio del hecho, y fue utilizado para diseminar la tesis absurda de que el gobierno habría sobornado a la mayoría del Congreso, lo que jamás se ha comprobado ni jamás se comprobará, por ser absolutamente inverosímil.
Desde la campaña electoral de 2014, nuestros adversarios eligieron las investigaciones de la llamada Operación Lava Jato para insistir en criminalizar al PT. Repitiendo el método del “mensalão”, intentan atribuirle al PT – y exclusivamente al PT – los crímenes de bandidos confesos, vinculados a varios partidos, incluso de la oposición, que actuaban impunemente desde hace décadas y hoy negocian declaraciones a cambio de beneficios, sin presentar pruebas de lo que dicen.
Que quede bien claro: el PT apoya vigorosamente todas las acciones del Poder Judicial, del Ministerio Público y de la Policía Federal para cohibir la corrupción y el desvío de dinero público. El PT no defiende al que se equivocó, desvió dinero público o cometió cualquier crimen. Al contrario: el PT es, de hecho, el partido que más ha luchado contra la impunidad en Brasil, tanto cuando estuvo en la oposición como en estos 12 años de gobierno.
La Lava Jato y muchas otras investigaciones no habrían sido posibles sin los profundos cambios que nuestro gobierno promovió para volver al Estado brasileño más transparente y republicano. Ningún gobierno, lo repetimos, enfrentó a la corrupción y a la impunidad como lo hacen los gobiernos del PT. Que sean punidos todos los comprobadamente culpables, y declarados inocentes los injustamente acusados.
Lamentablemente, todo el esfuerzo para investigar y punir los desvíos ocurridos en Petrobras puede ser comprometido por los abusos de autoridad y fallas procesuales en el ámbito de la Operación Lava Jato. Eso es lo que sucede cuando se sobrepasan los límites y garantías del Estado Democrático de Derecho, sea cual sea el pretexto, cuando se alaban a los justicieros en detrimento del debido proceso legal.
Creemos que los vicios de esta operación – entre ellos la condenación sin pruebas del compañero João Vaccari Neto – se corregirán en las instancias superiores, pero nada podrá reparar el mal que ya han causado a la imagen del PT y al equilibrio de la disputa política en el País. Además de los perjuicios causados a la economía del País, con la condenación – sumaria e injusta – de miles de trabajadores que perdieron sus empleos en el ambiente de terror propalado por los medios en torno a la operación.
En otro frente de ataque al partido, se vienen manipulando datos financieros de las empresas investigadas en la Lava Jato, en la esfera de la Justicia Electoral, con el objetivo de criminalizar el financiamiento del PT. Al final de la línea se encuentra el objetivo de suspender el registro del partido, como ocurrió en 1947 con el antiguo PCB.
Se trata de una maniobra arbitraria y políticamente cínica, conducida por un notorio adversario del PT, que no se constriñe en profanar la toga de la Suprema Magistratura actuando como un coronel de la Vieja República.
El PT siempre ha defendido el financiamiento público exclusivo a los partidos y campañas electorales. Recurrimos al financiamiento empresarial, dentro de la ley, porque era esta la regla en vigor y porque teníamos la responsabilidad política de defender nuestro proyecto en las condiciones concretas de la disputa electoral, y no como nos gustaría que fuera: protegidos contra la influencia del poder económico.
Las empresas investigadas que hicieron contribuciones al PT – todas ellas registradas, en conformidad con la ley – donaron recursos semejantes y hasta mayores al PSDB y a sus candidatos. Hicieron obras y firmaron contratos con gobiernos estaduales tucanos. Los mismos criminales que intentaron incriminar al PT señalaron con el dedo al PSDB, pero, para los cabecillas de la operación, eso “no viene al caso”. El blanco es el PT, solo el PT.
En un tercer frente, nuestros adversarios se valen de un contubernio entre los medios y sectores partidarizados del Ministerio Público para intentar alcanzar al ex presidente Lula, el mayor líder político del País, aquel que es capaz de aglutinar las fuerzas populares y democráticas para resistir al golpismo y al retroceso. Justamente por ello, Lula se volvió el blanco de una farsa extrajudicial, que busca apuntarlo falsamente como sospechoso de crímenes que jamás han sido practicados.
En una odiosa inversión de valores, Lula está siendo perseguido por haber trabajado – como ningún otro presidente – para ampliar la presencia de Brasil y de las empresas brasileñas alrededor del mundo. Cualquier ex presidente sería elogiado por haber actuado así, pero la prensa brasileña y sus cómplices insisten en ver un crimen en esa actividad – solo no logran señalar de qué crimen se trata. Y los titulares se suceden.
La manera sistemática, violenta e insultante con la que estas mentiras vienen siendo difundidas – en un ambiente de odio, intolerancia y terror que ya resultó en atentados a tres sedes del PT y al Instituto Lula – no deja dudas en cuanto a los objetivos de sus mentores: quieren eliminar a Lula y al PT de la escena política brasileña, temiendo sufrir la quinta derrota consecutiva en las elecciones de 2018.
Más que nunca tenemos que estar preparados para aclarar los hechos, rebatir las mentiras y desenmascarar los fraudes. El objetivo de esta publicación es municionar con la verdad a los militantes del PT y a los ciudadanos de buena fe, que forman, afortunadamente, la inmensa mayoría en la sociedad. Difundir la verdad, en las redes sociales, en las fábricas, en las escuelas, en los plenarios; esta es la tarea que debemos cumplir con ahínco, en defensa del PT y en defensa de la Democracia, que tanto nos ha costado conquistar.