Martin Nessi *
Intentaremos abordar la unidad del movimiento sindical uruguayo desde un enfoque que resalta la importancia conceptual y política de la misma, considerándola clave tanto en la acción como en la teoría. Es el movimiento popular uruguayo en general, y el movimiento sindical en particular, un mojón y referencia para los movimientos populares y sindicales de la región y el mundo. La unidad permite solidaridad, amplitud en ideas, amplitud en la acción, y tiene la característica potencial de sintetizar diferentes visiones teóricas logrando un accionar común.
Por sobre todas las cosas la unidad eleva la lucha a un nivel superior.
En Uruguay se toma con frecuencia como punto de partida del movimiento obrero uruguayo el año 1870, año en que se constituyó la Sociedad Tipográfica Montevideana. De ahí en más, el movimiento obrero uruguayo realizó diferentes procesos, pasando por las primeras huelgas de los fideeros en el año 1884, la edición de periódicos como El Internacional (1878) y La Lucha Obrera (1884), llegando a 1890 dónde se formaron sociedades de resistencia impulsadas mayoritariamente por ideas anarquistas y en menor medida por ideas socialistas. Llegamos al siglo XX y en sus inicios, anarquistas, socialistas y católicos fueron actores importantes en la formación de uniones gremiales de obreros. Luego en 1905, se conforma la FORU (Federación Obrera Regional Uruguaya). Llega 1917, y el impacto de la revolución de octubre aterriza también en estas tierras. A esto hay que sumarle también dos hechos fundamentales: la fundación del Partido Socialista, en diciembre de 1910, y la fundación del Partido Comunista del Uruguay en setiembre de 1920. Luego en 1929, crisis mundial, 1933 golpe de estado de Terra, dónde las tres centrales existentes FORU, USU (Unión Sindical Uruguaya), y CGTU (Confederación Federal del Trabajo del Uruguay) no pudieron constituir resistencia sólida y efectiva ante el golpe.
La década del ´50 es a nuestro entender, sobre todo en su segunda mitad, el comienzo más claro en la concreción de pasos de unidad, siendo la década del ´60 el momento de maduración de la misma. Conceptualmente, entendemos dos factores como fundamentales en estos hechos; en primer lugar el movimiento obrero contaba con una rica experiencia previa y se encaminaba hacia una madurez política, que es irreversible desde ese momento hasta nuestros días. En segundo lugar la burguesía nacional ejerció su hegemonía en forma pacífica (hasta ese momento), en gran parte de la historia de nuestro país, en el plano de lo político, lo económico, y lo social. A su vez, esto se vio sostenido por su lazo político tanto en filas nacionalistas como coloradas, y fue acompañado de un contexto internacional que favorecía el poderío económico de la burguesía nacional. En esa década, dentro de las fábricas apareció la figura del rompe huelgas, matones, contratados por los patrones. El caso más emblemático de éstos es en la de la Fábrica Ferrosmalt presidida por el Ingeniero José Serrato, ex presidente de la República que montó un ejército de 150 individuos dirigido por ex-militares. Otro caso notorio fue el de la empresa FUNSA que reclutó gente mediante avisos que salieron en un importante periódico de la capital, diciendo que había sobre salarios y armas que proporcionaba la empresa para matones mercenarios, cuyo objetivo era quebrar una y otra vez la organización obrera.
Al mismo tiempo que se festejába la victoria de Maracaná, el ejercito intervino en el Puerto y en los frigoríficos, ayudados por rompe huelgas que destruyeron máquinas y herramientas de trabajo. En 1952, medidas de seguridad contra los trabajadores de Salud Pública, y en 1953, en un marco internacional signado por lo más álgido de la guerra fría, ante la aplicación del punto 4° del Plan Truman, se produce una movilización de la FEUU, gremios obreros, sindicatos autónomos y UGT contra el tratado militar con los EEUU. Fueron momentos de anticomunismo, macartismo, e incluso momentos de tensión para el mismo Luis Batlle Berres, quien fue tildado por varios sectores conservadores de la burguesía y aristocracia nacional como un peligroso populista.
De esos tiempos destacamos además los estudios de Vivían Trías y el comienzo de la acción concreta de Raúl Sendic. Llegamos a 1956, luego de una huelga frigorífica que usó la inedita medida de lucha de la «huelga de hambre» (así como la marcha a pie de los obreros frigoríficos desde Fray Bentos a la capital), desde la Federación Autónoma de la Carne se convoca a una reunión de la cual surge la «Comisión Coordinadora pro Central Única» que, si bien no unificó la fuerzas sindicales, retomó las prácticas de acción conjunta, realizando 9 medidas de paro solidarias entre 1956 y 1958.
A partir de ese último año, y disuelta la coordinación, se inició otro proceso de acercamiento entre importantes tendencias sindicales, llevando, entre 1959 -año en que se disolvió la UGT- y 1961, a la formación de la Central de Trabajadores del Uruguay (CTU). Desde mediados de los ´50 también se dieron luchas y huelgas entre los trabajadores rurales y la formación de sindicatos de cañeros, remolacheros y arroceros en el litoral y el este del país. Y a nivel regional, ocurrió la victoria de la Revolución Cubana y su posterior definición «marxista-leninista», que influyó en todo el continente americano.
CNT y la organización unificada
«Desde 1959 asumieron los gobiernos del Partido Nacional (1959-1967) con sus experiencias de neoliberalización e ingreso a las políticas del FMI. Los problemas económicos, el alza del costo de vida y la baja del salario real, y los reclamos populares obtuvieron respuestas represivas desde el Estado. Se intensificaron las luchas sindicales y las marchas de los cañeros de Bella Unión a Montevideo, desde 1962, mostraban «otro Uruguay». También aumentaron las coordinaciones entre los funcionarios públicos (se creó COFE y la Mesa Sindical Coordinadora de Entes Autónomos y Servicios Descentralizados) y, en definitiva, los acercamientos entre las distintas tendencias sindicales. Entre fines de junio y setiembre de 1964 se fue conformando la Convención Nacional de Trabajadores, la CNT, como organismo permanente de coordinación y de lucha. Se aprobó en agosto una Plataforma reivindicativa, y en setiembre ya existía la Mesa Representativa».
Congreso del Pueblo
«La CNT fue afianzando su organización y preparó en abril de 1965 un paro que tuvo un gran impacto en la población. En agosto se convocó a un Congreso del Pueblo participando representantes de organizaciones sindicales, estudiantiles, cooperativistas, de jubilados, de la educación, de la cultura y de pequeños productores. Del mismo surgió el «Programa de Soluciones a la Crisis» que sostenía la necesidad de realizar importantes reformas en el agro, el comercio exterior, la industria y la banca, tributaria, la educación y levantaba un reclamo de mayores libertades sindicales y para los sectores populares. Entre el 28 de setiembre y el 1º de octubre de 1966 se realizó el Congreso de Unificación Sindical: al disolverse la CTU, la CNT se constituyó en el organismo unificado de los sindicatos uruguayos. Se aprobó una Declaración de Principios, el Programa de Soluciones a la Crisis, y el Estatuto. En el mismo se proponía garantizar la democracia sindical, la independencia frente al Estado, los patronos y los partidos, la no afiliación a ninguna central sindical internacional, y la promoción de la unidad sindical internacional» (1).
A lo largo de décadas se fue creando un movimiento sindical clasista, plural -con referencia de izquierda pero con participación de trabajadores de un amplio espectro ideológico-, que ha sostenido ser independiente de los gobiernos y los partidos, que ha levantado, además de plataformas coyunturales, un Programa de Soluciones y aprobado una Declaración de Principios en 1966 que sostuvo: «La Convención Nacional de Trabajadores (C.N.T.) expresa en su unidad combativa, en su independencia de clase y en su carácter profundamente solidario, las experiencias de casi 100 años de lucha organizada de nuestra clase trabajadora, forjada en las mejores tradiciones históricas de nuestro pueblo» y que bregaría por avanzar «en el camino hacia una sociedad sin explotados ni explotadores». Esas son las banderas dejadas por los luchadores sociales desde hace más de cien años y desafíos para las siguientes luchas.
A finales de la etapa dictatorial en el año 1983, luego de años de resistencia y organización, un grupo de sindicatos organizaron el primer acto por el primero de mayo realizado luego del Golpe de Estado de 1973, con las banderas de libertad, trabajo, salario y amnistía, y nació el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT). Ya el primero de mayo del año siguiente, expresó la unidad simbólica entre el PIT y la CNT, bajo la consigna, un solo movimiento sindical.
Lo demás es historia reciente, más conocida para nosotros. La unidad de hoy, es síntesis histórica de un sindicalismo con perspectiva nacional, con visión corporativa a la hora de defender los derechos de los trabajadores, pero sin que esto vaya en detrimento de una visión nacional clara, y excenta de egoísmos. Lo cual hace de nuestra central, una central obrera profundamente democrática, amplia, participativa, que tiene relaciones fluidas e incluye en su vida cotidiana y orgánica a diversos sectores, como los son estudiantes, jubilados, cooperativistas, sectores de la cultura, y organizaciones diversas de la sociedad civil. Esa amplitud y unidad es a nuestro entender la gran fortaleza de nuestro movimiento, y es lo que da a nuestra central esa potencialidad de elevar la lucha a un nivel superior.
¡Qué viva la clase obrera, y la unidad del movimiento sindical!
¡Salú PIT-CNT!
*Edil E609-FA Junta Departamental de Montevideo
(1) https://www.pitcnt.uy/el-pit-cnt/acerca-de/historia/item/6-breve-historia-del-pit-cnt