Sebastián Tati Sabini – Gerardo Araújo
En varias ocasiones hemos escuchado que no existen propuestas de mejora desde el cuerpo docente, que sus demandas son únicamente salariales o de condiciones laborales, sin embargo, uno de los planes educativos que se está aplicando en nuestro sistema educativo surge como una propuesta desde la Asamblea Técnico Docente, enfocada en la educación para adultos.
El 19 de octubre de 1919 la Asamblea General autorizó al Poder Ejecutivo a instalar el primer Liceo Nocturno de Enseñanza Secundaria (1). El batllismo puso énfasis en la expansión de la educación como medio para formar ciudadanía y generar ascenso social. La preocupación que dio lugar al surgimiento de un liceo nocturno fue atender a aquellos trabajadores que no habían podido terminar con sus estudios. La educación como medio de integración, creadora de ciudadanía.
Alrededor de cien años nos separan de este acontecimiento; sin embargo el sistema educativo nunca pudo cubrir totalmente las necesidades ni dar una respuesta universal.
En la actualidad, una buena parte de los uruguayos no ha podido culminar sus estudios básicos. En 2011, el 37% de las personas mayores de 29 años alcanzó a terminar la educación primaria. El 19% logró completar el Ciclo Básico; y el 17,4% ha culminado sus estudios de Bachillerato. Dicho en otras palabras, seis personas de cada diez (de los mayores de 29 años), no han terminado la escuela (2).
Si observamos datos relacionados con la edad y el nivel educativo, vemos que el 96,6% de los jóvenes entre 14 y 15 años han culminado la educación primaria. El 68% de entre 17 y 18 años, terminó la enseñanza media básica y el 37% de entre 21 a 22 años, finalizó la educación media superior (3). Aquí se muestra un enorme avance en lo que refiere a la universalización de la escuela, con un nivel de éxito que alcanza a casi la totalidad de los adolescentes hasta 15 años. Es decir, nuestros jóvenes están “más educados” que las generaciones anteriores.
La brecha entre los quintiles extremos se ensancha entre personas de 25 a 59 años. Mientras que en el quintil más bajo sólo 2,2% de la población alcanza la educación terciaria, en el quintil más alto lo hace el 54% (4). Estos números nos muestran la clara incidencia del nivel económico a la hora del acceso a la educación y, sobre todo, a las posibilidades de continuar los estudios superiores.
Otro dato a tener en cuenta es que entre jóvenes de 17 y 18 años, el 61% culminó el ciclo básico de educación media. Y entre jóvenes de 21 y 22 años, el 37,9% culminaron el segundo ciclo de educación media (5). Esto quiere decir, que 4 jóvenes de cada 10, al cumplir la mayoría de edad, aún no han terminado el Ciclo Básico.
Si bien existen logros en el desarrollo de la educación, sobre todo en la universalización de la educación primaria, prevalecen carencias que deben generar propuestas específicas. Por ejemplo, la atención a los adolescentes con rezago educativo y a los adultos que no han culminado sus estudios.
Hoy existe una variada oferta que busca cubrir las diversas situaciones que se presentan, que han ayudado a reducir las brechas educativas entre los niveles de ingreso. En ciclo básico coexisten diferentes alternativas: los planes 2009, 2012 y 2013. Además, se implementa el Programa de Aulas Comunitarias, en convenio con el MIDES, destinado a adolescentes de hasta 17 años, con problemas de vinculación a la educación media, ya sea porque se desvincularon sin haber aprobado primer año o porque nunca se inscribieron. También funcionan las Áreas Pedagógicas, en convenio con INAU, que se llevan adelante desde 1990, dirigidas a adolescentes y jóvenes privados de libertad. El Programa CES-CECAP, en convenio con el MEC, enfocado a jóvenes de 15 a 20 años que desertaron del sistema educativo. El Programa Centros de Alta Contención, en convenio con la Dirección General de Cárceles, dirigido a personas privadas de libertad. Y el ProCES, en convenio con organismos de gobierno e intendencias departamentales, orientado a funcionarios públicos (6).
En el mismo sentido, el programa Uruguay Estudia, se focaliza en la atención de adultos con estudios incompletos y que se encuentran insertos en el mercado laboral. La propuesta surge en el año 2009 a través de un convenio entre el MEC, la ANEP y el INEFOP, junto a otros ministerios y entes públicos. Mediante esta propuesta se busca llegar directamente a personas mayores, que se encuentran trabajando y que aspiran a continuar sus estudios.
Un hito fundamental en la educación extra edad se marcó en el año 1994. En esa fecha comenzó a instrumentarse un proyecto de Bachillerato Nocturno, en el liceo Nº1 de Montevideo, José Enrique Rodó. La propuesta, emanada de las Asambleas Técnico Docentes, surgió frente a la realidad que mostraban los liceos para adultos: enorme porcentaje de deserción, falta de motivación de los estudiantes y escasos resultados académicos. La directora del centro, la profesora Martha Averburg, se convirtió en gestora e impulsora práctica de innovaciones que resultaron un espacio transformador en esta área de la educación.
El año 2013 marcó otro mojón en el desarrollo de la educación extra edad. Luego de un análisis de situación, la XXXI ATD Nacional Ordinaria de agosto de 2012 elaboró el proyecto de “Plan Experimental 2013 para Ciclo Básico Extra Edad y/o nocturnos para estudiantes adultos o con condicionamientos laborales”, que fue presentado al Consejo Educación Secundaria. Al año siguiente comenzó a instrumentarse en cuatro centros: Liceo Departamental de Colonia Nº1, Liceo de Canelones Nº2, Liceo de Barros Blancos y Liceo del Rincón de la Bolsa.
Este plan surge de los docentes, atendiendo a la necesidad de crear un marco específico frente a las dificultades que presentan jóvenes y adultos para completar el ciclo básico. Se buscó atender a las nuevas realidades, en donde la currícula anual resulta poco atractiva para los estudiantes, brindándoles la posibilidad de obtener logros a corto plazo. Es así, que la peculiaridad del plan radica en la conjunción de las asignaturas en una grilla anual-modular y semestral, funcionando al mismo tiempo. En la práctica, esto significa que en el mismo año lectivo, los estudiantes cursan asignaturas anuales, que se pueden aprobar por módulos, y simultáneamente, asisten a cursos semestrales, duplicados en su carga horaria normal. Ésta combinación ofrece la posibilidad de obtener resultados en un tiempo más breve, para personas que, además de estudiar, afrontan otras responsabilidades, como un trabajo, sostener una familia, o ambas cosas a la vez.
Los cursos semestrales, manteniendo la misma carga horaria, pero comprimida en menos tiempo, son una ventaja tanto para los alumnos como para los docentes. Aumenta la frecuencia semanal, por lo tanto, el contacto es cotidiano, lo que mejora el vínculo entre profesores y estudiantes. A su vez, el manejo de los contenidos en un plazo menor, hace que sea más eficiente y más llevadero para los alumnos.
Además de las horas pizarrón, se establecen de forma obligatoria las horas de apoyo pedagógico para aquellos estudiantes que sean derivados por el profesor. El estudiante puede optar por asistir a los cursos en forma presencial o según otras modalidades previstas (7).
A tres años de la puesta en marcha del Plan, las valoraciones aún son preliminares. La Mesa Permanente de la ATD viene realizando un seguimiento, que arroja resultados a tener en cuenta. La desvinculación, uno de los temas centrales, ronda el 40% y muestra una marcada tendencia descendente a media que aumenta el nivel. Esto quiere decir, que abandonan menos los alumnos de tercero que los que cursan primer o segundo año.
Los datos relevados por la ATD muestran que la desvinculación de los estudiantes se relaciona con tres ítems fundamentales: factores laborales como cambios de horarios, cansancio por largas jornadas, e incluso, inicio de la vida laboral; motivos familiares, que pasan por el cuidado de menores, madres solteras, jefas de hogar, problemas de salud de familiares, embarazos de riesgo, cambios de residencia; y, el tercer elemento, falta de continuidad en la asistencia y pérdida en los hábitos de estudios dados por la historia personal de un porcentaje de los estudiantes.
En cuanto a los resultados, tomando en cuenta las asignaturas anuales y las semestrales, el nivel de aprobación se encuentra en el entorno del 55% de los alumnos que completan los cursos (8). Teniendo en cuenta las dificultades que afronta la población destinataria del plan así como la culminación en los planes tradicionales, los números son alentadores, pese a que se debe seguir trabajando para mejorarlos.
El Programa 2013 se ha extendido a unos veinte liceos de todo el país y sigue mutando en función de las carencias y virtudes que alumnos y profesores manifiestan. Este tipo de iniciativas muestran el compromiso docente por la mejora en la calidad de la educación pública, y sobre todo, en la tan discutida inclusión que se plantea desde las autoridades. Una inclusión que atiende a una población con características particulares desde una pedagogía con características particulares.
Uno de los principales problemas de la curricula tradicional es que es muy difícil sostener todo el año porque la mayoría de los estudiantes de los cursos nocturnos trabajan, esto hace que a mediados de año, más de la mitad abandona y alrededor de un tercio logra culminar. Además no debemos olvidar que esa maya curricular y propuesta pedagógica está pensada para adolescentes que tienen otras posibilidades horarias, y otro desarrollo cognitivo. Las propuestas educativas deben amoldarse a los estudiantes y no al revés.
El Plan 2013, surgido desde los docentes y adoptado desde el CES, debe seguir siendo evaluado y ajustado a la realidad, pero ya es un importante avance en términos de inclusión educativa.
Notas:
(1) Nahum, Benjamín (Dirección Académica); “Historia de Educación Secundaria 1935-2008”; 2008; Pág. 33.
(2) Calvo, Juan José (coordinador); “Atlas sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay, Fascículo 4, Jóvenes en Uruguay: demografía, educación, mercado laboral y emancipación”; Editorial Trilce, 2014; Pág. 95.
(3) “Logro y nivel educativo alcanzado por la población, 2015”, División de Investigación y Estadística, Dirección de Educación, Ministerio de Educación y Cultura.
(4) Idem.
(5) Calvo, Juan José (coordinador); “Atlas sociodemográfico y de la desigualdad del Uruguay, Fascículo 4, Jóvenes en Uruguay: demografía, educación, mercado laboral y emancipación”; Editorial Trilce, 2014; Pág. 101-102.
(6) “Informe sobre el estado de la educación en Uruguay: 2014”. INEEd, Pág. 62.
(7) XXXV Asamblea Técnico Docente Nacional Ordinaria, Período 2012-2014, Balneario Solís, Maldonado, 22 de febrero de 2015.
(8) Datos extraídos del informe: “Seguimiento y evaluación del Plan realizado por la Mesa Permanente de la ATD”. Dic. 2015.
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