La reflexión sobre la coyuntura, en particular aquella que ha derivado en la presentación por parte del Poder Ejecutivo de una Rendición de Cuentas con el primer ajuste fiscal de la “era progresista”, ha girado sobre un problema caracterizado como de corto plazo, esto es, una circunstancia que seguramente se revertirá.
De acuerdo al Informe Económico presentado en dicha Rendición de Cuentas, el problema reside en los precios de los alimentos y materias primas que el país exporta, más conocidos como commodities. Dice exactamente el informe en su página 3: “La economía uruguaya ingresó en el año 2015 en una fase de desaceleración como resultado de … la permanencia de importantes grados de incertidumbre en el plano financiero y la caída de los precios de muchos de los productos de base agroindustrial exportados por el país”. Efectivamente fue así. También el “Informe anual de Comercio Exterior 2015” de Uruguay XXI expresa en su Resumen Ejecutivo algo similar: “La caída del valor exportado en 2015 se explica fundamentalmente por los menores precios de exportación, ya que los volúmenes exportados de los principales productos crecieron en términos generales”.
Vista así la cuestión, el problema básico que surgiría como resultante de esta situación es ubicado exclusivamente en el plano fiscal (déficit), “el resultado fiscal se deterioró más de lo previsto… (y) fundamenta la necesidad de realizar una serie de correcciones en el plano fiscal” (“Informe económico financiero” Rendición de Cuentas 2015, pág. 5). Cabe entonces preguntarse ¿es realmente un problema de esa índole?.
Por otro lado, la segunda problemática gira en torno al mantenimiento del flujo de inversiones extranjeras hacia nuestro país. Aquí también nos alejamos del corto plazo, en la medida, por ejemplo, de que ya se ha constituido una acumulación de capital de propiedad extranjera de tal magnitud que supera al pasivo constituido por la deuda pública. Es que en el primer trimestre de 2016, el stock acumulado de inversión extranjera alcanzaba 23.045 millones de dólares, mientras nuestro pasivo por deuda externa bruta sumaba 17.042 millones de dólares. Por tanto ya la recuperación de esa inversión acumulada más su margen de rentabilidad, se está manifestando en una corriente cada vez más significativa de remisión de utilidades al exterior.
En tercer lugar, y no menos importante, ha sido en una estrategia para pasar del subdesarrollo al desarrollo obviar la problemática del ciclo capitalista. Porque nos mantenemos en una economía capitalista, no se puede programar sobre la ruta de una economía en permanente crecimiento. Detengámonos brevemente en cada uno de estos tres temas.
La dependencia del precio de los Commodities
Este problema presentado simplificadamente en base a la caída en los precios internacionales, a nuestro juicio, nos conduce a razones bastante alejadas del corto plazo y de nuestra voluntad cotidiana para su resolución.
Así como se presenta el tema, su mitigación estaría alejada de nuestra voluntad, porque no incidimos en absoluto en la evolución de los precios de los commodities. Por tanto la expectativa de solución se construye sobre la voluntad de otros, con intereses muy diferentes a los nuestros.
Si hablamos de una incidencia tan grande de precios primero, pero además de commodities en particular, ya no podemos hablar solamente del corto plazo y de los equilibrios macroeconómicos. Debemos asumir que es un problema estructural, de dependencia de coyunturas muy lejanas en el tiempo. Por tanto corresponde preguntarse ¿Qué se ha modificado desde 2005 en este sentido? Veamos la estructura del PBI en esta década.
Los cambios realmente importantes se manifiestan en dos áreas disímiles. Primero, en un área estratégica para el desarrollo en el siglo XXI, como lo son las telecomunicaciones. Segundo, el área de commodities provenientes de la producción forestal, con un grado de industrialización que continúa reduciéndose.
Parece que somos un poco menos dependientes porque hemos sustituido, por ejemplo, importaciones de energía, un insumo estratégico para cualquier país, pero más aún para uno que debe importar el petróleo que refina y consume; así como importaciones en el ámbito tecnológico como lo es el área de la informática digital aplicada a las comunicaciones.
Pero muy poco ha cambiado, desde que Prebisch y Singer, por caminos paralelos, llegaron al mismo resultado, mostrando la subordinación de los países exportadores de materias primas o commodities a las reglas del mercado establecidas por las grandes potencias, o países más industrializados, exportadores de manufacturas.
Veamos un párrafo escrito por Singer en 1998 que parece escrito para hoy, cuando resume lo que a su juicio, la Tesis (TPS) de ambos economistas aporta realmente para la elaboración de política económica:
“Se les advierte que deben ser prudentes aún cuando los precios de sus exportaciones sean temporariamente favorables. Que deben tomar recaudos contra la sobrevaluación de sus monedas, el Mal Holandés, el impacto negativo sobre el resto de las actividades económicas y los peligros de inestabilidad macroeconómica provocados por el auge súbito de un sector productivo importante. Se les advierte que deben tener en cuenta que la prospectiva a largo plazo de los precios de las commodities no es favorable, que «los vientos de cola» no durarán para siempre y que los vientos en contra serán más prolongados que aquellos. Éste es el aviso que la TPS puede dar” .
¿Qué quiere decir tomar recaudos? ¿Guardar la plata debajo del colchón como proponen algunos? . No parece lo más aconsejable en una situación que se revela complicada en el corto plazo, pero con raíces en la permanencia de estructuras productivas primarizadas.
La dependencia de la Inversión Extranjera
Hay algo que complementa la visión de la CEPAL relativa al deterioro de los precios de intercambio. Dentro de la teoría de la Dependencia otra tesis que también parece regresar en esta etapa del ciclo: la reversión del flujo de capitales. Una proporción cada vez más importante de lo que entra por inversión extranjera, está saliendo como remisión de utilidades.
La inversión extranjera ha fluido al Uruguay como nunca antes en su historia, y ha cambiado radicalmente relaciones de producción, especialmente en la actividad agropecuaria. Sin duda ha encontrado una combinación de recursos productivos con una rentabilidad muy superior a la de sus países de origen. Desde 2005 dicha inversión se eleva a 21.472 millones de dólares , de acuerdo a los registros en la balanza de pagos, de los cuales 10.077 millones ya fueron remitidos bajo la forma de utilidades a sus países de origen. Dichos flujos se han intensificado desde principios de 2014, lo cual unido a menores valores invertidos ha redundado en proporciones mayores al 60% (ver gráfica).
Este es un problema serio, en la medida de que para sostener el crecimiento económico a la par que se reditúa la inversión, se necesitarán volúmenes de capital invertido cada vez más grandes. Es lo que sucede en un cambio de ciclo como el que está ocurriendo, cuando se recupera la tasa de ganancia en las economías de origen.
UPM, Un caso particular
Recientemente se ha anunciado la posibilidad de la instalación de una nueva planta de producción de celulosa, sobre el cauce del Río Negro, de un porte similar al doble de las ya instaladas. Una inversión de 4.000 millones de dólares sin duda con consecuencias beneficiosas en el empleo, pero que no podemos por ello abordar acríticamente.
Con ella se reforzará la mencionada tendencia en lo que hace a la cadena silvicultura-fabricación de madera y de productos de la madera, complejo que llega hoy ya al 5% del PBI y al 28% de la industria manufacturera. En 2005 se exportaban 56 millones de dólares de este complejo, en 2015 están multiplicadas por 10, y se concentran en dos empresas. En las 5 primeras empresas exportadoras de 2015, dos pertenecen a la cadena forestal celulósica: Eufores S.A. del grupo chileno finlandés Montes del Plata, y Compañía Forestal Oriental S.A. del grupo UPM de Finlandia.
El precio de la celulosa será cada vez más determinante. Y seguimos en el extremo menos beneficioso de la cadena de valor. Muy lejos del producto final, donde se instala la oportunidad de la diversificación de productos, donde la aplicación de la innovación tecnológica es casi instantánea. Los principales componentes de nuestras exportaciones hoy son:
Así las cosas, ¿no vamos a promocionar algún grado de industrialización superior? ¿Seguiremos exportando el dinamismo para agregar valor y generar empleo que llevan consigo las materias primas en bruto? ¿Incrementaremos la “China dependencia”, sin exigir siquiera una diversificación mínima de mercados?
Ya conocemos el fundamentalismo de la inversión extranjera que conlleva a políticas de escasa presión fiscal aumentando déficit que ahora derivan en ajustes fiscales, más apertura externa (incluidos los TLC y otros). ¿Qué alternativas estamos levantando al respecto? ¿Está en construcción? ¿O hay algún paradigma a seguir?.
Siguiendo a Celso Furtado: “… las importantes modificaciones estructurales requeridas no se hacen sin un proyecto político apoyado por amplios sectores sociales … de otra forma un proyecto bien elaborado no será viable… la lucha contra el subdesarrollo no se hace sin contrariar intereses ni herir preconceptos ideológicos” (en Revista “Economía e sociedade” Nº1, agosto/92, Instituto de Economía da UNICAMP, pág.19).
Podríamos finalizar con la expresión “continuará…”; pero preferimos comprometernos a un próximo artículo sobre la construcción de alternativas.
Ec. Héctor Tajam, Ec. Gabriela Cultelli y Br. Pamela Sosa