Juan Carlos Acuña
Ya hace un tiempo un compañero adelantaba la discusión del tema diciendo que al capitalismo globalizado ya no le son necesarias las ideologías del racismo y el patriarcado, que puede existir en su fase actual sin ellas e incluso respetando algunos
derechos individuales (2).
No hay que entrar, comparto (3), en esas discusiones maníqueas de si tal o cual lucha es más o menos importante, hay que tejer y avanzar unidos hacia nuevas conquistas dentro de este sistema. Tomemos esa primer visión como base y así, partiendo del supuesto de que hasta el propio capital está dispuesto a dejar de lado el patriarcado, no seamos nosotros los que pongamos el palo en la rueda.
Es decir, partiendo de la base de que la lucha contra este problema particular es algo realizable y alcanzable en el marco de la lucha general o estratégica dentro del sistema capitalista. NO hay que esperar al socialismo para combatirlo.
Y esta lucha ya tiene su acumulado en historia, teoría y organización popular, así como también ya tiene su nombre: FEMINISMO. Es un término que a muchos (sobre todo a los varones) nos genera un poco de rechazo… y el que tenga dudas, que haga el ejercicio de preguntarle a un compañero y a un vecino. Ni que a hablar de que cada compañer@ tiene su propia visión y no hay una consensuada entre todos. Pero no hablamos de una definición para tener algo escrito de lo que agarrarnos a la hora de debatir, sino de una visión común a la hora de ir desarrollando nuestra vida militante y las contradicciones que van surgiendo.
Arriesgamos una primera definición de feminismo, como para abrir el debate (que es en definitiva lo que busca este artículo), entendiéndolo como una ideología que busca liberar al ser humano (sin distinción de sexo) de la opresión que significa el patriarcado. Sabiendo que este se apoya en:
• la marginación: promoviendo modelos de mujer cuyos roles sociales son secundarios (así como modelos de hombres heterosexuales jerárquicamente superiores al resto per se).
• la violencia de género (mayoritariamente hacia la mujer, pero también con todo aquello que no sea hombre heterosexual)
• la división sexual del trabajo (asignando a las mujeres la mayoría del trabajo doméstico no remunerado, y dándoles menos oportunidades laborales).
¿Si se nos presenta un caso de violencia de género en cualquiera de los ámbitos donde militamos, cómo actuamos? Nada de lo humano nos es ajeno; somos parte de y trabajamos desde el pueblo. Aspiro a que la respuesta de quienes militamos en la izquierda sea la misma en cualquier parte, ya sea en Artigas o Canelones, ya en un Comité o en un gremio de estudiantes. Y aspiro a que esa respuesta sea de indignación, rechazo y tomar medidas para que no vuelva a suceder.
Como se le presentó, por ejemplo, al SUNCA recientemente en el caso de Fray Bentos y los organismos de dirección respondieron rápida y tajantemente (4). Es un tema que creo que debemos trabajar primero a la interna nuestras organizaciones:
Problematizarlo, asistir y propiciar ese intercambio público (5) de ideas que hemos dejado de lado y que es característico de la izquierda. Tomar el tema en los colectivos de base a nivel territorial y funcional. Partiendo de los hechos que nos acontecen cotidianamente, deconstruir conceptos erróneos y construir juntos una nueva visión. A veces, lo más trabajoso no es la respuesta, sino encontrar la pregunta correcta:
¿Los hombres tenemos que tener tareas secundarias y roles periféricos en esta lucha? Como decían algunos volantes en las marchas de octubre…
¿Qué recaudo tomamos para que los compañeros con hijos puedan participar de las reuniones? (Porque la más de las veces, se queda ella con el bebé para que él pueda ir). ¿Respetamos no fumar cerca de la compañera embarazada? ¿Debemos proponernos meter carne en el proceso de formar cuadros políticos sin distinción de sexo (lo que implica acompañamiento, formación teórica y práctica, tiempo y voluntad) o
sencillamente tomar una lavada decisión de aplicar una cuota de género?
¿Qué tanto conocemos y nos apropiamos de los avances y conquistas en el plano institucional?
¿Se puede ser de izquierda sin ser feminista?
Formarnos: como siempre dice un compañero, el rol del militante es ser educador en el seno del pueblo y esta no debe ser la excepción. Pero para ello tenemos que tener manejo de la teoría, tener esas herramientas para analizar, debatir y orientar discusiones. El estudio es una tarea revolucionaria. Y como izquierda tenemos que comenzar a crear líneas de trabajo hacia ello, para toda la militancia.
Militarlo: en el FA, en el barrio, en el sindicato, en el gremio de estudiantes. Y también en nuestras familias (porque como dicen por ahí “lo personal es político”). NO nos podemos quedar en la teoría ni en el ejercicio de ideas. Como siempre se nos ha caracterizado, hay que embarrarse las patas. Militemos el feminismo tanto desde los espacios institucionales, como desde los partidarios y sociales. Es decir, desde todos los frentes.
Combinar esta lucha con las otras y conjugarlas, sin abandonar la lucha central: la de la opresión económica, del imperio a nuestro mundo dependiente, de la oligarquía nacional al pueblo uruguayo.
Hay que animarse a decir que sin feminismo no hay socialismo. Y que “nuestro socialismo” tiene que ser feminista.
Notas:
(1) https://youtu.be/EpIITUPBBEA
(2) https://www.mateamargo.org.uy/2013/10/25/bo-nato/
(3) https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2016/09/07/%E2%80%9CLa-agenda-de-derechos-es-un-espacio-pol%C3%ADtico-de-una-plasticidad-brutal-que-no-se-agota-en-la-aprobaci%C3%B3n-de-marcos-legales-de-ampliaci%C3%B3n-de-derechos-sino-que-tiene-un-horizonte-ut%C3%B3pico-que-es-el-de-un-Uruguay-menos-conservador%E2%80%9D
(4) https://ladiaria.com.uy/articulo/2016/10/el-18o-femicidio-del-ano-en-fray-bentos/
(5) https://www.elcambio.uy/en-defensa-de-la-politica/