En un Festival de Cinemateca vi la película “Tus Padres Volverán” dirigida por Pablo Martínez Pessi; fui muy entusiasmado, como siempre con el cine nacional. Durante la proyección fue creciendo en mí un profundo rechazo a lo planteado, al encenderse las luces me asombró el aplauso del público, luego siguió un pequeño foro conducido por el propio director. No hubo más que elogios, esto me inhibió de dar mi parecer debido a que -por ser un tema altamente sensible- me pareció mejor recabar otras opiniones para averiguar si estaba en lo correcto, si no era una visión errada. En la actualidad la película ha recogido varios premios, entre ellos “mejor documental”. Ha pasado mucho tiempo de esto y mantengo el mismo parecer, con esta lineas quiero fundamentar mi profunda discrepancia con la película.
A esa proyección asistieron algunos compañeros militantes en el exilio y algunos cuarentones -niños que viajaron en ese vuelo-. En las rondas formadas a la salida de la sala planteé mi disconformidad a algún compañero con los que habíamos compartido exilio, dejé pensando a algunos pero no obtuve un acuerdo rotundo con mi punto de vista. Primaba lo emotivo. Un compañero me llamó al otro día para contarme que había discutido con su hijo -que había participado en ese vuelo-, y reconocía mis planteos. De todas maneras como el tema me interesa, seguí pidiendo opiniones a algunos que aunque no vieron la película, conocían del exilio y de algunos pormenores de los testimonios presentados.
Creo que el tema de la inserción de los exiliados (políticos y económicos) es un tema que no se ha sistematizado su estudio – por lo menos, por lo que conozco-, es un debe de nuestra academia.
Busqué críticas en los periódicos; no concuerdo con la de Voces – que no analiza la película como documental, mas bien es complaciente y desde la propia experiencia del articulista respecto al hecho- y sí me pareció buena la aparecida en La Diaria, con un enfoque profesional, de crítico de cine, es un detallado análisis del uso especialmente de la fotografía y de la música. La crítica de Brecha, en la línea de la de Voces.
Durante la dictadura estuve preso y luego exiliado en Barcelona por mas de 12 años. Regresé al país (el desexilio, según Benedetti) con mi familia, cuando supe que podía conseguir trabajo (1). Esta peripecia, en líneas generales, es la de muchos uruguayos desde el inicio de los años 70. En esto me refiero al exilio político, pues el económico ya había comenzado a mediados de los 60 (“Hermano no te vayas ha nacido una esperanza”).
Los hechos del viaje de los niños los conozco bien o, al menos, desde otro ángulo no expuesto en la película. Integré la directiva de Casa del Uruguay en Barcelona (que aún existe, y en la misma dirección) y colaboré en la organización del viaje de los niños. Recuerdo claramente qué criterios se empleaban al menos en Barcelona: uno de ellos, y se siguió a rajatabla, era que se priorizarían los que no tuvieran posibilidades materiales de encontrarse a mediano plazo con sus familiares uruguayos. Esto requería cierto conocimiento de lo colonia, cosa que sucedía en Casa de Uruguay ya que mantenía numerosos vínculos con los exiliados (afiliados o no a la institución). La lista enviada a Madrid fue una sugerencia ya que las decisiones finales se tomaron allí; no recuerdo -una vez establecida la lista- que haya habido desacuerdos. Creo que hubo que ampliar el cupo (esto debería confirmarse). Barcelona en aquel momento era una de las colonias de uruguayos mas grande de Europa, en esos años los socios de la Casa eran unos 400. Vayamos al grano.
La película no es un documental
De los 154 niños que viajaron, la película se basa en seis casos para trasmitir esta experiencia (hay tomas en España, Dinamarca, Bélgica e Italia). Cabe señalar que la gran mayoría (mas de la mitad) de los niños que viajaron procedían de España; pero eso, estos seis no representan significativamente la experiencia de todo el exilio. Aquí falla el documental como tal.
Solo uno, que vivió en Valencia, representaría a la gran mayoría de los exiliados congregados en grandes colectividades (Francia España, Suecia) y donde había y aún hay, asociaciones de uruguayos.
Esto no es banal, es importantísimo. Para lograr una estabilidad emocional de los padres, inserción en la nueva situación, se depende de la colectividad ya afincada; que colabora con los nuevos llegados. Tanto en Francia como en Suecia además se tenía un estado que se preocupaba de los exiliados -para muchos la barrera del idioma fue muy seria- que sumaba a la acción de las asociaciones de uruguayos. En España no teníamos ninguna ayuda del estado, pero la distancia cultural con el país era menor, nos sentíamos mas en casa, además era relativamente sencillo conseguir trabajo.
Sin embargo en la película se presentan casos (son la mayoría) de países donde había muy pocos exiliados y otros con andaduras varias (exilios sucesivos en varios países) e historias de estabilidad familiar previa al viaje, bastante complejas.
Parto de la base que la estabilidad emocional de la familia y por lo tanto de los niños depende de este tipo de cosas: de si hay alguien que de un consejo, de si se consigue trabajo, de si se inserta en el medio, de si los hijos son señalados en la escuela o barrio, si culturalmente se está a mucha distancia. En todo esto la colectividad de emigrantes ayuda muchísimo. Sucedió en las grandes migraciones y sucedió también a los exiliados sudamericanos. Cualquier tipo de exilio tiene sus dramas individuales, pero coinciden en la tragedia del desarraigo y la necesidad de inserción en el país de acogida, especialmente por los hijos. Hay miles de historias de los esfuerzos que hicieron los niños de los exiliados para insertarse en el medio, por ejemplo muchos fueron excelentes en el rendimiento escolar, conozco varios casos en que los hijos terminaron siendo universitarios y con posgrados en prestigiosas universidades y con peripecias bastante mas complejas que la de un viaje a Uruguay.
Esto no hace todo, pero lo cierto es que los niños están bien si los padres están bien.
Es sorprendente que el único testimonio positivo, es el del muchacho que vivía o vive en Valencia. Los otros casos presentados son complejos, mas allá del viaje. Para mi esto es significativo del sesgo del documental, que parecería mas atento a la fotografiar lugares turísticos que a analizar lo que tiene entre manos (documentos filmados del viaje de los niños).
El exilio es bastante mas complejo de lo que presenta la película.
Una de las tesis de la película es que el viaje fue un trauma único para los niños, hoy adultos. Una eslogan de la película, que aparecía en la propaganda, era: “el viaje que marcó la identidad de 154 niños…”.
Sinceramente… demasiado. No sé si cambió la identidad de los niños, tal vez la afianzó porque conocieron sus raíces familiares. Si queremos se alude a situaciones traumáticas del exilio, muchos de los que viajaron y la mayoría de los que no, tuvieron experiencias de exilio muchísimo mas agresivas y angustiosas que un viaje o el impacto de la emoción de un pueblo con esperanzas.
Hay niños que estuvieron en la cárcel con los padres, niños que los padres estuvieron presos y fueron criados por familiares hostiles a esos padres, presos por guerrilleros o lo que sea. Niños que saltaron muros en las embajadas de Chile y niños, que allí y en Argentina, vieron y estuvieron en balaceras, cerca de muertes violentas. Niños que frente a ellos se llevaron a sus padres, que luego desaparecieron.
Muchos terminaron exiliados en México o Europa., donde la familia pudo recomponerse. No sé, para mí cualquiera de estas situaciones marcaría más a un niño.
Sin embargo los que, superaron sicológicamente el trauma, fueron los que tuvieron, una vez establecidos en el exilio, un entorno familiar y social sosegado, en paz.
Otra de las tesis de la película: un grupo de militantes desaprensivos han hecho un daño enorme a la estabilidad emocional de niños, lo del daño enorme creo haberlo relativizado anteriormente. Lo que sí puede ser de recibo es que no hubiera un valoración previa de este impacto, lo cierto fue que las demandas de los padres fueron las que macaron el entusiasmo, no hubo cupos para todos los pedidos. Algunos padres prefirieron esperar, otros quisieron que los niños visitaran sus parientes (que sí esto hace a su identidad) porque no estaba claro aún qué sucedería con la dictadura, a pesar de que pudiéramos pensar que ya estaba en un declive.
Estoy de acuerdo con lo que se escribió en la crítica de La Diaria: “el realizador guarda para el último tercio la aparición de las diapositivas de época y de excelentes tomas de archivo, que son por lejos el momento más emotivo y contundente de esta película.”
No hubiera escrito este artículo si no estuviera convencido de que esta parte de la historia reciente de los uruguayos merece un estudio minucioso, también hay que sanar muchas heridas del exilio.
1 En el desexilio hubo muchos compañeros que precipitadamente volvieron, sin ninguna certeza de conseguir trabajo en aquellos años especialmente difíciles, el resultado fue muy variado, muchos regresaron -vencidos-, especialmente a Suecia. Otros esperaron y aun siguen esperando una oportunidad de volver. Muchos se quedaron por no hacer sufrir a sus hijos el doble desarraigo. En la gran mayoría de los casos no es verdad que existe un exilio dorado, mas bien existen miles de dramas, independientemente de las condiciones materiales o de bienestar en que se encuentren los compañeros.
Diputado Julio Battistoni